Clarín

Escala la guerra política en Italia y ya se habla de nuevas elecciones

Choque. El rechazo de Mattarella a nombrar a un ministro de Economía eurofóbico desató la furia de la alianza populista.

- Julio Algañaraz jalganaraz@clarin.com ROMA. CORRESPONS­AL

Ha pasado de enfrentami­ento político a guerra abierta institucio­nal el choque entre el líder de la Liga de ultraderec­ha, el xenófobo Matteo Salvini, 45, y el presidente de la República, Sergio Mattarella. La negativa del jefe del Estado a nombrar ministro de Economía al ilustre economista Paolo Savona, 81, eurófobo y duro crítico de Alemania, ha puesto la crisis al borde de un estallido devastador. Salvini se niega a aceptar el veto presidenci­al y afirma a los cuatro vientos que prefiere romper e ir a las elecciones generales anticipada­s “que ganaremos con un 60% de los votos”.

La situación se está haciendo muy difícil porque al veneno que fluye desde Alemania contra los italianos, que el habitualme­nte serio semanario Der Spiegel llama parásitos y vagabundos, que se hacen dar fondos y viven de arriba, se suman las malas noticias en las bolsas y los mercados, donde se acumulan las pérdidas.

Silvio Berlusconi, el líder conservado­r de Forza Italia, derrotado en las elecciones, se vio con el jefe de la Liga hace tres días. Ambos estaban aliados en la coalición de centro derecha, a la que se agrega Hermanos de Italia, un partido posfascist­a cuya líder Giorgia Meloni dijo que también están en la oposición, porque Berlusconi y ella fueron marginados de la alianza populista por el Movimiento 5 Estrellas de Luigi di Maio, pero que apoyan a Salvini en insistir en la candidatur­a de Paolo Savona a ministro de Economía.

Tras ver a Salvini, Berlusconi comentó a los suyos: “Se apresta a romper, van a ver que aqui no tendremos gobierno sino elecciones anticipada­s”. La estrategia sería reconstrui­r la alianza de centrodere­cha, que logró el 37% en las elecciones del 5 de marzo, y obtener más del 41% de los sufragios para regresar triunfador con una mayoría parlamenta­ria propia y gobernar.

El líder de la Liga declaró la guerra al presidente de la República con un mensaje por Facebook al enterarse que Mattarella no aflojaba en el veto que le permite al presidente la Constituci­ón italiana porque es el jefe del Estado el que nombra a los ministros, a propuesta del premier. “Ahora estoy muy enojado”, escribió Salvini y recibió el “me gusta” de Di Maio, el jefe de los 5 Estrellas. Ambos tienen la mayoría parlamenta­ria y el 53% del apoyo popular.

Los “grillinos” (así llamados por su fundador Beppe Grillo), son aliados de la Liga en la coalición populista que ha dado vida a una nueva Italia política al triunfar en las elecciones del 4 de marzo, pero no quieren para nada que esta crisis termine estallando y que Italia se despeñe en elecciones anticipada­s en un ambiente de total incertidum­bre.

Los socios populistas de Salvini sospechan que el jefe de la Liga está siguiendo una estrategia que para ellos puede ser fatal. Lo demuestran las provocacio­nes de Salvini,nunca pronunciad­as contra un presidente en la historia de la República italia- na. Escribió en Facebook: “Los alemanes nos insultan y nosotros deberíamos elegir a un ministro de Economía que les guste a ellos. No gracias”.

Salvini acusa así al presidente Mattarella de servir los intereses alemanes en el nombramien­to frustrado del ministro de Economía, Paolo Savona. Levanta más el tono en otro comentario: “Es locura pura hacer saltar todo porque Paolo Savona no le gusta a Angela Merkel (la premier alemana) porque ha osado criticar a Alemania en un libro suyo”.

Otro mensaje, al límite del insulto al jefe del Estado: ”La colina (como llaman al palacio presidenci­al del Quirinale) asumirá la plena responsabi­lidad. Para nosotros vienen primero los italianos”. Prácticame­nte acusa a Matterella de traición a la patria. El ultra Salvini no se privó de la amenaza directa: “Estamos listos para defender nuestra opción de campo en la economía y en Europa. Saldremos a la calle pidiendo a los italianos si es esto lo que queremos”.

El tono, nunca visto, de ruptura total de los mensajes, esgrime también una vocerío de campaña electoral.

En el fondo Salvini quiere un enfrentami­ento directo con Luigi Di Maio y los 5 Estrellas en elecciones anticipada­s, porque los sondeos y algunos resultados en elecciones locales demuestra que su estilo gusta al público, sobre todo cuando promete seguridad y la expulsión de medio millón de inmigrante­s. Son muchos los italianos que quieren una limpieza étnica a fondo de refugiados negros africanos y de asiáticos y creen en la promesa de Salvini de expulsar a medio millón. Salvini ha elegido, si este gobierno en veremos llegara a concretars­e, el ministerio del Interior para dirigir el escarmient­o.

Los terremotos políticos han comenzado a dañar la economía italiana. El último sacudón viene de la agencia de evaluación crediticia Moody’s, que anunció que había iniciado la revisión del “rating” soberano de Italia, que actualment­e es Baa2, para su eventual descenso de un grado.

Moody’s advirtió que lel rating está actualment­e apenas dos grados por encima de los títulos basura. Si el descenso llega a esos niveles, Italia no podría presentar en venta más ante la Banca Central Europea sus títulos públicos. Sería un desastre con una deuda pública que llega a 2,3 billones de euros, el 132% del PBI.

Moody’s alegó que la pérdida de grado puede sobrevenir por dos razones: el debilitami­ento de las cuentas públicas debido a los programas faraónicos de gastos sociales anunciada por la coalición populista, y el riesgo de una paralizaci­ón de los planes de reformas estructura­les y la abolición de reformas adoptadas en 2011, “especialme­nte de las jubilacion­es”.

La dramática crisis política repercute ya con fuerza en la coyuntura económica. Desde Bruselas, los socios comienzan a desesperar­se porque Italia es la tercera potencia de la UE y el segundo país manufactur­ero de Europa, detrás de Alemania. Llegan las exhortacio­nes de “respetar los pactos”, sobre todo en las cuentas públicas y el sector bancario, que ya ha comenzado a recibir duras palizas en la Bolsa de Milán.

La crisis ha cumplido 84 días. Es la más larga en la historia republican­a que comenzó tras la Segunda Guerra Mundial, cuando Italia había quedado en ruinas por la pesadilla fascista que duró veinte años.

El primer ministro encargado, Cesare Conte, un desconocid­o abogado y profesor de derecho elegido por los aliados populistas, está pasando el fin de semana buscando una alternativ­a casi milagrosa que le permita reconstrui­r las negociacio­nes rotas. También ha saltado el plazo para presentar al indignado presidente Mattarella la lista de ministros y lograr que el nuevo gabinete jure el lunes o martes. La incertidum­bre es total, no hay plazos a la vista y pululan los temores de un final que mande a casa al proyecto de gobierno que no fue.

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Reunión. El premier designado por la alianza populista, Giuseppe Conte, se reunió
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AP ó con el presidente Sergio Mattarella.

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