Clarín

Pasión por Atlanta y el legado de una profesión

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Miguel Angel Broda cuenta que se hizo hincha de Atlanta por un tío suyo. Hoy es fanático. Fue presidente honorario del club cuando estuvo a punto de ir a la quiebra y quedar fuera de la AFA. “Soy la única persona que sacó de una quiebra una sociedad civil, pero me costó mucho trabajo”, cuenta. Dice que lo que no logró en dos años de trabajar de ocho de la mañana a siete de la tarde, sí lo consiguió Julio Humberto Grondona en un sólo día de reunión con un juez: evitar la desafiliac­ión.

Broda se entristece cuando cuenta que “es injusto que yo tenga que ir a esa cancha con guardia”. Por el otro, se le iluminan los ojos cuando confiesa que su hijo, Christian, un economista en sus cuarentas que vive y trabaja en Nueva York, sigue los partidos desde allá por Internet. “A mi hijo lo hice socio cuando nació. Pero un día a los 8 años saliendo de la cancha de Huracán me dijo que tenía mejores cosas que hacer que ver Atlanta. Se hizo de River. Pero hace dos que ve todos los partidos de Atlanta por Internet desde Estados Unidos”.

Este economista de la UCA y Chicago tiene una máxima del fútbol. “El que no lo vivió no sabe qué pasa adentro”. Así justifica y le hace honor a esa frase. “Un día me encuentro a toda la barrabrava atrás de uno de los arcos haciendo un agujero. Era inmenso. “¿Qué están haciendo?”, les pregunto. “No podemos decirle”, me responden. Al otro día los veo igual. Les digo: “Fenómeno muchachos, no ingresan más al club”. Entonces viene uno y me dice: “Mire doctor, con todo respeto pero en ese arco donde estamos haciendo el agujero se hace un gol mientras en el otro se hacen cuatro. Lo tenemos contado. Y acá hay personas enterradas, fanáticos de Atlanta, y en el otro arco no”. Había unas 30 bolsitas de hinchas ahí enterrados. Sacamos todo. Desde ese día hubo igual cantidad de goles en los dos lados”.

Su ciclo de charlas sobre la coyuntura de la economía es un clásico de la city. Lleva más de 30 años consecutiv­os. Son casi tres horas de repaso pormenoriz­ado de las principale­s variables económicas y políticas. Aquí cuenta cómo arrancó: “Trabajaba como coordinado­r de los centros de investigac­iones económicas de Bunge & Born en todo el mundo. Vivía en San Pablo. Coordinaba a 68 países, recuerdo que en Argentina el director era Orlando Ferreres. Me di cuenta que había un espacio para hacerle el bocho a los ejecutivos: en vez de calcular cuanto iba a estar el dólar o la inflación tenían que dedicarse a ganar plata mientras yo hacía esos números. Además, había espacio en Argentina: acá los economista­s quieren ser ministro y no asesoraban a personas que tomaban decisiones”. Broda arrancó analizando la coyuntura argentina a mediados de los 80.

Por su estudio pasaron Rodolfo Santangelo, Carlos Melconian, Luis Secco, José Luis Espert, Walter Graziano, entre otros. “Siento que la profesión de consultor se niveló para abajo. Hay economista­s que en vez de hacer los números sólo leen los diarios. Esta profesión tiende a morar, nos reemplazar­án los robots”.

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