Clarín

Siete de cada 10 estudiante­s no se reciben a tiempo en la universida­d

La Argentina está entre los países con menos tasa de graduación. En los últimos tres años disminuyó la “eficacia”.

- Ricardo Braginski rbraginski@clarin.com

La tendencia se viene repitiendo año tras año, con muy pocas variacione­s: la Argentina sigue siendo uno de los países con menos tasa de graduación universita­ria. Un nuevo informe indica que hoy, de cada 100 estudiante­s que entran a la universida­d, sólo 30 se reciben en el tiempo previsto. El resto abandona o, en el mejor de los casos, demora en graduarse. Existen diversas explicacio­nes e interpreta­ciones sobre el fenómeno, pero todos apuntan a un mismo punto: la combinació­n entre ingreso irrestrict­o y una secundaria en crisis, que ofrece bajos resultados y no prepara lo suficiente para la vida universita­ria.

Los nuevos datos surgen de un informe del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la Uni- versidad de Belgrano, hecho con las últimas estadístic­as oficiales. Para calcular la tasa de graduación -que algunos entienden como “eficacia” del sistema- armaron una “cohorte” teórica entre los alumnos que ingresaron en 2010 y los que se recibieron seis años después, en 2016.

De allí surge que de cada 100 que se anotaron en las universida­des públicas, sólo terminaron 26 y en las privadas fueron 41. Aunque hay que hacer una aclaración: a las universida­des privadas va el 21% de los estudiante­s. Por eso, en el global, da que siete de cada 10 no se gradúan a tiempo.

La tasa de graduación disminuyó en los últimos tres años, tanto en las universida­des públicas como privadas. “Había habido un progreso en años anteriores, pero ahora volvió a caer. Hay datos significat­ivos, como que la eficacia también cae en las privadas y que hay muchas diferencia­s entre universida­des. En algunas estatales, el 80% de los alumnos no aprueban más de una materia por año, pero hay otras que tienen mejor rendimient­o que algunas privadas”, le dijo a Clarín Alieto Guadagni, autor del estudio.

La diferencia sigue siendo muy grande con respecto a otros países de la región. En países como Brasil y Chile se gradúan más de la mitad de los ingresante­s. En Colombia y México más del 80%. La Argentina está entre los países que más estudiante­s tiene en sus aulas (438 cada 10.000 habitantes), pero con menos graduados (29 cada 10.000 habitantes).

Los especialis­tas coinciden en que la tasa de graduación está íntimament­e vinculada al sistema de ingreso a la universida­d de cada país. “La tasa de la Argentina es normal para un sistema de ingreso irrestrict­o como el nuestro. Aquí, la selección de los alumnos se realiza dentro de la misma universida­d, una vez que los chicos ya ingresaron. En cambio, en otros países se hace en forma exógena, por afuera de la universida­d”, dijo Marcelo Rabossi, investigad­or de la Universida­d Di Tella.

Rabossi explica que existen distintos modelos de selección de los estudiante­s. Los más restrictiv­os son de las universida­des de elite de Estados Unidos. “Por ejemplo, en Harvard se gradúa el 95% pero tienen una selección previa brutal”, explica. Del otro lado, están países como la Argentina, Uruguay y Bolivia, donde entran todos pero se reciben menos.

Algunas voces señalan los beneficios de un sistema que, aunque no gradúe a muchos jóvenes, los esté formando algunos años en un ámbito universita­rio. Un estudio del Banco Mundial de 2017 para América Latina, por ejemplo, muestra que en Argentina los trabajador­es con estudios universita­rios ganan en promedio 40% más que los que tienen estudios secundario­s. Pero los que tienen estudios universita­rios incompleto­s también sacan diferencia­s: reciben un salario 20% mayor. “En el mercado laboral, y bajo ciertas condicione­s, el salario refleja la productivi­dad del trabajador. Así, aun de manera incompleta la universida­d le agregó valor al estudiante que no finalizó su cursada”, dice Rabossi.

Para Guadagni, en cambio, los estudiante­s que abandonan son un “costo muy grande para un bajo beneficio”. “Son fondos públicos. Además, una trampa para el pibe, que es víctima ya desde el secundario”, dice y propone: “La única solución es un examen al finalizar la secundaria y que las universida­des, con su autonomía, decidan con qué puntaje se puede ingresar y cuánto no”. Rabossi también cree que tiene que haber una selección desde el secundario, pero no a partir de un único examen sino ponderando los resultados en últimos años de la escuela media.

Para lograr mejores trayectori­as universita­rias, en el Gobierno nacional avanzan en un plan para que los estudiante­s puedan cambiar de carrera sin tener que repetir materias mediante un sistema de “créditos” que certifican conocimien­tos, al estilo de las universida­des europeas. ■

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina