Una jugada del Gobierno para contener a los gremios más rebeldes
Estrategia. El oficialismo buscó dar una señal de diálogo y desactivar un posible paro de la CGT. El factor Moyano.
Primero fue el cambio de metas, en diciembre, del 12 al 15 por ciento en la inflación para este año. El Gobierno no tardó en deslizar que la suba de precios iba a estar más cerca del 20%. La corrida cambiaria terminó de arruinar los planes y ahora en la Casa Rosada nadie se atreve a asegurar que la inflación vaya a ser más baja que la de 2018, que terminó en 24,8%. Eso obligó a Mauricio Macri, ayer, a firmar un decreto que nunca hubiera querido firmar y que busca contener, al menos en parte, a los gremialistas más combativos.
“Ya firmé el decreto puente que el Gobierno le ofreció a la CGT para facilitar el aumento de 5 por ciento salarial para los meses de julio y agosto", reveló el Presidente en la Casa Rosada durante un brindis por el Día del Periodista. El decreto podría publicarse este viernes en el Boletín Oficial.
Como indica el manual macrista, unas horas antes de anunciar el decreto presidencial, los hombres designados por el oficialismo para interactuar con el sindicalismo les habían adelantado la decisión por canales más reservados.
“No va a alcanzar para dejar contentos a todos, pero es una señal fuerte”, suponen en el Ejecutivo, según un funcionario que monitoreó la cumbre con el Salón de los Científicos con el triunviro de la CGT que integran Juan Carlos Schmid, Carlos Acuña y Héctor Daer, y que llegaron a la cita con Nicolás Dujovne y Mario Quintana junto a Omar Maturano y Roberto Fernández, entre otros.
En el oficialismo se siguen resistiendo a implementar la cláusula gatillo -una condición que ponen algunos gremios-, pero se muestran dispuesto a mantener la cláusula de revisión de los salarios en diciembre. “Este es un gobierno que escucha y si tiene que dar marcha atrás lo hace. Lo de hoy es una prueba más”, decían ayer los funcionarios que se referían a la reunión con la CGT y hacían un impasse en el tema que ocupó la agenda de todos y de lo único que se hablaba en los pasillos de la Casa Rosada: el acuerdo con el FMI.
“Entramos en un stand-by con el sindicalismo. Ahora la pelota está en el campo de ellos”, aseguran las voces oficialistas. Esto es: aún nadie quiere asegurar que el paro que impulsan muchos gremios pueda evitarse.
El gran dilema del macrismo con el sindicalismo tiene dos nombres y un apellido: Hugo y Pablo Moyano. La relación sigue tirante. Macri volvió a dejarlo claro en sus conversaciones con su equipo: “Las explicaciones las tienen que dar en la Justicia”.
Ayer, en el brindis por el Día del Periodista, el Presidente también habló de los Moyano. “Lo que nos tiene que preocupar es que desaparezcan los comportamientos mafiosos en la Argentina, que no haya extorsiones y la gente pueda trabajar en libertad y hacer lo que tenga que hacer sin ver coartadas sus posibilidades”, sentenció.
Al líder Camionero esa frase lo suele poner de pésimo humor. Macri lo sabe, aunque es Pablo el más vehemente y el destinatario de la ira macrista. Lo acusan, directamente, de tener comportamientos mafiosos. “Pero ya se le va a terminar”, dicen con cierto tono desafiante. Por ahora, Camioneros se resiste a seguir a sus pares de la CGT y mantendrá el paro de sus trabajadores para la semana próxima. ■
“Entramos en un stand-by con el sindicialismo. La pelota está de su lado”, dicen en el Gobierno.