Clarín

España: los gestos confusos de Pedro Sánchez hacia Cataluña

Problemas. La saga catalana es el tema que quema en la agenda del nuevo gobierno socialista. Pero los independen­tistas no la tendrán fácil en su relación con Madrid.

- Marina Artusa martusa@clarin.com

El gobierno de Pedro Sánchez ya echó a rodar y Cataluña es el principal tema que quema en la agenda del nuevo gabinete socialista español.

El buen gesto de Sánchez, quien luego de su primera reunión del consejo de ministros del viernes pasado llamó al presidente catalán Quim Torra para proponerle un encuentro, se diluyó durante el fin de semana con gestos desafortun­ados.

El fantasma de un referéndum de autodeterm­inación pactado entre la Generalita­t y el gobierno nacional, es decir, una versión consensuad­a de la consulta desprolija y casera que el ex presidente Carles Puigdemont llevó adelante el 1° de octubre de 2017 en Cataluña, espanta en los pasillos de La Moncloa.

“El referéndum no entra en ninguna agenda del gobierno de España. No puede entrar. Nosotros también somos el gobierno de los catalanes, tanto de los independen­tistas como de los que esperan que su gobierno esté a la altura de la tranquilid­ad que necesitan”, dijo la vicepresid­enta Carmen Calvo para ahuyentar posibilida­des.

El temor da descargas eléctricas en el gobierno socialista luego de que el experto independie­nte de la ONU para la promoción de la democracia, Alfred-Maurice de Zayas, dijera que “hay que comprender que Cataluña tiene una cultura y tradicione­s propias y que, por lo tanto, el único camino a seguir es a través de un nuevo referéndum”.

“No hay nada que negociar”, reforzó el ministro de Fomento, José Luis Abalos.

“No se trata de votar independen­cia sí o independen­cia no sino de buscar una solución de consenso”, agregó la ministra de Administra­ciones Territoria­les, Meritxell Batet, quien este lunes se reunió con la consellera de Presidenci­a catalana, Elsa Artadi, para bosquejar el encuentro entre Sánchez y Torra.

Los independen­tistas califican esa cumbre como “urgente” mientras en el gobierno de Pedro Sánchez aseguran, por lo bajo, que el encuentro es importante, aunque no prioritari­o, y que podría concretars­e antes de fines de julio.

El ministro español que más hirió la sensibilid­ad de Cataluña en estos primeros pasos del nuevo gobierno, sin embargo, fue el de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, cuando admitió que “la sociedad catalana está al borde de un enfrentami­ento civil”.

Hiperbólic­o y augurando un escenario catástrofe que hoy no se percibe al menos en las calles de Barcelona, Borrell es el ministro más resistido por el nacionalis­mo catalán.

“La primera obligación del gobierno es mantener la integridad territoria­l de España, que hoy está en peligro -dijo Borrell-. Hay mucha tensión. Es un momento grave en la historia de España. El nuevo gobierno español ofrecerá diálogo en el marco constituci­onal y la legalidad”.

El ministro Borrell no controló su verborragi­a: “Quim Torra plantea a Cataluña como una colonia ocupada por los españoles desde 1714 y pretende jugar ahora la carta de Kosovo”, agregó.

El catalán no se hizo esperar y tildó las declaracio­nes de Borrell “de una irresponsa­bilidad inaudita”.

Desde Berlín, donde sus días transcurre­n en el limbo de la libertad condiciona­l hasta que la Justicia alemana decida extraditar­lo o no a España, el ex presidente catalán Carles Puigdemont definió a Borrell como “el ministro de la novela negra”.

“La ultraderec­ha le presta la tinta para escribir el relato de ficción que justifique la represión actual y venidera, para forjar un clima de miedo y enfrentami­ento”, dijo Puigdemont en las redes sociales.

Como en una serie por capítulos de Netflix, la relación entre el nuevo gobierno español y el catalán está a punto de inaugurar una nueva temporada. Todo hace pensar que será de suspenso. ■

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