Con las enseñanzas de Mercedes
La cantante repasa sus inicios y el momento en el que descubrió su vocación, y habla del centralismo porteño.
“De Mercedes Sosa aprendimos la libertad”, dice la Bruja Salguero, una de las voces actuales de referencia de la canción popular, que se presenta hoy, a las 21, en el Teatro Opera, donde presentará la música de su último disco, Norte.
Uno de los aspectos más personales de esta artista riojana es la elección de sus repertorios que, alejados de los clásicos, le han dado un perfil personal a sus presentaciones. “Con los temas que elijo busco transmitir mis sentimientos. Esas canciones se vuelven mi voz, en lo que creo. Reconozco que estoy abierta a los desafíos, a encontrar canciones que no son las más conocidas del cancionero, y eso también lo aprendí de Mercedes”, dice la cantante.
Salguero transmite calidez y una fresca energía, cualidades que también se palpan en el escenario, donde su canto tiene vuelo y un melodismo natural nada afectado. Posiblemente en esa naturalidad que no necesita de sentimentalismos para transmitir emociones esté otra de sus grandes virtudes. “Siempre me gustó elegir canciones, y afiné mucho la búsqueda. Hurgar en el cancionero es parte del desafío, y cuando tomo algún tema conocido me desentiendo de otras versiones, para transmitir lo mío", explica.
-Pero hubo influencias...
-¡Claro! Las cantantes que influyeron decididamente en mí son Julia Zenko, por su ductilidad vocal, y Mercedes Sosa, por su voz, su calidad humana, su manera de contar historias a través de las canciones y su apertura artística.
-¿Cómo fueron tus comienzos?
-Yo quería bailar, pero mi papá, que era cantor y albañil, descubrió en mí una voz que iba más allá del baile. Me enseñó a usarla jugando, porque era muy chica; y puedo decir que todo lo que aprendí me lo enseñó él. Era una niña, y él me acompañaba en los actos con la guitarra. Fueron momentos muy hermosos.
-Más allá del juego, ¿cuándo sentiste que podías ser cantante?
-Fue en una fiesta escolar, un Día de la Madre, en el que canté Mi regalito, de Horacio Guarany. Como conocía la letra, canté con los ojos cerrados. Cuando los abrí vi que mi mamá estaba llorando, y me asusté. “¿Qué pasa que está llorando?”. Y vi a otras mujeres que también lloraban, por cómo les había llegado la canción. Ahí me di cuenta de lo que provocaba mi voz. -¿Cuál es el legado que sentís que dejó Mercedes Sosa?
-Todos nosotros aprendimos de Mercedes la libertad: libertad de expresión, de búsqueda de canciones para decir, para hablar, y esto muchas veces implica que el camino artístico no sea masivo. Somos muchos los que elegimos este camino. Yo soy sólo una, pero a la par vienen muchos artistas. En mi provincia hay artistas meritorios, pero todavía esa cuestión de unitarios-federales sigue intacta. Hay que venir a la Capital para ser escuchado, hay que gritar desde allá para ser oídos... En Norte (2017) reivindico esta postura, como también lo hice en Grito interior (2015), donde ajusté más la búsqueda en materia de repertorio para hablar del origen, de tener memoria y herramientas para salir adelante.
-Tuviste que venir a la Capital para mostrar tu música.
-En realidad, vine acompañando a mi esposo a Buenos Aires, y fue un momento muy fuerte para mí. Cuando empecé a grabar mi primer disco, Flor de retama, en Buenos Aires, cambió mucho mi forma de ser y también la de expresarme. Hasta ese momento, en mi provincia hacía todo lo se esperaba de una cantante. Pero cuando llegué acá no era conocida, rompí ese molde que traía y me sentí libre. ■