Clarín

Una cumbre para poner fin a la amenaza nuclear

Se reunieron en un hotel de Singapur. Es la primera cita de un presidente de EE.UU con un líder norcoreano. El eje del diálogo es la desnuclear­ización de Corea del Norte.

- Paula Lugones plugones@clarin.com

Sonrientes pero nerviosos, el presidente de Estados Unidos y el líder norcoreano se reunieron en un hotel de Singapur. “No ha sido fácil llegar hasta aquí”, dijo Kim, mientras estrechaba la mano de Trump. “Estoy seguro de que vamos a tener una relación fantástica”, fue la réplica del norteameri­cano. Es la apertura de un proceso histórico.

Los dos líderes cruzaron el escenario y llegaron al punto de encuentro en el mismo instante, exactament­e en el centro, donde estaba planeado. Se estrecharo­n la mano por un largo rato, sonrientes, pero con cierta tensión: eran consciente­s de que en ese momento habían ingresado en la historia. Así comenzaba anoche la esperada cumbre entre el presidente estadounid­ense Donald Trump y el norcoreano Kim Jong-un, quienes llegaron al encuentro en Singapur en un clima de gran optimismo para intentar alcanzar un histórico acuerdo sobre la desnuclear­ización de Corea del Norte.

Fue la primera vez que un presidente estadounid­ense se veía cara a cara con un líder de Corea del Norte, un país que hasta hace poco estaba en la lista de enemigos de Estados Unidos por el avance de su programa nuclear y un régimen oscuro y dictatoria­l. Los tiempos han cambiado y ahora Estados Unidos busca negociar para que el país desmantele su arsenal atómico en forma “completa, verificabl­e e irreversib­le”. Al parecer – con la dinastía Kim nunca se sabe— Norcorea está dispuesta a hacer grandes concesione­s.

El saludo inicial sucedió en una escalinata que daba al jardín del hotel Capella, antiguo comedor de oficiales británicos en los tiempos de la colonia, en la isla Sentosa. Era un escenario austero, decorado con una alfombra roja y banderas estadounid­enses y norcoreana­s. El saludo fue cálido y sostenido. Trump incluso lo tomó del antebrazo y, cuando luego se retiraban por la galería, le colocó la mano en la espalda.

Luego llegaron a un salón rodeado de algunos periodista­s. Ambos se sentaron en sendos sillones y Trump comentó: “Es un honor, estoy seguro de que tendremos una relación fantástica”, dijo. Kim agregó: “No ha sido fácil llegar hasta aquí. Los viejos prejuicios y prácticas fueron obstáculos, pero los superamos todos”.

Luego los líderes quedaron a solas, con dos traductore­s en una reunión que en principio duraría 45 minutos. Allí se intentaría lograr el clima para plantar las grandes bases. Luego ingresaría­n las delegacion­es de cada país para afinar los detalles.

Trump tuvo en esta oportunida­d todo lo que le fascina. Fue el centro de la atención del mundo entero, con 5.000 periodista­s acreditado­s en el lugar, y buscaba poner a prueba su supuesta infalibili­dad como negociador. Quiere triunfar donde sus antecesore­s han fracasado.

El estadounid­ense ya ha conseguido un hito en su presidenci­a: estrechar la mano de un líder de la familia Kim. Pragmático al fin, no impor- ta que con su gesto haya legitimado a un dictador de uno de los regímenes más oscuros del planeta, que viola los derechos humanos, que lanza misiles por doquier y un paria internacio­nal. De hecho, Trump mismo lo apodaba hasta hace unos meses como “pequeño hombre-cohete” hasta que vio la posibilida­d de diálogo y el calificati­vo viró sin pudores a “hombre muy honorable”.

Como buen hombre de negocios, Trump cree que en su “mano a mano” podrá verificar la confiabili­dad de Kim. “Creo que lo sabré en el primer momento” si Kim es serio o no. “Es mi toque, mi sensación”, había dicho antes de la reunión.

Kim ya se anotó un primer triunfo solo con la celebració­n de esta cumbre. Después de muchas idas y vueltas, incluso una cancelació­n por parte de Trump, el norcoreano consiguió una foto hablando de igual a igual con el líder de la primera potencia del planeta, una instantáne­a que le da la legitimida­d internacio­nal que buscaba su régimen, aún sin haber renunciado a su plan nuclear.

“Estas conversaci­ones fijarán un marco para el difícil trabajo que vendrá después”, advirtió antes el secretario de Estado Michael Pompeo, y abrió la puerta a que la desnuclear­ización se concrete en fases. A cambio, Kim busca alivio para la dura situación que tiene su población por las sanciones internacio­nales. Y también garantías para la continuida­d de su régimen, ya que mira con recelo la experienci­a de Libia, que terminó con Muahhmar Khadafi depuesto y muerto . ■

 ?? AFP ?? Cita histórica.
AFP Cita histórica.
 ?? AP ?? Mano a mano. El líder de Corea del Norte, KimJong-un y el presidente de EE.UU, Donald Trump, en la mañana de Singapur (anoche en la Argentina) al dar comienzo al encuentro.
AP Mano a mano. El líder de Corea del Norte, KimJong-un y el presidente de EE.UU, Donald Trump, en la mañana de Singapur (anoche en la Argentina) al dar comienzo al encuentro.

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