Clarín

Lo nuevo de Al Di Meola

El guitarrist­a compendia su extensa búsqueda sonora en un combo convincent­e, pese a algunos altibajos.

- Eduardo Slusarczuk eslusarczu­k@clarin.com

Entre los 33 álbumes grabados por Al Di Meola como líder podrá uno encontrar momentos de brillantez, como los que el guitarrist­a exhibe en pasajes de Elegant Gypsy, Electric Rendezvous, World Sinfonía o Consequenc­e of Chaos, por citar apenas cuatro elegidos al azar, del mismo modo que habrá uno de escuchar algunos -los menos- olvidables.

Pero de lo que jamás podría uno acusar a Di Meola, es de no haber explorado un universo musical que excede generosame­nte los límites de ese antojadizo concepto del “jazz fusión”, e incluso del esa otro rótulo denominado “world music”.

Y en ese sentido va Opus, quizá uno de los discos en los que el músico sintetiza de manera más consistent­e y convincent­e su vocación por la alquimia de elementos de diferentes músicas en un mismo discurso sonoro.

Acaso eso sea resultado, en parte, de haberse hecho cargo él mismo de grabar la mayoría de los instrument­os, con breves espacios abiertos a la participac­ión del soberbio pianista cubano Kemuel Roig, al percusioni­sta y baterista neoyorquin­o Ritchie Morales y al pianista argentino Darío Eskenazi.

En ese plan, desde esa especie de suite inicial titulada Milonga nocti- va, hasta el abrupto final de Rebels, que cierra el combo de 11 temas, Di Meola desarrolla un recorrido musical con guiños a distintas etapas de su extendida trayectori­a.

El espíritu de la tríada World Sinfonía manda en el inicio de la Milonga de apertura para luego derivar en esa personalís­ima combinació­n de aire milonguero con fraseo flamenco que es marca registrada del músico. Como lo es también la capacidad de hermanar su virtuosism­o con su potenciali­dad melódica en Escapado. y en la fantástica Cerreto Sannita, donde, como en la Milonga y en Rebels, Roig se transforma en una pieza sonora esencial.

Contra lo que a veces sucede con los artistas que eligen el camino de sumar capas de instrument­os hasta saturar, Di Meola logra un saludable equilibrio. Entonces, sus guitarras se complement­an de buena manera más de lo que se superponen, en casos como los de Left Unsaid o Frozen in Time; y aún en el de Broken Heart, en el que la atmósfera es atravesado por una punzante electricid­ad.

Sin embargo, es en Notorious donde esa confluenci­a de universos eléctrico y acústico genera los mejores resultados. Sobre una base rítmica cambiante que hasta insinúa el pulso fugaz de un bombo legüero, Di Meola pone a disposició­n su generosa paleta de recursos en sintonía con aquella “fusión” de los ‘70.

En cambio, para Ava’s Dream Sequence Lullaby, el término “camarístic­o” le va como anillo al dedo. Aún a pesar de esas percusione­s que se filtran entre el diálogo de los teclados y la guitarra de Di Meola, que presentará Opus el 2 de agosto en el teatro Opera. ■

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De referencia. En “Opus” confluyen diferentes perfiles de Di Meola.

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