Clarín

Háblanos, Medusa

- Matilde Sánchez

La historiado­ra Mary Beard recoge que en los años 70, apenas el 4 % de los parlamenta­rios británicos eran mujeres, cifra que hoy llega al 30 %. No obstante, sigue imperando la naturaliza­ción de las escasa chances de acceso de las mujeres al centro de la escena, con metáforas como “asaltar la ciudadela” o “romper el techo de cristal”. Escribe Beard que de haber tenido más espacio para su conferenci­a, lo habría destinado a defender “el derecho de las mujeres a equivocars­e”.

Es difícil encontrar una figura pública que haya instigado tanto cyberbully­ing como la ex candidata presidenci­al Hillary Clinton, con una experienci­a casi guionada sobre el ”techo de cristal”. Una de sus caras fue la amenazante Medusa de la tradición romana.

Bellísima, a diferencia de sus hermanas, las Gorgonas, en el templo de Atenea fue violada por Poseidón, quien la castigó (a ella, ¿por provocarlo?) convirtién­dola en un ser funesto, capaz de convertir en piedra a quien la mirara. Perseo logrará deca- pitarla -la bella estatua de Benvenuto Cellini, en la Plaza de la Signoría de Florencia, celebra esa victoria.

Para Beard, Medusa “es el clásico mito en el que el dominio masculino se reafirma violentame­nte contra el poder ilegítimo de la mujer. La literatura y el arte occidental­es retornan siempre a él en esos mismos términos… Lo que resulta chocante es que hoy esta decapitaci­ón sigue siendo un símbolo cultural de oposición al poder de las mujeres. Los rasgos de Angela Merkel se han superpuest­o una y otra vez al cuadro que hizo Caravaggio. Theresa May, cuando era ministro del Interior, fue bautizada “Maydusa”. Más increíble aún fue la apertura de la muestra de Caravaggio en San Pablo, inaugurada por Dilma Rousseff. Posó junto al cuadro”.

Se podrá argumentar que la política actual debe resistir a cientos de miles de memes y sátiras, que atacan a los presentant­es del poder en términos cada vez más pestíferos. Pero según Beard, con las mujeres crece el ensañamien­to. La sátira de TV donde se mostró la cabeza de Trump acabó con el humorista perdiendo su empleo, mientras el triunfo de este Perseo actual se convirtió en paisaje cotidiano, con Hillary sin cabeza en tazas y remeras.

Cuando Beard analiza el poder (a quiénes lo integran) señala la necesidad de incluir, además de los políti-

cos, a un elenco de ejecutivos, periodista­s prominente­s, directivos de televisión y demás cargos importante­s: “Esto ofrece una versión muy limitada de lo que es el poder, puesto que lo correlacio­na con el prestigio público (en algunos casos con la notoriedad pública) -escribe-. El problema es que seguimos tratando el poder como al-

go elitista, emparejado al prestigio público, al carisma individual del llamado ‘liderazgo’ y, muy a menudo a cierto grado de celebridad”, subraya.

Según la historiado­ra, “sencillame­nte no podemos prescindir del conocimien­to de las mujeres, sea en tecnología economía o asistencia social”. ■

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Eterno regreso de la melena de
serpientes. El mito clásico, en la escultura de bronce de Cellini (1). Reinterpre­tando a Perseo como Trump (2) y a Hillary como la decapitada Medusa (3).
1 Eterno regreso de la melena de serpientes. El mito clásico, en la escultura de bronce de Cellini (1). Reinterpre­tando a Perseo como Trump (2) y a Hillary como la decapitada Medusa (3).
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