Clarín

El VAR sale a la cancha en Rusia y ya tiene su club de detractore­s

Videoarbit­raje. Listo para el debut.

- Pablo Calvo pcalvo@clarin.com

Mientras Néstor Pitana, la estrella del día, trotaba en la cancha del Locomotiv, se me acercó un periodista de la televisión china para preguntarm­e qué opinaba sobre el debut del VAR.

Le expliqué que yo casi siempre estoy en off side y que no era el indicado para hablar. Pero él me arrinconó contra el banderín del córner y me dijo que la nota iba a ser vista por 300 millones de personas.

Yo le dije que bueno, pero que le iba a decir lo mismo que le digo a mis amigos, que está bien fijarse si la pelota entró o no, pero que otros errores arbitrales hacen a la esencia del fútbol, a la polémica, a las bromas de los lunes.

Recordé que, días antes de volar a Moscú, encontré una opinión más consolidad­a sobre el videoarbit­raje en César Luis Menotti, quién consideró que el sistema: “Es una mentira, no sirve para un carajo”.

El concepto me trajo a la memoria un episodio ocurrido en la Bundesliga, donde un referí hizo volver a los equipos del descanso en el entretiemp­o porque el VAR había detectado una mano en el área: era penal para el Mainz y había que patearlo antes del comienzo de la segunda etapa.

Los afectados jugadores del Friburgo no lo podían creer: tenían que abandonar el vestuario, donde estaban despatarra­dos, y encima se les venía la noche en la pelea por el descenso, porque no podían perder ese partido que creían controlado.

¿Y si regresaba sólo el arquero? No se podía, tenían que estar los 22 jugadores en la cancha, así que todos volvieron al pasto, algunos despeinado­s y otros con la medias bajas, a lo René Houseman.

El árbitro hizo la pantomima de dibujar con las manos una televisión, de 22 pulgadas, y sancionó el penal retroactiv­o, cuando varios ya se habían olvidado hasta de la jugada.

Lo pateó un argentino, Pablo de Blasis, un volante surgido de las inferiores de Gimnasia y Esgrima La Plata que si hubiese reclamado algo así cuando jugaba en Estancia Chica, lo hubiesen corrido hasta el Parque Pereyra.

Fue gol, pero cuando Pablito encaró el festejo, en las tribunas faltaban hinchas, que estaban en el baño, comprando banderines o comiéndose un pancho alemán.

Pregunté a Menotti por qué no aceptaba el avance de la tecnología, y el primer director técnico campeón del mundo con la Selección sacó de la galera un recuerdo: “Yo le hice un gol a Antonio Roma en la cancha de Boca que pegó en el travesaño y después adentro del arco, ¡pero así de adentro! (separa sus manos un metro) y el arquero la tiró a la mierda como diciendo 'Y sí, fue gol', pero el árbitro, ¿sabés que hizo? Nos dio un lateral”.

El Flaco es un negado a la revolución digital: acaba de abrir una escuela de entrenador­es on line. Pero él cree más en el árbitro que en el “ojo de águila”: “Yo a veces miro y recontra miro una jugada en mi casa y no sé si fue penal, pero el juez, que está

El que opinó sobre el videoarbit­raje fue César Menotti: “Una mentira, no sirve para un carajo”.

muy cerca, seguro lo sabe”.

La FIFA dice que, sin el VAR, se registra un error grave de los árbitros cada tres partidos y que, desde su implementa­ción hay un error grave cada 19 partidos, es decir que en los 80 partidos de Rusia 2018 se producirán al menos cuatro injusticia­s tremendas, que pueden hacer temblar al mundo y que, esperemos, no sean contra la Argentina.

Lo anticipó hace 30 años Roberto Fontanarro­sa en su cuento “La columna tecnológic­a. Fútbol y ciencia”: el sistema puede fallar.

Claro que en aquel relato magistral del rosarino, las cosas terminaban muy mal, con la torre de control de las cámaras dinamitada por un hincha furioso con tantas pavadas.

Según la máxima entidad del fútbol, el VAR fue testeado en más de mil partidos, y contará con un dispositiv­o de repetición de jugadas en forma “súper” lenta y “extra” lenta. Y ni así podrán frenar a Messi. ■

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