El nuevo gobierno de Italia estudia el retiro de sus tropas en Afganistán
El nuevo gobierno italiano estudia el retiro gradual de sus tropas en Afganistán, presentes en el país desde hace 16 años. Se trata de “algo más que una hipótesis”, dijeron fuentes del ministerio de Defensa al diario La Stampa, y aclararon que el objetivo será alcanzado en el marco de un acuerdo con los países de la OTAN, la alianza militar occidental. Los militares italianos, que actualmente son 850 sobre un total de diez mil (la gran ma- yoría norteamericanos), llegaron a Afganistán poco después del ataque terrorista que destruyó las Torres Gemelas de Nueva York y causó casi tres mil muertos. Estados Unidos invadió de inmediato el país con la ayuda de Gran Bretaña y ha quedado hasta hoy empantanado en la guerra contra los talibanes y el grupo Al Qaeda del difunto Osama bin Laden.
Desde el punto de vista norteamericano, el retiro de los italianos provocará un problema serio porque la península “es un estrecho aliado y un punto de referencia fundamental”, lo que arriesgaría dañar las rela- ciones entre Washington y Roma. Desde 2015, la presencia italiana va mucho más allá del número de 850 soldados porque tienen la misión de adiestrar a la policía y al ejército afganos, además de coordinar los recursos de los aliados menores. Desde Estados Unidos se trasmite la preocupación de que Italia “nos abandone” siendo una pieza clave que ha ayudado también en Irak al contingente norteamericano “y es también una garantía de seguridad en la zona del Mediterráneo.
La nueva ministra de Defensa, Elizabetta Trenta, ha comenzado a mo- ver las piezas del retiro, pero tratando de demostrar que es cada vez mayor la voluntad italiana de colaboración con el aliado norteamericano. Trenta ya ha indicado a los norteamericanos que el retiro de Afganistán no responde a “prejuicios ideológicos”, sino a problemas en el equilibrio del balance. Tiempos y modos deben ser aún definidos y los italianos también se muestran interesados “a una mayor colaboración con Rusia sin perjudicar la alianza con Estados Unidos”.
El gobierno populista demuestra una abierta vocación de amistad hacia la Rusia de Putin, sancionada por Estados Unidos y los países europeos. El más entusiasta es el ultraderechista líder de la Liga, Matteo Salvini, ministro del Interior. El financista internacional, George Soros, encendió la mecha hace dos días confiando que sospechaba que Salvini recibía fuertes contribuciones financieras de Putin. Salvini rechazó la acusación.
El presidente ruso mantiene óptimas relaciones con todos los líderes ultraderechistas europeos. Esta es una estrategia para debilitar a la Unión Europea. El presidente Donald Trump recibió también la denuncia de mantener relaciones “non sanctas” con Rusia. Según La Stampa, si Italia se retira de Afganistán pondrá en riesgo la alianza con EE.UU. De allí la reacción de Washington, que señaló la importancia de la península “como garantía de la seguridad en el Mediterráneo”. Se trata de una seria advertencia que amenaza desestabilizar los acuerdos que han erigido a Italia como base principal para gestionar las operaciones militares y de inteligencia en Libia.
Italia tiene enormes intereses, en primer lugar petroleros, en Libia, una de sus principales ex colonias. Francia desde hace años busca desmontar a Roma como principal interlocutor con los libios. ■