Palermo: denuncian ruidos y peleas en bares que funcionan como boliches
Son establecimientos donde corren las mesas y se arman pistas de baile y shows de bandas en vivo. La calle Niceto Vega es una de las zonas más conflictivas. Quejas de los vecinos.
Música a todo volumen, botellas rotas, corridas por los techos y el miedo de no saber con qué se encontrarán al abrir la puerta. Así viven los vecinos en varios sectores de Palermo, en calles donde no puede haber boliches pero en la práctica funcionan varios. Y donde, según denuncian, hay consumo de alcohol y drogas .
La calle Niceto Vega es uno de los lugares más conflictivos. En la esquina de Serrano, por ejemplo, hay dos jardines de infantes, un colegio y dos geriátricos. Es una zona de casas an- tiguas y muchos colores. Pero se transforma de noche, al ritmo de la música a todo volumen de los after hours, fiestas que arrancan alrededor de las 4, cuando las discos empiezan a cerrar sus puertas.
Juliana (no es su verdadero nom- bre) ya perdió la cuenta de la cantidad de reclamos y de noches de insomnio por los ruidos, peleas, olor a pis en la calle. Hasta vio a un hombre masturbándose frente a un colegio. “No vino nadie, y cuando fui a la Fiscalía encontré que ellos pusieron como que se habían acercado a ver, pero yo no los atendí”, dijo.
En concreto, los vecinos de la “manzana delivery” -el nombre que le pusieron por el consumo de droga que ven en la calle- apuntan a un lugar conocido como “Boddah Club”, en Serrano 1291. Allí organizan shows de bandas y DJ en vivo. Los que viven en la misma cuadra dicen que, en realidad, el lugar termina funcionando como un boliche.
Los otros locales son Foynes y Bar La Calle, ambos sobre Niceto Vega al 4900. El primero es un pub pero los fines de semana se suelen organizar fiestas. El otro es una pista de baile que funciona en el fondo de una pizzería. “Los domingos te levantás y hay patrulleros porque se agarraron a botellazos”, dijo Juliana.
Hasta en el Instituto Gascón, un colegio que funciona hace 36 años en el barrio, sufrieron las madrugadas de descontrol. Una mañana encontraron zapatillas en el techo y luego se enteraron que hubo corridas, a raíz de los operativos. Desde ese día, cierran todas las aulas con llave y pusieron cámaras de seguridad.
En la Agencia Gubernamental de Control (AGC) reconocen que la “desvirtuación de rubro” es uno de los principales problemas. Por esa causa, el año pasado clausuraron 1.313 bares. Y en los primeros cuatro meses de este año ya cerraron 281, de los cuales 18 quedan en Palermo.
La "reconversión" de bares o pubs en boliches era muy común antes de Cromañón. Corrían las mesas y se armaba una pista. Obviamente, se violaba la capacidad máxima de los lugares. Tras la tragedia, esa práctica se
La “desvirtuación de rubro” es una de las faltas más detectadas en los controles.
había frenado. Ahora otra vez otra está en crecimiento.
El problema no termina allí, ya que muchos de los lugares cerrados luego violan la clausura. En 2017 fueron 700. Y en la AGC dicen que si bien pueden clausurar, no están autorizados para revocar las habilitaciones. El Código Contravencional prevé sanciones 60 a 120 mil pesos y 7 a 25 días de arresto. En el caso de reincidencia, la pena puede llegar a tres años de prisión.
Para la AGC, Boddah Club es un “infractor serial”. En 2017, el organismo recibió 11 denuncias y lo clausuraron
tres veces. Este año lo cerraron otra vez. El local está por ir a juicio oral por siete hechos de ruidos molestos que investiga la Fiscalía Contravencional N° 11 , según señalaron fuentes judiciales a Clarín. También tiene otra causa por violación de clausura a punto de ser elevada a juicio.
En tanto, Bar La Calle tiene la habilitación “en trámite” como “café bar”. Fue clausurado dos veces por exceso de público. Desde el año pasado hubo al menos cinco denuncias. Las veces que los inspectores fueron a medir los decibeles en la casa del vecino no se constataron ruidos molestos. Pero algunos vecinos sostienen que los días de operativos, casualmente la música siempre está baja. Sospechan que alguien les avisa.
La última denuncia fue el 1° de mayo pasado y derivó en una inspección a la 1.30 del 13 de mayo, a cargo de la Fiscalía 11. Los inspectores no constataron ruidos. Pero el denunciante adujo que en realidad no se cumplió con lo acordado: la AGC tenía planeado ir entre las 3 y las 4 AM, cuando hay más desorden. Dicen en el organismo que, como la Fiscalía se adelantó, “la zona estaba tranquila”.
Y Foynes, en tanto, figura habilitado desde 2016 como restaurante y cervecería. Lo cerraron dos veces el año pasado por un show de música en vivo, no contar con certificado de tratamiento ignífugo en una pared y por funcionar como boliche.