La presión compradora puso en duda la libre flotación del dólar

La flotación cambiaria a la que se comprometió el Gobierno tras el acuerdo con el FMI duró apenas dos días. Al primer atisbo de suba más o menos importante del dólar, el Banco Central irrumpió en el mercado des- cargando casi 700 millones de dólares para mantener el tipo de cambio mayorista debajo de los 26 pesos. El tamaño de la intervención sorprendió a los operadores, que esperaban que el Central se mantuviera al margen del mercado cambiario, y que el rol de proveedor de divisas iba a quedar a cargo del ministro de Finanzas, Luis Caputo.

Claro, habrá que esperar hasta que llegara el primer desembolso de dólares, el próximo 20 de junio.

Por eso, la euforia que se vivió el jueves al conocerse la noticia -y sobre todo el monto- del acuerdo alcanzado con el FMI- fue continuada ayer por signos de pregunta.

Pese a las cuantiosas explicaciones oficiales, en el mercado quedó la sensación de que no está del todo dirimido dentro del Gobierno qué hacer con el dólar. Para peor, porque quedó más o menos claro después de los anuncios que los dólares del FMI no son para financiar la dolarización de portafolios, sino para financiar el déficit y evitar que el Tesoro tenga que salir a tomar deuda para refinanciar los vencimientos.

A su vez, el Banco Central se com- prometió ante el FMI a respetar un piso mínimo de reservas. Ese piso (en definitiva una meta más) aún no fue explicitado, y se supone que se va a conocer el 20 de junio. Pero desprenderse de 695 millones en un día seguro que no ayuda.

Por otra parte, el Central reconoció que la manera de atemperar la suba del dólar es con tasa de interés. Ayer se ratificó que la dureza monetaria manda, pero ni aún con la tasa al 40% el dólar se calma.

Para colmo, el Gobierno tiene que lograr el equilibrio para dejar flotar el dólar, pero que su precio no se vaya demasiado arriba para que no pongan en riesgo las rectificadas metas de inflación, que ahora apuntan al 22% para dentro de 12 meses. ■