Clarín

La monja y López, en el mismo juicio

Ella lo ayudó a entrar los bolsos al convento. Hoy ni se saludan.

- HERMANA INÉS APARICIO

Con las esposas colocadas, visiblemen­te más delgado, el ex secretario de Obras Públicas kirchneris­ta José López ingresó ayer después de las 12:40 a la Sala AMIA de los tribunales de Comodoro Py, donde comenzó el primer juicio oral y público en su contra por los bolsos con más de nueve millones de dólares, euros, joyas y relojes que intentó ocultar en un convento de General Rodríguez. Sólo horas antes del inicio de esta instancia, el juez que lo procesó, Daniel Rafecas, recordó que el ex funcionari­o admitió que ese dinero que nunca pudo justificar “provenía de la política”.

En el mismo recinto, a pocos metros estaba su esposa Amalia Díaz -a quien saludó con un beso al finalizar la audiencia-, los empresario­s seña- lados como sus testaferro­s y la monja Cecilia Inés Aparicio, acusada de ayudar a López a ocultar el dinero.

Por demoras en el tránsito, el traslado el acusado desde el Penitencia­rio Federal de Ezeiza tardó más de lo habitual: el camión que trasladó a López llegó a Retiro diez minutos después del horario previsto para comenzar. De inmediato, y ante la mirada atenta de los presentes en la sala, ingresó el hombre que durante doce años secundó a Julio De Vido para manejar un presupuest­o millonario.

Sin la habitual sonrisa que lo caracteriz­ó durante sus años de funcionari­o poderoso, a López se lo vio con un aspecto austero: un pantalón color verde claro, una camisa a rayas celeste, un suéter natural con cierre y zapatillas negras. En ese momento el personal policial le retiró las esposas, y con una carpeta azul bajo su brazo derecho se sentó atrás de su defensora oficial, Pamela Bisserier.

Durante varios minutos, el ex funcionari­o K no quitó su mirada del estrado donde pocos minutos después se ubicaron los jueces del Tribunal Oral Federal 1 (TOF 1). Con sus manos entrelazad­as sobre sus piernas, sólo se saludó con su defensora. Se mos- tró tranquilo durante la audiencia y no retiró jamás su mirada de los jueces Adrián Grumberg, José Michilini y Ricardo Basílico, que llevarán adelante un juicio que promete durar no menos de seis meses.

A pocos metros de él, vestida de color negro, se sentó María Amalia Díaz, su esposa, acusada de se parte de las maniobras ilícitas que les permi-

tió “en unidad conyugal adquirir bienes injustific­ados” e injustific­ables con los ingresos provenient­es de la función pública. No hablaron durante las pausas realizadas durante las más de dos horas y media de audiencia. Recién al final se saludaron agarrándos­e de la mano. Ella le convidó una pastilla, y antes de retirarse le dio un beso y le dejó el paquete entero.

En la sala sólo faltó el empresario Eduardo Gutiérrez, señalado como uno de los testaferro­s del ex funcionari­o K, utilizado para ocultar parte de sus bienes ante la Oficina Anticorrup­ción (OA). Por razones de salud, participó del inicio del juicio por videoconfe­rencia. En Comodoro Py estuvieron presentes Carlos Hugo Gianni, Marcos Marconi, y Andrés Galera, también señalados como prestanomb­res.

Poco antes de las 13 ingresó la hermana Cecilia Inés Aparicio, quien la madrugada del 14 de junio de 2016 ayudó a López a ingresar al Convento de General Rodríguez los bolsos con casi 9 millones de dólares, 153.000 euros, 59.000 pesos y relojes Rolex. Ayer no se saludaron. De hábito negro y perfil bajo, se ubicó tres filas detrás del ex funcionari­o, donde permaneció con un maletín sobre sus piernas toda la primera audiencia.

El juicio por los bolsos con más de nueve millones de dólares comenzó oficialmen­te después de las 13 y continuará el 22 de junio, donde se deberá resolver un pedido de las defensas para que la Unidad de Informació­n Financiera (UIF) aceptada el viernes pasado como querellant­e, no actúe como tal. Es que el organismo pedirá que López también sea acusado por lavado de dinero.

Ante el fiscal Miguel Ángel Osorio, la secretaria del Tribunal inició con la lectura de las acusacione­s formuladas por el fiscal Federico Delgado, y a continuaci­ón se escuchó la decisión del juez Daniel Rafecas, que dio por clausurada la instrucció­n. Ambas lecturas coincidier­on en un planteo: “Hay prueba suficiente” para “tener por acreditado el enriquecim­iento ilícito de López y de su mujer, y en particular la compra del terreno y la construcci­ón de la casa ubicada en Dique Luján, el departamen­to de la calle Las Heras y la tenencia del dinero hallado en el Monasterio”.

López llegó a esta instancia por tres hechos: la posesión injustific­ada en su patrimonio del dinero de los bolsos. Horas previas al juicio, el juez Rafecas reiteró: “López admitió que ese dinero provenía de la política”. Además, con el fin de enriquecer su patrimonio, se le atribuyó la compra y refacción de una casa en Tigre, que López decía alquilar y la justicia determinó que era de su propiedad. Fue registrada en calidad de testaferro, primero a Galera -hasta el año 2010y después a nombre de Gutiérrez. La tasación oficial le otorgó un valor de 480.000 dólares a la propiedad.

También, el ex funcionari­o fue procesado por la compra del departamen­to de calle Las Heras 203. Allí habría utilizado como pantalla a la sociedad “Marketing y Eventos S.A.”, propiedad del empresario Carlos Gianni, y al abogado Marcos Artemio Marconi. El valor de la propiedad es de 110.000 dólares. ■

 ?? MAXI FAILLA ?? Acusado. Un concentrad­o José López escuchó ayer la acusación en su contra por enriquecim­iento. La causa es de 2008, pero quedó preso en 2016, tras el show de los bolsos.
MAXI FAILLA Acusado. Un concentrad­o José López escuchó ayer la acusación en su contra por enriquecim­iento. La causa es de 2008, pero quedó preso en 2016, tras el show de los bolsos.

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