En España, el nuevo presidente recibe presiones del separatismo de Cataluña
El titular del gobierno catalán quiere saber cuáles son los planes del gobierno para la región soberanista.
El socialista Pedro Sánchez inicia su primera semana como presidente español y, a pesar de que todavía no formó su nuevo gabinete ni ha dormido una noche en el Palacio de La Moncloa, ya se sabe que convocará a elecciones antes de 2020. “Lo primero es dar estabilidad al país pero no vamos a agotar esta Legislatura”, confirmó ayer la vicesecretaria general de su partido, el PSOE, Adriana Lastra. La actual Legislatura, la duodécima desde la aprobación de la Constitución española en 1978, tiene fecha de vencimiento dentro de dos años.
Cataluña, sin embargo, sigue siendo la piedra en el zapato de Sánchez, cuyo entorno ha filtrado en voz baja que podría reunirse con el presidente catalán Quim Torra en los próximos quince días.
Aún sangrando por la herida mortal que el socialismo le provocó al Partido Popular (PP) cuando, en una semana, barrió al ex presidente Mariano Rajoy del poder, el portavoz parlamentario de los populares, Rafael Hernando, sembró la duda: “Sánchez tendrá que explicar qué es lo que ha pactado con los independentistas para llegar a la presidencia. Porque cuando intentó llegar al poder en 2016, no lo apoyaron”.
“No ha habido ninguna negociación ni la habrá -aseguró Lastra-. Ahora se abre un tiempo nuevo, de mayor diálogo. Las líneas rojas de ese diálogo serán las que marca la propia Constitución. El presidente tendrá una relación fluida, constante, pero Torra debe devolver la normalidad institucional a Cataluña. Hay que superar esa fractura social que el secesionismo catalán ha provocado.”
El nacionalismo catalán, mientras tanto, toma nota y busca, con cintura fina, cómo sacar tajada de la insólita coyuntura política que vive hoy España. En su primera entrevista como sucesor del rebelde Carles Puigdemont en el sillón de la Generalitat, Quim Torra dijo el domingo por la noche en TV3, el canal de televisión oficial catalán, que ya ha intercambiado mensajes con el presidente Sánchez.
Y hasta se permitió la ironía: “Necesito saber con qué presidente Sánchez me voy a encontrar. Con el que votó el 155 (el artículo de la Constitución que permitió la intervención de Cataluña) o con el que en su discurso en el debate de investidura abría algunas puertas -se preguntó Torra-. Es urgente que nos veamos y que Cataluña sepa si estamos ante el PSOE que despenalizó el referéndum o el que apoyó el 155”.
El presidente catalán, que ayer volvió a visitar al ex vicepresidente Oriol Junqueras y a los ex consellers encar- celados en la prisión de Estremera - ha sido su segunda visita en quince días-, apuró al nuevo mandatario español: “Quisiera saber cuál es el proyecto de Pedro Sánchez para Cataluña”. Desde su último discurso en el Congreso, el presidente Sánchez no ha vuelto a pronunciar en público la palabra Cataluña. Sí lo ha hecho el dirigente José Luis Abalos, quien aseguró que el nuevo gobierno español mantendrá el control sobre las cuentas de la Generalitat, es decir, que seguirá vigente la intervención económica que obliga a Cataluña a mandar a Madrid sus cuentas una vez por mes.
Sánchez quiere incluir en su gabinete a un miembro del Partido Socialista de Cataluña como una pieza clave en el rompecabezas que se volverá su relación con el soberanismo a partir de la cita a ciegas que tendrá con Torra. Podría ser la constitucionalista Meritxell Batet, que integra la dirección del socialismo catalán junto a su líder, Miquel Iceta.
“Ahora es el momento de la restitución. De la restitución a la constitución de la república catalana es nuestro proyecto para esta Legislatura”, vaticinó Torra, quien además confesó que le quiere hacer tres preguntas a Pedro Sánchez: “Cuál es su postura respecto de los derechos civiles y las libertades políticas; si permitirá la restitución de las dieciséis leyes sociales aprobadas por el Parlamento catalán y anuladas por el Tribunal Constitucional, y cuál es su posición respecto del derecho a la autodeterminación de Cataluña”. Más que preguntas, serán dolores de cabeza para un Pedro Sánchez recién llegado a La Moncloa. ■