Clarín

La escalada en París

Ya está 4° del mundo, igualando su mejor ranking. Hoy enfrenta a Nadal por la semi de Roland Garros.

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Lloró Juan Martín Del Potro con el rostro hundido en las manos, mientras el público que acababa de presenciar su triunfo ante Marin Cilic lo bañaba en aplausos. Lloró “como un nene” por todo lo que significó ese 76 (7-5), 5-7, 6-3 y 7-5 ante el croata en un duelo cambiante, que se había suspendido el miércoles por lluvia cuando el tie break del primer set estaba igualado 5-5. Lloró porque tras el partido, su mente se llenó de los recuerdos de la pesadilla que vivió con las operacione­s en las muñecas en los últimos nueve años, desde su última aparición entre los cuatro mejores del Grand Slam francés. Y porque esa victoria que le permitió meterse en las semifinale­s de Roland Garros por primera vez desde 2009 llegó co- mo una confirmaci­ón de que el tandilense está de vuelta en la elite.

“Tenía mucha emoción guardada. Por eso cuando terminó pude explotar. En esas lágrimas se van muchas cosas feas y muchas buenas; y se disfruta lo conseguido. Por todo lo que pasó en el medio, no me imaginaba que casi diez años después de mi última semifinal en París iba a estar otra vez acá”, confesó.

El boleto a semis le dio un premio extra. Desde el lunes volverá a ser el número cuatro del mundo, su mejor ranking histórico y un lugar que ocupó por última vez en febrero de 2014. Y si gana el torneo -algo que suena a hazaña porque hoy deberá a enfrentar al gran Rafael Nadal por el pase a la final-, será el nuevo número tres.

Delpo dijo más de una vez que el ranking hoy no es su prioridad. Sin embargo, ayer admitió: “Hace no mucho estaba cerca de no jugar más. Y ver que los que están arriba mío son (Roger) Federer, Nadal y (Alexander) Zverev, es algo increíble”.

Tal vez esta valoración especial tenga una razón de ser. Porque el ascenso en el ranking es otro indicador de que el tandilense está en un punto muy alto de su carrera, tras los duros momentos que vivió desde aquella dramática caída ante Federer en las semis de Roland Garros 2009.

Poco después de esa derrota, Del Potro tocó el cielo con las manos en Flushing Meadows al conseguir su - hasta ahora- único Grand Slam. Pero cuando empezaba a disfrutar de su bien ganado lugar entre los mejores, sus muñecas lo hicieron tambalear. Primero la derecha, que lo obligó a pasar por el quirófano a principios de 2010 y lo tuvo ocho meses alejado de las canchas; y luego la izquierda, que tuvo que operarse tres veces entre marzo de 2014 y junio de 2015 y lo dejó jugar solo seis torneos en esas dos temporadas.

Después de la última operación tocó fondo, llegó a estar 1.045 en el ranking y hasta pensó en dejar el tenis. Sin embargo, no se dejó abatir y tuvo su recompensa. Tras su regreso vivió un 2016 soñado con la inolvidabl­e medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y la histórica consagraci­ón con Argentina en la Copa Davis en Zagreb. Y un 2017 que terminó con un el título en Estocolmo y a las puertas del Masters de Londres y del top 10. Este año volvió a hacer una gran pretempora­da y a jugar el Abierto de Australia, se metió otra vez entre los diez mejores, fue campeón en Acapulco y conquistó su primer Masters 1000 en Indian Wells.

Su presencia en París estuvo en duda hasta último minuto por un pequeño desgarro en la pierna izquierda. Pero quizás por lo que significa este torneo para un tenis argentino con tanta historia en polvo de ladrillo, aunque esa es una superficie que a él le cuesta mucho, hizo todo lo que pudo para no perdérselo. Hoy disfruta su recompensa.

“Jugar acá fue la decisión correcta. Estoy feliz”, reconoció Del Potro, que tras nueve años volvió a la elite de Roland Garros. ■

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 ?? REUTERS ?? Misión cumplida. La derecha del croata Cilic es mala y Del Potro celebra su avance a semifinale­s. Lo había logrado por primera vez en 2009.
REUTERS Misión cumplida. La derecha del croata Cilic es mala y Del Potro celebra su avance a semifinale­s. Lo había logrado por primera vez en 2009.

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