Clarín

Adiós a un artista exquisito

Aunque nacido en Italia, se formó y actuó en nuestro país, donde exponía desde su juventud. Deja un legado de obras y la transmisió­n a sus numerosos tallerista­s.

- ANTONIO PUJIA

Nació en Italia pero desarrolló en Argentina toda su carrera. Escultor consagrado, murió a los 88 años.

El gran y delicado escultor Antonio Pujia, quien dominaba la antigua técnica de la escultura a la encáustica, murió este sábado.

Muy querido por sus alumnos y colegas, el exquisito artista, nacido en 1929 en Polia, un pueblo del sur de Italia, manejaba el arte de emplear cera de abejas para aglutinar elementos a la hora de realizar una obra. Se trata de una técnica que muy pocos artistas conocen hoy en día. Hay que trabajarla rápido, porque el material seca enseguida. Y expresa la gestualida­d, el movimiento, la vibración y la intensidad del escultor.

Había detallado sobre su trabajo, hace unos años en una entrevista: “Este tipo de material tiene una pigmentaci­ón muy viva y su color no varía con el tiempo. Si la acaricio (en referencia a la escultura), me devuelve un brillito. Si la agredo, estalla, y en ese estallido me permite diluirla más rápido. El fuego es su gran enemigo, pero sin él no podríamos hablar de cera.”

Sensible, humano, Pujia se recibió de profesor nacional de dibujo en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y de profesor de escultura en la Escuela Superior de Bellas Artes Ernesto de la Cárcova. Allí tuvo como profesores a Troiano Troiani, Alfredo Bigatti, Alberto Lagos y José Fioravanti, con los cuales también trabajó como ayudante en sus talleres, así como en el taller de Rogelio Yrurtia.

El artista realizó su primera muestra individual en la mítica galería Witcomb, en 1965. Ya a esa altura, con solamente 30 años, había ganado el Gran Premio del Salón Manuel Belgrano y el “Augusto Palanza” del Fondo Nacional de las Artes, además del Gran Premio de Honor del Salón Nacional, entre otros.

Ya en el 82, con el advenimien­to de la democracia, creó por encargo una medalla conmemorat­iva de la asunción a la Presidenci­a de Raúl Alfonsín.

Luego de dos grandes muestras que realizó en el año 2000 en el Museo Eduardo Sívori y en la Galería Principium, Pujia decidió rendirle homenaje al Maestro Rogelio Yrurtia, del cual fuera ayudante en su juventud y de quien conservaba valiosas vivencias y un profundo agradecimi­ento. Reunió entonces parte de sus obras desde 1960 y llevó a cabo una gran exposición en la Casa Museo Rogelio Yrurtia.

Después de 2004 suspendió sus cursos y su participac­ión en muestras colectivas o ferias de arte, para comenzar a crear una gran serie en homenaje a la mujer. Fue así, definiendo y construyen­do un conjunto de piezas ensambland­o bronce fundido a la cera perdida, mármol de carrara, mármol belga, ébano con diversos baños de plata y oro. Esta era su producción de los últimos años.

Antonio Pujia fue velado el mismo sábado y enterrado en el Jardín de la Paz este domingo.

Muchos colegas y ex alumnos lamentaron con sentida tristeza su partida, durante las últimas horas. Se fue uno de los grandes escultores que tuvo nuestro país. Parte de una etapa que se termina; quedan las obras. ■

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Método olvidado. Posteridad de la forma, a partir de una matriz de cera.
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El maestro Pujia. Especialme­nte querido por decenas de tallerista­s.

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