Trump frena la cumbre con el líder norcoreano y mantiene las sanciones
Norcorea afirmó anoche su disposición a seguir dialogando Iba a realizarse el 12 de junio. Pero ahora acusó al régimen de “hostilidad”, dijo que mantiene las sanciones a Pyongyang y aludió incluso al poder nuclear de EE.UU.
El presidente de Estados Unidos dijo que no es “el mejor momento” para el encuentro, que iba a realizarse el 12 de junio en Singapur. Volvió a plantear como condición que se disipe la amenaza nuclear. Y asegura que está preparado si debe pasar a una “escalada militar”.
Había hasta monedas especiales acuñadas con la imagen de los dos presidentes, juntos en una histórica cumbre que habría de suceder el 12 de junio en Singapur. Pero, por ahora, deberán ser archivadas: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, canceló ayer su esperado encuentro con el líder de Corea del Norte, Kim Jong-Un, y la relación entre los dos países tiene ahora un futuro incierto. Trump acusó al régimen norcoreano de una “abierta hostilidad”, anunció la continuidad de las sanciones y una “máxima presión” contra Pyongyang.
En una carta dirigida al Kim, difundida por la mañana por la Casa Blanca, Trump agradeció al norcoreano su “tiempo, paciencia y esfuerzo” para las negociaciones para establecer una reunión cumbre para tratar la desnuclearización norcoreana. Sin embargo, anunció: “Tristemente, sobre la base de la abierta hostilidad mostrada en las últimas declaraciones, considero inapropiado mantener el encuentro en este momento”, dijo Trump. “La cumbre de Singapur no se realizará”, indicó.
Anoche, Norcorea indicó que quería seguir dialogando y calificó como “extremadamente lamentable” la decisión del líder de la Casa Blanca.
Al hablar de hostilidades, Trump se refería a un reciente comentario de la vicecanciller norcoreana Choe Son-hui, que describió al vice estadounidense Mike Pence como un “ignorante y estúpido” porque había dicho el lunes en una entrevista que el programa de desarme podría ser similar al de Libia, cuyo líder, Muammar Kadafi, terminó derrocado y muerto en 2011 luego de ser presionado a una desnuclearización.
En la misiva, que por su trazo incoherente parecía haber sido escrita de puño y letra por el propio presidente, Trump amenazó: “Usted habló de sus capacidades nucleares, pero las nuestras son tan masivas y poderosas que rezo a Dios para que nun- ca debamos usarlas”.
Un párrafo después, sin embargo, el presidente se manifestó a favor de continuar con el diálogo y agradeció a Kim por la liberación de los tres rehenes estadounidenses. “Si cambia su opinión sobre la cumbre, no dude en comunicarse conmigo”. “Siento que entre él y yo fue construido un buen diálogo y al final es el diálogo que cuenta. No veo la hora de encontrarlo un día”. Como conclusión, Trump se lamentó: “El mundo y Corea del Norte en especial perdieron una gran oportunidad para una paz duradera”.
El gesto de Trump representa un fuerte cambio de rumbo en medio de un proceso de aproximación que tenía en vilo al planeta ante la posibilidad de una solución negociada a las tensiones en la península coreana. Incluso sucedió horas después de que Corea del Norte desmantelara su principal planta nuclear ante la mirada de periodistas internacionales. Dos reporteros estadounidenses presentes en el lugar relataban la sorpresa de los funcionarios ante las noticias que llegaban desde Washington.
Ante el revuelo que se originó con su carta, Trump señaló luego que “las sanciones, las más rígidas ya impuestas, y la campaña de presión máxima (sobre Pyongyang) continuarán” y también advirtió a Norcorea que evite eventuales “actos irresponsables”. Agregó que su secretario de Defensa, James Mattis, le informó que las fuerzas estadounidenses están “listas” para cualquier eventualidad.
El estadounidense estaba exultante por haber logrado esa cumbre. A pesar de que muchos expertos sugerían cautela, ya que Pyongyang ha demostrado en su historia que es volátil en sus decisiones, Trump incluso coqueteaba con la idea de obtener el premio Nobel de la Paz. Pero el escenario que ahora se abre es incierto y parece haber vuelto al punto cero. Es evidente que Trump suspendió la cumbre porque no tenía garantías de volver de Singapur con una contundente desnuclearización del régimen. El costo político de estrechar la mano a un líder que viola los derechos humanos, repudiado por el mundo entero, sin obtener algo contundente a cambio, era algo imposible de afrontar. Mucho menos para un hombre que se jacta de ser el mejor negociador del planeta.
Consultado por Clarín, Mitch Lerner, director del Instituto de Estudios Coreanos de la Ohio State University, afirmó que Trump canceló la cumbre “porque reconoció que no podía obtener lo que había prometido durante la campaña: un compromiso de Kim para una desnuclearización rápida y fácil. Esto nunca fue una posibilidad. Creo que casi todos los expertos de Corea del Norte en EE.UU. advirtieron que el enfoque amenazante de Trump no funcionaría, y que era poco probable que Kim renunciara alguna vez a sus armas nucleares, sin grandes concesiones por parte de los EE. UU. Pero, Trump siguió adelante con el anuncio de la cumbre a pesar de que no entendía la real complejidad del problema”.