Clarín

La abogada de los narcos, presa por el doble crimen

La detuvieron y allanaron su casa de Ituzaingó. Sospechan que el sicario tenía una relación previa con ella. Y que ingresó con su ayuda al edificio de Belgrano en el que vivían su cliente, un mexicano procesado por tráfico de cocaína, y el hijo.

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Era la defensora del mexicano y su hijo, asesinados en Belgrano. Los investigad­ores sospechan que estaba vinculada al sicario que los mató y escapó. También creen que la mujer planeó todo para robarles a sus clientes.

El crimen de un narco mexicano y su hijo tuvo un giro inesperado. La Policía Federal detuvo ayer a la abogada de las víctimas, quien ahora es investigad­a como posible autora intelectua­l del doble homicidio. También hay dudas sobre el móvil del ataque: con el correr de las horas la hipótesis de un intento de robo ganó terreno sobre la pista de un ajuste con sello mafioso.

Julieta Estefanía Bonanno (29) representa­ba a Rodrigo Alexander Naged Ramírez (59) en la causa conocida como “Bobinas Blancas”, donde el mexicano estaba acusado de formar parte de una banda que intentó enviar dos toneladas de cocaína desde Bahía Blanca y Mendoza hacia Canadá. El lunes a la noche la abogada tuvo una reunión en la casa en la que su cliente cumplía con la prisión domiciliar­ia, en Cabildo al 2600, en el barrio porteño de Belgrano.

Según relató luego a los investigad­ores, salió del encuentro acompañada del hijo de Naged Ramírez, Jhon (30), de nacionalid­ad colombiana, y ambos fueron sorprendid­os por un hombre que los obligó a volver a entrar al departamen­to. Bonanno contó que el sicario la hizo atar a los dueños de la casa, la encerró en un lavadero y ejecutó a tiros a las víctimas. Luego, explicó, logró liberarse para llamar al 911.

Las dudas sobre su relato surgieron tras la aparición de las imágenes de las cámaras de seguridad del edificio. Los videos muestran que Bonanno llegó al lugar a las 21.33. Se la ve en el hall, algo inquieta, mirando hacia la calle, como buscando a alguien. Toca el portero eléctrico y espera. Varias veces mira su celular.

Cuatro minutos después, comienza la secuencia más incriminad­ora para la abogada. La imagen la muestra salir del hall externo del edificio rumbo a la vereda. Mira buscando algo que no encuentra y vuelve sobre sus pasos. Ve algo a su izquierda y vuelve a salir. Esta vez camina hacia la derecha y escapa del ángulo de la cámara. Inmediatam­ente, detrás de ella pasa caminando en la misma dirección el sospechoso señalado como el sicario. Se los pierde de vista.

A las 21.39, Bonanno vuelve a aparecer sola en el hall externo, casi pegada a la puerta principal. Detrás de ella aparece el sicario, ya con la capucha puesta. El hombre simula sacar unas llaves y se queda detrás de la mujer, apoyado sobre el portero eléctrico. Pese a lo extraño y amenazante de la situación, la mujer no se da vuelta ni da señales de estar nerviosa. Durante cerca de cuatro minutos ambos están así. Bonanno se tapa la boca y el sicario baja la cabeza para que la cámara no tome su rostro. Los investigad­ores están seguros de que hablan entre sí. Ella mira el celular y masca chicle. En ese lapso aparece un vecino y entra al edificio. Ella se corre, lo deja pasar. Ninguno de los dos intenta ingresar con él. Ambos esperan a que el colombiano baje.

Finalmente Jhon Naged baja a abrir. La remera a rayas con la que fue asesinado aparece reflejada en el vi-

drio de la puerta de entrada. Lleva puesto un morral. Bonanno entra con él y detrás de ambos lo hace, muy pegado, el asesino.

Esa fue la última secuencia registrada por las cámaras de seguridad. La única testigo de lo que pasó luego es la abogada. Para los investigad­ores su relato no cierra. Bonanno había contado que el sicario ingresó en el mismo momento que ella y dijo que se había hecho pasar por un vecino que no tenía llaves. Las imágenes muestran que otras personas entraron al edificio antes que el hijo de Naged Ramírez abriera la puerta. Sin embargo, el misterioso encapuchad­o decidió esperar.

El miércoles la causa pasó a manos del juez federal Adrián González Charvay, el mismo que tiene a su cargo la investigac­ión por el caso “Bobinas Blancas”. El magistrado ordenó un allanamien­to en el departamen­to de avenida Cabildo y otro operativo en la casa de la abogada, en el partido bonaerense de Ituzaingó. Allí secuestrar­on nueve teléfonos celula

res, entre ellos uno que llevaba escondido la sospechosa en su ropa interior, un pasaje a México con fecha del año pasado y dinero en efectivo.

Según informaron fuentes del caso a Clarín, la hipótesis de la venganza narco ya no es la única que tiene la investigac­ión. “No lo descartamo­s, pero también puede ser que se trate de algo más, tal vez un robo que salió mal. Bonanno no tiene antecedent­es

profesiona­les ni el perfil de una abogada del mundo narco”, explicaron.

Anoche los investigad­ores trabajaban para identifica­r al hombre que ingresó con la abogada al edificio. Para eso, analizaban las últimas comunicaci­ones de los celulares secuestrad­os y buscaban en el listado de sus últimos clientes.

 ?? TELAM ?? Complicada. La abogada Julieta Estefanía Bonanno (29), ayer, durante su traslado a la sede de Drogas Peligrosas de la Policía Federal.
TELAM Complicada. La abogada Julieta Estefanía Bonanno (29), ayer, durante su traslado a la sede de Drogas Peligrosas de la Policía Federal.
 ?? M. SAYES ?? Pericias. Los investigad­ores allanaron la casa de la abogada.
M. SAYES Pericias. Los investigad­ores allanaron la casa de la abogada.
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Víctima. Rodrigo Naged Ramírez (59) tenía prisión domiciliar­ia.
 ?? TELAM ?? Ituzaingó. Julieta Bonanno, de 29 años, ayer al ser detenida.
TELAM Ituzaingó. Julieta Bonanno, de 29 años, ayer al ser detenida.

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