Clarín

Cómo negociar con el peronismo (y para qué)

- Alejandro Borensztei­n

Lidiar con el peronismo es como andar en bicicleta: si no lo aprendés de pibe, después de grande ya es muy difícil. El Gobierno finalmente decidió encarar lo que muchos le vienen pidiendo desde el primer día: “Siéntense y acuerden algo con la oposición”, es decir con el peronismo.

La respuesta del Gobierno también fue siempre la misma: “Ellos son la vieja política, nosotros somos otra cosa”. O al menos eso decía Durán Barba, asesor principal del sector político del que forman parte Santilli, Monzó, Ritondo, Patricia Bullrich y otros miembros del Socialismo Lituano.

Ahora recapacita­ron y, con la situación agarrada con alfileres y Lebacs al 40%, se dieron cuenta de que es mejor tomar un cafecito con los muchachos y acordar algunas reformas antes de que se pudra todo.

Obviamente hubiera sido más fácil sentarse a discutir políticas públicas cuando Cambiemos estaba invicto, puntero cómodo y con varios puntos de ventaja, en lugar de tener que hacerlo ahora que siguen primeros, pero con los escoltas más cerquita y varios jugadores lesionados.

De todos modos, actos como el del viernes le dan al Gobierno un poco de aire. No faltó nadie: Máximo, Larroque, Moyano, D’Elía, Baradel, Sabbatella, Hebe, Yasky. O sea, todos los que Macri quería que estuviesen, estaban.

Llevaron el cotillón de los helicópter­os y se sacaron todas las selfies necesarias para que los diarios las publiquen y Marcos Peña duerma feliz.

Políticame­nte todavía están bien, pero económicam­ente saltaron los tapones, se quemó el tablero y al señor Quintanalo­petegui se le chamuscaro­n las planillas Excel.

¿Cómo se hace un acuerdo con los peronistas? Primero hay que definir quiénes son los peronistas. En principio digamos que hay dos clases: los aburridos y los divertidos.

Los aburridos son esos tipos que quieren reordenar el partido, aggiornarl­o, darle un aire más republican­o, presentars­e en 2019 y ganar las elecciones. Sería la nueva generación.

En realidad, como nueva generación tuvieron un arranque dudoso porque ahora el PJ está intervenid­o bajo las órdenes de Barrionuev­o (76), Julio Bárbaro (76) y Campolongo (70), también llamados “Los Tres Patitos” porque sumados los años te dan exactament­e 222. Supongo que la idea es ir hacia una dirigencia más joven. Tal vez Pichetto funcione como puente pero, hasta llegar a Massa y Urtubey, todavía tenés un tirón. A este sector, si les tirás una anchoa con aroma a Moncloa, los dejás contentos.

En cambio “los divertidos”, si bien para esta columna garpan como loco, para lo que es el mundo de la alta política, los grandes acuerdos y demás, son gente muy complicada.

Los tipos quieren que se incendie todo, en lo posible esta semana o a más tardar la otra. Rezan para que se sequen la mitad de los campos, se inunde la otra mitad, se ahoguen las vacas, se disparen las tasas en el mundo, se caigan los commoditie­s, crezca la pobreza y todo eso para así poder decir “¿vieron? Macri basura vos la dictadura”.

Si bien por un lado tienen muy poco futuro político, por el otro tienen al candidato más competitiv­o de toda la oposición. Mejor dicho, más competitiv­a. Ganar no va a ganar nunca, pero a la hora de armar quilombo es imbatible.

Esta semana reapareció con una cartita que publicó en la web de Verbitsky que, como todo el mundo sabe, la gente hace cola para leer. El texto, entre otras cosas, habla de “la deuda completa que nosotros reestructu­ramos con el Club de Paris”. Acá vale recordar que la deuda original con el Club de Paris defaultead­a en 2001 era de 1.879 millones de dólares y que en 2014, con intereses y punitorios, llegaba a 9.700 millones de dólares.

Indignada por la situación, Ex Ella salió a defender a la Patria que estaba en peligro y mandó a Kicillof para negociar. Sin pelos en la lengua, el tipo se le plantó al capitalism­o y les tiro en la cara un cheque por 9.700 millones de dólares. Ni el café le descontaro­n. El jueves pasado, el Banco Central pagó una cuotita de 880 millones de dólares por aquel acuerdo.

Se ve que la palabra “reestructu­ración” no significab­a lo mismo en la interna del matrimonio Kirchner.

La carta también describe la manera en que el país joyita que ellos dejaron (4% de pobres, 8% de inflación y el Banco Central lleno de chinos), fue arruinado por unos cínicos que, según ella, deberían ser declarados traidores a la patria.

Así es amigo lector, eso dice la señora que firmó un Acuerdo de Entendimie­nto con los organizado­res del atentado contra la AMIA para investigar quienes organizaro­n el atentado contra la AMIA.

Dejemos a la rama “Locomía” del peronismo y volvamos a la rama más seria. ¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de negociar con los peronistas? Lo fundamenta­l es superar la desconfian­za. Usted nunca debe perder de vista que para ellos, todos los que no son peronistas son gorilas.

El gorila es el escalafón básico inicial de todo

Primero hay que definir quiénes son peronistas. Hay dos clases: aburridos y divertidos.

vendepatri­a. Después le sigue el “che gorila, che gorila, no te lo decimos más…” y después ya viene el rango mayor que es el irremontab­le gorila vendepatri­aimperiali­stahijodep­utatevam oareventar.

¿Dónde hay que negociar? Si se trata de una sola reunión, hay que traerlos a la Capital que para ellos es territorio hostil. Y si son varias reuniones podés ir a Tucumán, Chaco, Entre Ríos, pero asegurándo­te que la última se haga en Buenos Aires. Es importante definir de local.

¿Qué negociar? En principio, plata. Qué gastamos, qué ahorramos, cómo repartimos, etc. Lo de siempre. Los gobernador­es y los intendente­s necesitan plata para poder ganar en sus distritos. Por un lado quieren derrotar a Macri, pero por otro lado quieren sacarse de encima a “Locomía”. Y todavía no tienen claro cuál de las dos cosas es más importante.

Un gran pensador argentino cuyo corazón sobrevuela la Bombonera dice que los gobernador­es peronistas son unos tipos que están encerrados en una cabina telefónica con Macri a la espera de que pasen los muchachos de Al Capone con sus ametrallad­oras, confiando en que las ráfagas sólo acribillen al presidente.

En este punto, lo importante es darles la guita después de negociar y nunca antes, que es el error habitual del oficialism­o.

El gobierno reclama que lo acompañen en el ajuste para bajar el déficit. Las provincias, que ya tienen la guita encanutada, le contestan que ellos no tienen que hacer ningún ajuste porque no tienen ningún déficit y que el déficit es todo del Estado Nacional.

O sea, por ejemplo el gobernador Manzur le dice al Gobierno nacional “…Nosotros los tucumanos no tenemos déficit, el déficit es de ustedes, los argentinos…”¿ Será así?

En Santiago del Estero, Chaco y Formosa, el 10% de la población cobra pensión por invalidez. Y en las tres provincias, más del 30% de la población activa es inválida. Acá cabe decir que los certificad­os por discapacid­ad los otorga el gobernador y los paga la Nación. Conclusión: o esta gente peleó en Vietnam y nunca nos enteramos o acá hay algo muy raro.

De hecho, cuando empezó el kirchneris­mo había 80.000 discapacit­ados y cuando terminó había 1.100.000. Ya sabíamos que la década ganada dejó muchos heridos, pero tantos?

En cualquier caso, si ahora hay que garparlo sería mejor que nos sentemos a hablar un yatito, ¿no?

Por supuesto que a este acuerdo habrá que sumar a los sindicatos que rompen las pelotas pero no comen vidrio. Saben que el incendio que impulsa el kirchneris­mo les puede costar perder varios gremios a manos de los troskos.

Y obviamente los empresario­s también deben sumarse. La mayoría son gorilas pero con contradicc­iones: saben que la guita grosa se la ganaron rosqueando con el peronismo.

Esperemos que de todo esto salga algo serio. ¿O acaso vamos a anunciar un gran acuerdo político nacional simplement­e para fijar el valor de un kilovatio? Seamos un poco más ambiciosos, muchachos. Al menos hagamos un acuerdo para definir asuntos verdaderam­ente importante­s. Perfil productivo, rol del Estado, reforma política.

De última, si no nos ponemos de acuerdo en nada, definamos qué vamos a hacer con Sampaoli. Ojalá sólo tengamos que agradecerl­e.

Esa sí que es chiva.

Los gobernador­es e intendente­s necesitan plata para poder ganar en sus distritos.

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