Pérez Volpin: la anestesista declaró que el endoscopista produjo la lesión
Nélida Puente dijo que su colega no advirtió la herida en el esófago y ella pensó que era una reacción alérgica.
Primero el endoscopista le echó la culpa a la anestesista cuando declaró el miércoles. Ahora ella le devolvió la pelota con sus afirmaciones de ayer en los tribunales de la calle Lavalle al 1600: “Ningún otro elemento pudo haber llegado hasta la zona de la lesión más que el equipo endoscópico”, afirmó la anestesista Nélida Inés Puente. Así se está jugando la investigación, a partir de los dichos de los dos principales protagonistas del estudio en el que murió la periodista y legisladora Débora Pérez Volpin.
A cuatro meses de la muerte en el Sanatorio La Trinidad, ahora fue el turno de Nélida Inés Puente, quien se presentó al Juzgado Criminal y Correccional Nro. 57, acompañada por su abogado Sebastián Maceda y negó la imputación.
Interrogada por el juez a cargo -Carlos Bruniard- sobre si el endoscopista Diego Bialolenkier no vio ni la hemorragia ni la lesión (pese a tener un instrumento que le permite ver y reparar cualquier lesión), la anestesista, señaló: “Cuando retiró el endoscopio, Bialolenkier no me dijo nada sobre una posible lesión y/o diagnóstico sobre qué ocurrió. Por ello, inferí inicialmente que podría tratarse de una reacción alérgica”.
El juez le recordó que el endoscopista dijo, en su descargo, que él no perforó y que “actuó perfectamente” y que no sabe el porqué de la desaturación. Y que todo lo que ocurrió fue “como consecuencia de la actividad de los demás profesionales” (todas las lesiones y traumatismos y cuadro de insuflación que la dejó en el estado en que llegó a la morgue judicial). Ante esto, la anestesista respondió: “Cuando la paciente desatura, ya estaba inflada y cuando le saco el mordillo, ella ya tenía el labio y los ojos hinchados, y su piel crepitaba (aire debajo de los tejidos). Y eso se lo hice notar a mi colega. Esto era evidente para cualquier persona. En el quirófano sólo estábamos nosotros y la instrumentadora”.
Preguntada sobre si le encuentra explicación al cuadro ocurrido, pensándolo hoy, retrospectivamente, Puente concluyó que “hubo una perforación en el esófago por donde ingresó aire” y que “no hay otro lugar por donde entre aire y pueda pasar al mediastino, sino por la lesión y por el aire insuflado del aparato endoscópico”. Puente no supo contestar cómo se produjo dicha lesión pero sí puede afirmar que no era preexistente. “Ningún otro elemento pudo haber llegado hasta la zona de la lesión más que el equipo endoscópico”.
Sobre si una reacción alérgica genera cianosis (coloración azul de la piel), respondió que sí, “porque pro- duce inflamación de la glotis y puede desaturar. Cuando dimos vuelta a la paciente no sangraba por las narinas, pero sí estuvo todo el tiempo en asistolia (insuficiencia cardíaca), desde el momento en que comenzó el paro”. Dentro de ese cuadro de gravedad, Puente sostuvo que “Bialolenkier le retiró el endoscopio y comenzó con los masajes de RCP” y recordó pensar “qué más podía hacer para solucionar la crisis, intentando intubarla, pero estaba muy inflada y no encontraba la parte anatómica para poder realizarlo”. Sin embargo, la anestesista hace saber que “si bien la paciente estaba en paro, como estaba saturada debió haber salido, pero eso no ocurrió porque tenía aire en el cerebro”.
Finalmente, la anestesista quiso aclarar que “una vez puesta la máscara laríngea, el aire únicamente puede ir a los pulmones, porque bloquea el esófago, así que el intercambio es entre la máscara y los pulmones, pero no con el resto de los órganos. ■
El endoscopista había dicho que había actuado “perfectamente”. Pero ella lo refutó.