Un argentino, premiado por crear piezas para misiones espaciales
Innovación. Con impresoras 3D, Fernando Lasagni logra fabricar, en poco tiempo y a menor costo, partes únicas para cohetes y satélites. Lo distinguieron en Alemania.
Gran cantidad talentos argentinos dejan su marca en el mundo. Más allá del luminoso universo de los artistas y los deportistas, hay investigadores como el neuquino Fernando Lasagni, que acaba de recibir el premio Georg-Sachs de la Asociación Alemana de Ciencia de Materiales (Deutsche Gesellschaft für Materialkunde) por sus aportes e innovaciones en la ciencia y le ingeniería.
Lasagni se desempeña en el Centro de Tecnologías Aeroespaciales Avanzadas (CATEC), en Sevilla, como jefe del Departamento de Materiales y Procesos, fabricando piezas únicas para cohetes, satélites y lanzaderas de la Agencia Espacial Europea (ESA).
“Con impresión 3D, desarrollamos componentes revolucionarios en aleaciones aeroespaciales de titanio, acero y aluminio, con una reducción de peso de entre 30 y 60% respecto de las soluciones convencionales. Teniendo en cuenta que cada kilo lanzado al espacio cuesta entre 10 mil y 20 mil euros, estos desarrollos permiten bajar los costos de lanzamiento y acortar los tiempos de entrega y de fabricación”, explica a Clarín.
Lasagni estudió Ingeniería Química en la Universidad Nacional del Comahue y en el 2002 emigró a Austria, donde hizo una tesis doctoral en materiales compuestos de matriz metálica (MMC) y aleaciones ligeras para motores de automóviles. Luego de eso, apuntó su talento al espacio.
“La impresión en 3D suscitó una revolución, al hacer realizables objetos antes imposibles de fabricar. Y en el sector aeroespacial los objetivos pueden ser reducir el peso, alcanzar una mayor eficacia, cambiar el diseño de las partes o fabricar piezas con otra geometría”, destaca Lasagni.
Es un trabajo creativo donde la ingeniería está muy presente, para que las piezas calcen a la perfección y sean resistentes. “Lo único que no está permitido es el error -dice- porque desarrollamos componentes críticos de vuelo, estructuras con los requisitos más altos de calidad: desde sistemas de refrigeración hasta soportes estructurales. Si esa parte se rompe, se pierde el satélite”.
“Los técnicos de la ESA nos decían que, si algo llegaba a fallar, se olvidaban de la fabricación aditiva por 30 años. Uno de nuestros primeros trabajos fueron herrajes para los paneles solares de los satélites. Si se llegaban a desprender, el sistema se muere porque es la única fuente de alimentación”, remarca Lasagni. Otro de los desafíos fue fabricar partes para los lanzadores Ariane 5 y Vega, estructuras sometidas a una gran vibración.
Desde hace más de una década, Lasagni viven fuera del país y ahora reside en Sevilla. En cuanto a su método laboral, dice: “Se trabaja por proyecto y, si bien la exigencia es alta, nada te impide poder cumplir. La cuestión es que si uno pretende marcar una diferencia personal, con cubrir las horas que figuran en el expediente no alcanza. Y da lo mismo si estás haciendo un satélite o fabricás pan”. “La idea es siempre hacer lo mejor, pero no por competir o destacarse frente al resto, sino por amor propio”, concluye Lasagni. ■