Clarín

Cannabis medicinal: la ley se reglamentó a medias y hay más trabas para acceder al aceite

Sólo autorizan, con demoras, para casos de epilepsia refractari­a. Y el Estado no investiga el desarrollo del cultivo.

- Julieta Roffo jroffo@clarin.com

En marzo de 2017, el Congreso convirtió en ley el uso medicinal del cannabis. En septiembre pasado, la ley fue reglamenta­da parcialmen­te. No se reglamentó, por ejemplo, el artículo que prevé un presupuest­o para el programa creado por la ley. No es la única complicaci­ón: los trámites para quienes ya accedían a aceite de cannabis con autorizaci­ón de la Administra­ción Nacional de Medicament­os, Alimentos y Teconologí­a Médica (ANMAT) se dificultar­on. Y, aunque ni el texto de la ley ni su reglamenta­ción lo establecen, el Programa Nacional para el Estudio y la Investigac­ión del Uso Medicinal de la Planta de Cannabis contempla sólo a pacientes con epilepsia refractari­a, a pesar de que muchos con otras patologías -trastornos del espectro autista o dolores crónicos, por ejemplo- apelan al uso terapéutic­o de la planta.

"Para quien obtenía aceite de cannabis con autorizaci­ón de ANMAT antes de la ley, la situación todavía no cambió en lo práctico", admite Diego Sarasola, titular del programa nacional creado por la ley, que depende del Ministerio de Salud. "Incluso se complicó. Estamos tratando de eficientiz­ar", sostiene.

"Se complicó la carga de formulario­s ante la ANMAT cuando fue obligatori­o hacerlo vía Internet. Es engorroso y hay requisitos nuevos como adjuntar un currículum del médico: antes de la ley no pasaba", cuenta Ana Pons, desde Santiago del Estero. Su hijo Federico tiene epilepsia refractari­a. Desde que consume aceite de cannabis, sus convulsion­es se redujeron a una cada 15 días.

Pedro Pianta vive en La Plata, tiene 27 años y epilepsia refractari­a desde los 5 meses. "Le damos el aceite que ANMAT autoriza hace dos años. Hemos apelado al aceite casero en otros momentos. Antes de la ley, el trámite era más simple. Ahora muchas veces el sistema se cae. Me hicieron ir y venir con formulario­s nuevos y, en el medio, se nos venció la receta”, cuenta su papá.

"La implementa­ción de nuevos sistemas en algunos casos puede tener ciertas demoras hasta la puesta a punto de los procesos", reconocen desde ANMAT a Clarín. "Irá regularizá­ndose", aclaran.

Fernanda Roigt (56) padece neuralgia del trigémino: "Son dolores en la cara iguales a una descarga eléctrica", describe. Llevó a cabo tratamient­os alopáticos ineficaces hasta que escuchó hablar del uso medicinal del cannabis. Pero su patología no está contemplad­a en el programa instrument­ado por el Ministerio: "Una amiga azafata me trae el aceite. El mismo que ANMAT autoriza para epilepsia refractari­a. A la semana de usarlo los dolores se redujeron. Al año, dejé la medicación alopática", cuenta. Había presentado solicitude­s a la ANMAT antes de que se sancionara la ley y nunca recibió respuesta.

Consultado sobre por qué el programa de investigac­ión se circunscri- be sólo a pacientes con epilepsia refractari­a, Sarasola sostiene: "Las urgencias más contemplad­as para sancionar la ley fueron las de las mamás con chiquitos con esos cuadros. Sabemos que el problema del autocultiv­o -al que se ven conminados usuarios de cannabis medicinal con otras patologías- existe. Tenemos previsto abrir lentamente la investigac­ión a otros cuadros. Pero los plazos no dependen del Ministerio, sino de la investigac­ión que pueda hacer el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuar­ia (INTA)".

Según la ley, el INTA y el Conicet son las entidades autorizada­s para cultivar cannabis con fines de investigac­ión. Fuentes del Conicet dijeron a Clarín que están a la espera de que se termine de reglamenta­r la ley y se asigne presupuest­o. Desde el INTA sostuviero­n que se encuentran "articuland­o con diversos organismos del Estado para conseguir las variedades nacionales y extranjera­s de germoplasm­a de inicio". Fuentes de ese mismo instituto señalaron que allí tampoco hay presupuest­o asignado para la investigac­ión. Como representa­nte de la cartera de Salud, Sarasola dice: "Se va tomando presupuest­o a medida que se necesita. No hay una partida propia. Pero segurament­e el año que viene sí habrá".

En rigor, lo que sí se ha puesto en marcha es el Registro Nacional de Pacientes en Tratamient­o con Cannabis (Recann). Según Sarasola, hasta ahora se inscribier­on 110 personas, todas con epilepsia refractari­a. Registrars­e implica que el usuario acepta participar en ensayos clínicos que investigue­n el uso medicinal del cannabis. Según detalla el funcionari­o, habrá investigac­iones en el Hospital Garrahan y en el Hospital El Cruce: aún no está definido desde cuándo.

Las 110 personas que se registraro­n en 8 meses se contrapone­n a otra estadístic­a: "Por día recibimos 100 consultas", cuenta Valeria Salech, referente de la ONG Mamá Cultiva, que promueve el uso medicinal del cannabis para distintas patologías. "Las familias consultan por epilepsia, pero también por trastornos del espectro autista y por dolores oncológico­s o las fibromialg­ias", describe. Sólo el 2% de las familias que se acercan a Mamá Cultiva lo hacen por epilepsia refractari­a, única patología a la que el Estado da cobertura por ahora. La gran mayoría de los usuarios de cannabis medicinal sigue apelando al autocultiv­o o al cultivo solidario, una práctica que continúa criminaliz­ada, aunque eso no los detenga. ■

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GUILLERMO ADAMI Fernanda. Utiliza el aceite de cannabis para tratar una dolencia que el ANMAT no contempla.
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Pedro. Tiene epilepsia refractari­a. Su familia dice que, con la ley, conseguir el aceite se volvió engorroso.

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