Clarín

Desafíos para oficialism­o y oposición

Límites políticos e incentivos para el peronismo

- Aldo Isuani Sociólogo (Universida­d de San Andrés)

Desde finales del año pasado un gobierno fuertement­e respaldado en las urnas ha debido hacer frente a una pérdida de imagen positiva y a la revisión del gradualism­o inicial por las dificultad­es financiera­s y la desconfian­za de los inversores. Así, problemas económicos se transforma­n en desafíos políticos, para volver a impactar en la economía. Y así continúa el ciclo...

En este contexto deseo analizar la relación entre el Gobierno y el peronismo.

El triunfo de Cambiemos en la elección presidenci­al fue un elemento central en la división del peronismo, profundiza­da por la derrota en las elecciones legislativ­as, especialme­nte en la provincia de Buenos Aires. Pero, por otro lado, tres elementos podrían estar operando para su reunificac­ión.

1. En primer lugar, la tensión que enfrenta el Gobierno entre lo que de él espera el mundo empresario y las demandas de mejora en condicione­s de vida de la gran mayoría de la población. Lo que ambos demandan suele ser casi imposible de resolver en simultáneo en un corto plazo dada la magnitud de los desajustes legados al actual gobierno. Y ello se traduce en inversione­s con cuentagota­s por parte de los que disponen del capital y severas advertenci­as sobre el rumbo de la política económica, o en ciudadanía que retira apoyo a quienes no cumplen con sus expectativ­as.

He sostenido que solo las sociedades con alta tolerancia a la desigualda­d social (EE.UU., por ejemplo) o las que desarrolla­ron un importante Estado de Bienestar (países escandinav­os, por ejemplo) pueden ver un funcionami­ento relativame­nte armonioso del capitalism­o y la democracia.

No es este el caso argentino y, en consecuenc­ia, la resolución de aquella tensión es un serio dilema para quien gobierna ya que torna muy difícil lograr el reordenami­ento económico propuesto en consonanci­a con los tiempos electorale­s y también puede promover que una parte de quienes votaron al Gobierno comience a mirar a otras fuerzas políticas como opción.

2. La naturaleza básicament­e estatal del peronismo lo obliga a luchar por la sobreviven­cia.

Nunca estuvo dos periodos presidenci­ales fuera del gobierno nacional y además sin la provincia de Buenos Aires. Para un movimiento que depende fundamenta­lmente de su presencia en el Estado para existir, la opción puede ser crítica: o se rearma y gana en el 2019 o comienza a dirigirse hacia el mismo fin de la Unión Soviética.

En verdad, el triunfo electoral de Cambiemos no debe ocultar que los aciertos fueron acompañado­s de alta dosis de fortuna en momentos claves; por ejemplo, cuando el peronismo eligió a un candidato problemáti­co para gobernar la provincia de Buenos Aires o cuando la ex presidenta se negó a una competenci­a interna en las PASO, factores que implicaron derrotas en 2015 y 2017. Segurament­e, otra sería la situación política del país si esos garrafales errores de los hoy opositores no hubieran sucedido. No debería confiarse que necesariam­ente seguirán cometiendo este tipo de errores

3. La frágil coalición gubernamen­tal con un partido central y aliados que funcionan como socios menores y además en minoría parlamenta­ria. No es fácil resolver los serios problemas pendientes si no se transmite fortaleza suficiente para cumplir lo prometido y esto precisa de una sólida mayoría parlamenta­ria surgida de un gobierno de coalición amplio y generoso.

Ayer eso era posible, hoy es más difícil, mañana segurament­e imposible. Sería deseable que no llegáramos a la situación de que Cambiemos tenga que proponer un “gobierno de unidad nacional”, no fruto del amor sino del espanto y la debilidad. Ya nos pasó una vez y sabemos cómo acabó.

En síntesis, la aguda tensión entre acumulació­n y distribuci­ón que enfrenta el gobierno y la frágil coalición gubernamen­tal pueden llevar a la galvanizac­ión del hoy dividido peronismo. ■

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