Clarín

Tiempo de volver a destilar canciones

Después de un año sabático, la banda uruguaya presenta un nuevo disco. El “Enano” Teysera y el “Cebolla” Cebeiro cuentan cómo fue parar, después de 20 años, y cómo fue el regreso a la rutina.

- Marcelo Fernández Bitar Especial para Clarín

Por primera vez en dos décadas, la Vela Puerca se tomó un largo sabático. Fue justo después de terminar la gira autocelebr­atoria 20 años: festejar para sobrevivir, que plasmaron en formato de CD+DVD. El receso iba a durar casi un año, pero se acortó a ocho meses porque no habían tenido en cuenta el Mundial de Fútbol y les dijeron que si el disco nuevo salía en septiembre tendrían que postergar las presentaci­ones para 2019. “¡Nos vimos en una oscuridad tremenda y dijimos que había que apretar el acelerador!,” exclama Sebastián “Cebolla” Cebeiro.

El resultado es Destilar, un álbum donde La Vela Puerca demuestra que mantiene intacta la energía que los caracteriz­a desde sus inicios, a la vez que refleja el poderoso sonido de sus shows. Quizá la clave estuvo, justamente, en el poco tiempo de realizació­n, trabajando muy intensamen­te después de reencontra­rse, en un estudio en Traslasier­ra, Córdoba, con muy pocas distraccio­nes.

Según Sebastián “Enano” Teysera, fue un disco que tuvo muy poca preproducc­ión. “Salió así y estuvo bueno terminarlo un poco dentro del estudio, y trabajando unas 10 u 11 horas por día”, dice. “Me encantó, y me di cuenta que soy hijo del rigor. Fue una manera nueva de componer, sin cuestionar­te demasiado ni ponerte tan crítico. Creo que en las letras también hay una frescura de esa inmediatez de dejarte ir”. -¿Cuál fue la idea de ese sabático? -Enano: Soy de la teoría que uno trabaja para vivir y no vive para trabajar. Entonces, cuando te dicen que faltan cinco minutos para salir al escenario y uno putea, mi termómetro me dice que es hora de tomarte un tiempo y disfrutar de lo que trabajaste. Algo no está bien si te está aburriendo hacer lo que amás hacer y lo que alguna vez fue un sueño imposible y se logró. Y ya van 22 años tocando juntos. -¿Cómo fue para ustedes ese largo tiempo de receso? ¿Qué hicieron? -Enano: De los ocho meses, en los últimos dos entré a enfocar un poco, haciendo melodías y cosas, porque después íbamos a tener muy poco tiempo. Pero antes me fui de viaje solo, algo que no hacía desde el año ‘96. Agarré un auto que tenía en España y me fui de Pamplona al Pais Vasco, y desde allí hasta Galicia, viajando adonde se me antojara, con libertad y anonimato totales. Incluso lo hice sin la guitarra. Después volví a casa, me dediqué a pes- car en mi chalana, hice algunos viajecitos, por ejemplo a Córdoba, adonde nunca había ido sin la banda. Muy tranquilo, hasta esos dos últimos meses donde me dije: “Tengo que ponerme a hacer algo”. -Cebolla: Yo también me dediqué a mis cosas. Estaba necesitand­o sacar la cabeza de esto. Y tenía dos rascacielo­s enormes por escalar por la parte de afuera, que eran criar un hijo que había nacido hacía seis meses, y autoconstr­uir una casa. Eran dos grandes mundos que estaban buenísimos pero muy difíciles, y para eso había que sacar la cabeza realmente de este proyecto, que me insume casi el 100% de mi vida. Las dos cosas estuvieron buenísimas y dificilísi­mas, tanto aprender a ser padre como aprender el oficio de construir. Lo más difícil es tirarse al agua y hacerlo; y aprender a equivocars­e y a valorar esos errores. Tam- bién me fui de viaje a España con mi familia, para que mis hermanos conocieran a mi hijo. Recién cuando volví empecé a agilizar el motor de tirar ideas.

-¿Están ansiosos por tocar las canciones nuevas?

-Enano: Quedamos muy contentos con el disco y estamos esperando la hora de ir a ensayarlo y salir a tocar. Es un nuevo desafío. Queremos que los temas nuevos entren a la cancha, renovar el show y ver qué le pasa a la gente cuando los escucha. En vivo te vuelve un feedback y también ves cuáles de las viejas canciones acompañan mejor a éstas. -Cebolla: Nosotros tocamos para la gente. No somos de los que dicen “toco para mí”. Nos importa mucho lo que pasa con la gente. Esa devolución te marca pautas y te sorprende. -Enano: En vivo te das cuenta de la personalid­ad de cada canción. Esa

es la incógnita y lo que te pone ansioso por conocer cómo son de verdad. Hay canciones super-tímidas y canciones super-ambiciosas, pero solamente en vivo te das cuenta. -¿En estos shows que estuvieron dando hace poco no tocaron nada de lo nuevo?

-Cebolla: Estuvimos por hacerlo, pero al final nos convencier­on de no hacerlo. Lo que pasa es que hoy das un show y tenés a 1200 personas mirando, filmando o sacando fotos.

-Enano: Lo nuevo se iba a dar a conocer con el mal sonido de una filmación casera.

-Cebolla: Iba en contra de nuestro pensamient­o más fresco, pero tenían razón. El disco lo vamos a presentar el 10 de agosto en Córdoba, porque fue donde lo grabamos. Luego vendrán Buenos Aires y Montevideo. Durante el Mundial vamos a ver los partidos y ensayar.

-Por el orden en que aparecen las canciones en el disco, casi se podría tocar de corrido, ¿no? -Cebolla: Es la idea también. -Enano: Es lo que hicimos con el ál

bum Erase, que tocamos en vivo por capítulos, con otros temas en el medio. Acá quizás es ideal arrancar con otros temas viejos, de golpe hacer todo el disco entero y después seguir tocando otros más. -¿De qué habla la letra del tema “De negro y rojo”?

-Cebolla: Intenta hablar del maltrato hacia la mujer y de los femicidios. Estamos en una cresta de la ola donde las mujeres están manifestan­do un malestar frente a la sociedad. Hay una revolución femenina, y hay que entenderla y aceptarla. Habla del despojo que uno tiene que tener como hombre para aceptar lo que está pasando. Yo lo acepto y trato de despojarme de esa parte que

mal aprendí. “Si no suma, sólo resta”, dice; porque son momentos de escuchar y no tanto de hablar. Si no tenés nada bueno que aportar a esta causa, intentá decir que está bien y que te escucho. -¿La están pasando bien, entonces, después de más de dos décadas?

-Cebolla: Sí. La gira de los 20 años estuvo muy buena porque fue un encuentro generacion­al tremendo, y también un gran reencuentr­o con nosotros mismos. La gente vio que éramos los mismos tipos que empezaron aquel día de 1995 y nos reafirmó el sentimient­o de hermandad que tiene esta banda. Nuestros amigos nos hicieron entender que cada uno había cultivado su rol y lo había querido y abrazado. En un equipo se precisa el golero, el 4, el 5 y el 9, todos son importante­s y cada uno cumpliendo un rol. Fue como un renacer después de 20 años.

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DAVID FERNÁNDEZ Hay equipo. Después de ocho meses de receso, la proximidad del Mundial puso a trabajar a la banda sin tiempo para pretempora­da.
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