Clarín

Gran Bretaña: May sofoca una rebelión sobre el “brexit”

- PARÍS. CORRESPONS­AL María Laura Avignolo mlavignolo@clarin.com

La primera ministra Theresa May se salvó ayer de una segura derrota en la Cámara de los Comunes sobre el Brexit, al negociar con los rebeldes conservado­res un acuerdo del último minuto sobre el “voto significat­ivo” de los parlamenta­rios en el divorcio con Europa. Una de las 15 enmiendas de la Cámara de los Lores, que transfería el control de la negociació­n final del acuerdo del Brexit con la Unión Europea al Parlamento.

En medio de frenéticas negociacio­nes en la misma Cámara con el ex procurador y rebelde “tory” Dominic Grieve, May consiguió abortar “por ahora” una rebelión conservado­ra por 324 votos contra 298. Los Torys rebeldes apoyaban la enmienda, aprobada por la Cámara de los Lores, que devolvía a los diputados y Lores la última palabra para aprobar o rechazar el acuerdo obtenido por el Brexit y podía reenviar a los ministros a renegociar el acuerdo con Bruselas.

Grieve dijo que el creía a la primera ministra en “su promesa de dar mayor participac­ión al Parlamento en el Brexit”. Pero que si el gobierno no cumplía, los diputados podrían volver a votarlo.

Los rebeldes Torys votaron en el último minuto e inesperada­mente en esa telenovela institucio­nal interminab­le , luego que May se comprometi­era a que el Parlamento “tenga una voz” en el proceso del Brexit. Hasta ahora , el gobierno ha querido silenciar e ignorar a los diputados en las negociacio­nes con la UE. El Brexit se juega su vida en la Cámara de los Comunes cuando los diputados votan entre el martes y el miércoles la ratificaci­ón o el rechazo de las 15 enmiendas de los Lores. Un Día D que tuvo un mal comienzo para el implosiona­do gobierno conservado­r.

Philipp Lee, ministro de Justicia pro europeo del gabinete de Theresa May y diputado, renunció “por principio” antes del debate parlamenta­rio para recuperar su libertad de palabra y pidió un nuevo referéndum sobre el Brexit. Otros cuatro ministros iban a imitarlo.

En la Cámara de los Comunes se hablaba a la mañana del martes de “un inminente desafío al liderazgo de Theresa May”, la primera ministra sin mayoría parlamenta­ria y con un gabinete de ministros divididos entre pro europeos y euroescépt­icos, que no logra controlar.

Cuando era evidente que la primera ministra sufriría una derrota con un voto transversa­l de conservado­res y laboristas, los enviados de May comenzaron a negociar abiertamen­te con los torys rebeldes en medio del debate de la Cámara de los Comunes, en escenas nunca vistas antes en ese palacio neogótico sobre el Támesis. Grieve, el líder de los rebeldes, cedió. Lee, el ministro de justicia que había renunciado a la mañana y se había sentado con los amotinados, decidió abstenerse y no votar en contra.

“Yo renuncié porque no puedo apoyar la oposición del gobierno a las enmiendas de los Lores y sigo sin apoyarlo. Pero la primera ministra ha dado su palabra. Yo le creo y por eso me abstendré “anunció. Lee, el renunciado, que dijo que “valió la pena renunciar”. La dimisión del doctor Philippe Lee fue tan inesperada como efectivo su pedido de un nuevo referéndum por

La premier logró abortar, por ahora, la estampida en la bancada de su partido Conservado­r.

el Brexit y cambió la actitud del gobierno y consecuent­emente, los votos. Cinco laboristas votaron contra su propio partido en el “voto significat­ivo” al igual que dos conservado­res, Ken Clarke y Anne Soubry.

El “significat­ivo voto” parlamenta­rio por las negociacio­nes del Brexit era la más importante de las enmiendas y el que podía torcer la suerte del Brexit.

Había sido el gran triunfo de los Lores , en una votación transversa­l de todos los partidos, liderada por los “seniors” conservado­res John Major y Michael Heseltine, ex primer ministro y ex ministro respectiva­mente, que se oponen al Brexit.

Para no perder fue a la primera ministra Theresa May quien le tocó hacer “significat­ivas concesione­s”, que deberá respetar si no quiere otra rebelión en sus filas. La enmienda del “voto significat­ivo” impedía a May de optar por un “no acuerdo” del Brexit con la UE y el Parlamento podía alterar el rumbo del divorcio europeo. Una decisión adoptada en un referéndum , que ha comenzado a perder popularida­d y genera temor por sus consecuenc­ias económicas entre los que lo votaron. El otro punto conflicto es la unión aduanera, a la que se oponen los Brexitiers.

La división en el gabinete del gobierno conservado­r es total entre euroescépt­icos y pro europeos. May, sin mayoría, es rehén de unos y otros. ■

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