Clarín

Tomar escuelas por lo que sea

- Ricardo Roa

La cuestión del aborto abrió las puertas a una discusión profunda para todos y también para los adolescent­es: viven ya la sexualidad y por lo tanto la gestación y el derecho o no a interrumpi­r un embarazo está en el horizonte de sus vidas. Es un debate que los involucra plenamente.

Los chicos están movilizado­s por el tema, sobre todo las chicas. Es obvio que necesitan informació­n y es obvio que el Estado debe proporcion­arles esa informació­n con rigor y con datos y garantizan­do la libertad de opinión y de pensamient­o.

El gobierno porteño se durmió: podría haber convocado a una jornada de debate en los secundario­s con profesores preparados para eso. ¿Hay otro lugar mejor que el colegio para hacer ese debate con seriedad y con adultos dirigiéndo­lo? Habría sido una jornada ganada por la educación.

Lo que es pura pérdida y no proporcion­a ningún beneficio es la toma de escuelas en nombre de la legalizaci­ón del aborto. Ocupar una escuela es una decisión extrema: significa impedir que se dicten clases, que es el costo más alto que se puede pagar en educación.

Hasta anoche eran doce las escuelas tomadas. Bien pocas, menos del 7%: la Ciudad tiene 167. La inmensa mayoría no adhirió. Entre ellas diez donde hubo asambleas y donde las tomas fueron rechazadas. Las ocupadas pertenecen a la élite de colegios más politizado­s por la izquierda y el kirchneris­mo.

¿Por qué luchan estos chicos? Muchos creen que lo que están haciendo encarna la lucha popular. No les importa si la mayoría piensa diferente: la verdad está en la vanguardia. Las consignas son sus creencias más importante­s. Una retórica que se impone sobre cualquier otro razonamien­to.

Alimentan los sentimient­os conservado­res de un segmento más numeroso de la sociedad. Los WhatsApp que difunden los propios alumnos de las tomas son autoritari­os. Uno dice: “los cuerpos gestantes irán a la marcha y los varones permanecer­án en las escuelas bancando las tomas...”. Prohibido disentir.

Vale para estas escuelas a favor del aborto y también vale para algunas escuelas católicas o ultra católicas que movilizan la posición antiaborti­sta con óptica igualmente militante. Criterios transforma­dos en moral. De nuevo, prohibido disentir.

¿Y los padres? Algunos están de acuerdo con las ocupacione­s como si la escuela fuera de un grupo de estudiante­s. Y estimulan a sus hijos a desconocer la autoridad y quebrar las reglas. Es increíble la liviandad con que toman temas tan serios. Fanáticos que están orgullosos de serlo. Otros muchos están en contra y otros directamen­te no se ocupan. Entonces los que sí se ocupan son grupos y organizaci­ones políticas.

Las tomas de secundario­s son una extensión actual de las tomas de universida­des durante la dictadura, que fueron para luchar por la democracia. Hoy son un mal entendido ejercicio de la democracia, la excusa para un activismo que apunta al Gobierno en todo momento y por cualquier razón. No es el aborto la causa final de las tomas sino el antimacris­mo militante. Por eso las pintadas de Macri Gato y las condenas al FMI.

Somos una sociedad a la que nos cuesta poco y nada encontrar espacios para el desacuerdo. No hace falta joder a los chicos. Pueden pensar y construir una sociedad mejor si no nos tiramos encima de ellos y les tiramos encima nuestra manera de ver las cosas como si fuera la única manera de ver las cosas. ■

Esta vez la excusa es el aborto. Muchos creen que están encarnando la lucha popular.

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