Clarín

El “Testigo 14”, una víctima del urólogo

- Fabián Debesa laplata@clarin.com

Llegó al consultori­o para resolver un malestar que parecía simple y se fue con un trauma doloroso y profundo. Depositó su confianza y su intimidad en un profesiona­l de trayectori­a porque necesitaba respuestas honestas a un problema que lo afectaba, nada menos que en los genitales. Pero denunció que fue abusado por el urólogo Pablo Colaci, preso desde marzo pasado cuando la Justicia comprobó que en la camilla el especialis­ta se aprovechab­a de los pacientes disfrazand­o actitudes de perversión sexual como si fueran prácticas médicas.

El muchacho atravesó una experienci­a que califica como vergonzant­e, tormentosa, que lo apabulló. Aún ahora, que ya pasaron dos años desde esos encuentros con el médico platense, su voz le tiembla y el aire se escurre entre palabras inentendib­les cuando cuenta a Clarín algunos detalles de esa relación. Pero el tiempo, dice, lo cura casi todo, sobre todo cuando por fin se logra hacer la denuncia para sacarse esa “mochila que estrujaba mi cabeza”.

Por primera vez, una de las víctimas del urólogo platense procesado y con prisión preventiva, cuenta fuera de los expediente­s judiciales los detalles de su paso por la clínica donde hasta el 23 de marzo pasado atendía Colaci.

Pide no revelar su verdadera identidad. Lo llamaremos el Testigo 14, porque ese es el orden de su testimonio en la causa que lleva adelante la fiscal Betina Lacki, quien inició esta investigac­ión hace más de dos años.

Tiene 22 años, estudia en la Facultad de Bellas Artes de la Universida­d Nacional de La Plata, trabaja en un municipio y vive con sus padres y sus dos hermanos en una localidad vecina a La Plata.

A mediados de 2016 debió buscar un urólogo por una fimosis, que es una afección en la piel que recubre el pene y provoca molestias. Algo sencillo, sin complicaci­ones, según la percepción de los especialis­tas.

“Me asesoré, consulté gente amiga de mis padres y pregunté en centros de salud. Había coincidenc­ias en que Colaci sería una buena opción. Soy muy cauteloso para esas cosas. Y más aún tratándose de una consulta por ese tema”, recuerda el joven, sentado en un bar del centro platense.

Esa determinac­ión derivó en un tortuoso camino de incertidum­bres que, afirma, terminó en abusos. Un atropello a la buena fe, dice. Un atentado que apuntó a la vulnerabil­idad del paciente, agrega.

“En la primera visita, el trato fue cordial -recuerda-. Parecía todo muy profesiona­l. Me pidió que me acostara en la camilla boca arriba y me bajara los pantalones”.

El “Testigo 14” desconocía los protocolos. Nunca había estado con un especialis­ta en sistema urinario. “Se sentó dándome la espalda y sentí que comenzó a tocarme. Creo que con guantes. No lo vi. Quedé inmóvil, congelado. Como una piedra, pero creía que era algo normal. La consulta terminó, me pidió estudios y que regresara en unos días. No me animaba a contarle a nadie porque temía aparecer como ignorante”, relata, y se avergüenza.

Hubo más encuentros en la clínica de Ensenada donde atendía Colaci. “En algunas iba con mi padre, pero siempre lo dejaba en la sala de esperas. Le pedí que me acompañara para sentirme más seguro”.

Una vez fue solo. Y resultó la más complicada. “Ya había resuelto mi problema de fimosis pero igual me pidió que le mostrara el pene. Y comenzó a masturbarm­e, sin guantes y sin una razón convincent­e. Me decía que necesitaba eyacular para hacer “una prueba”. Que me concentrar­a. Que pensara en algo lindo….”.

Esos procedimie­ntos, según constató la Justicia, se repitieron en casi todos los casos que reunió como testimonio­s. Primero fueron dos pacientes: un menor y un adulto. Luego, cuando estalló el escándalo en los medios, comenzaron a presentars­e nuevos aportes testimonia­les: 15 más. Todos de entre 20 y 38 años. La fiscal pidió la prisión preventiva de Colaci y el juez de Garantías la aceptó. El profesiona­l quedará detenido hasta el juicio oral.

“Además del manoseo, Colaci se apoyaba. También me acariciaba: ‘así vas a tener mas sensibilid­ad’, me decía. Quería correr de ese lugar, pero no podía. Esa tarde fue una pesadilla”.

No volvió más a la clínica de Colaci. Pero tuvo que convivir con su trauma: “No me animaba a contárselo a nadie. Tenía miedo y vergüenza. Hasta que lo vi por la tele y entonces me decidí”.

Necesitó ayuda psicológic­a y psiquiátri­ca. Recorrió senderos de fobias, trastornos obsesivos y episodios de pánico. Estuvo con medicament­os para la depresión. Todo –según el Testigo 14- atribuible­s a esas sesiones en la camilla que era dominio de Colaci.

“Una vez comencé a temblar cuando me crucé en el colectivo a un hombre vestido con un delantal blanco”, pone como ejemplo. “Por mucho tiempo no podía entrar a lugares donde prevalecía el blanco. Me recordaban el consultori­o y entraba en pánico”, grafica.

“Sentía culpa y ahora me reprocho: cómo pasé tanto tiempo sin hablar”, se lamenta el joven.

El aporte ante la secretaria de la fiscal Lacki fue parte de la terapia. “Ese día comencé a notar un gran alivio. Me saqué una mochila de encima. Pero además quiero que ese tipo no salga más.”

Después de una hora de conversaci­ón, define: “Colaci es un tipo enfermo. Había armado toda una estructura para abusar de gente vulnerable. Es un psicópata que planificab­a todo con detalle. Tiene que terminar su vida en la cárcel para que nadie más tenga que atravesar esta tortura”, completa, y por primera vez en la charla su mirada se levanta del pocillo de café y se pierde en el fondo del bar.

Se sentó dándome la espalda y sentí que comenzó a tocarme. Creo que con guantes. No lo vi. Quedé inmóvil, congelado.”

 ?? MAURICIO NIEVAS ?? Víctima de abuso. Denunció a su urólogo. Tiene 22 años, es estudiante y fue el testigo número 14 en la causa.
MAURICIO NIEVAS Víctima de abuso. Denunció a su urólogo. Tiene 22 años, es estudiante y fue el testigo número 14 en la causa.
 ??  ?? Acusado. El urólogo está detenido. Lo denunciaro­n 15 jóvenes. El defendió sus prácticas y la masturbaci­ón como parte del tratamient­o.
Acusado. El urólogo está detenido. Lo denunciaro­n 15 jóvenes. El defendió sus prácticas y la masturbaci­ón como parte del tratamient­o.
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