Clarín

Historia secreta de la salida de Sturzenegg­er

- Marcelo Bonelli

Mauricio Macri decidió sacar ayer al titular del Banco Central, después de un largo año de desencuent­ros y fracasos de Federico Sturzenegg­er. Ocurrió después de otra abrupta suba, ayer, del dólar y del descontrol de las variables monetarias: las tasas llegaron al 43 %. Con Sturzenegg­er se va buena parte de su directorio y asume como jefe de la autoridad monetaria Luis Caputo.

Por otra parte, Macri intenta reordenar en forma definitiva el área económica: le otorga más poder a Nicolás Dujovne. El nombramien­to de Caputo tiene el beneplácit­o de los banqueros y, también, de los mercados internacio­nales. Los principale­s banqueros dijeron anoche que el recambio va a ocasionar una reversión de los mercados: se espera para hoy baja del dólar y suba de las acciones y bonos. Se trata de una respuesta política al reclamo de importante­s banqueros: pedían que el ministro Caputo sea el responsabl­e final del manejo de la mesa de dinero del BCRA. Con Caputo llegará como asesor Miguel Bein. Caputo ya había negociado con la banca -hace un mes en la casa de Enrique Cristofani- la renovación total de las últimas Lebac y fue designado por el Presidente interlocut­or con el sistema financiero. La Casa Rosada había decidido reemplazar a buena parte del directorio del Banco Central. Esto ocurrió el miércoles a la noche.

A través de Marcos Peña, Macri le ofreció a Sturzenegg­er que se quedara en su cargo, pero que oxigenara el directorio y entregara el poder de decisión del BCRA. Le ofrecieron que se fueran tres directores y que él continuara al frente de la entidad. Los cargos que le exigieron entregar a Sturzenegg­er fueron los de Demian Reidel y Lucas Llach. Ambos integraban la “troika” que controlaba el BCRA. La jefatura de Gabinete tenía apuntado a Demian Reidel , actual vicepresid­ente de la autoridad monetaria y responsabl­e del manejo de la mesa de dinero y cambiaria del BCRA. La intención era que esos lugares fueran ocupados por funcionari­os vinculados a Caputo y a Nicolás Dujovne.

Reidel y Llach integraban el riñón en la conducción del Banco Central. Fue una propuesta para precipitar la propia renuncia de Sturzenegg­er: era inaceptabl­e. Macri ya había perdido la confianza en el ex titular del Banco Central. Los primeros gestos de desconfian­za surgieron en noviembre pasado. Macri avaló el cambio de metas de inflación, que dejó mal parado al economista.

El Presidente después no soportó las continuas peleas entre el BCRA y la Jefatura de Gabinete. La gota que colmó el vaso fue la corrida cambiaria de mayo. El ex jefe del Banco Central lo había convencido de que todo estaba muy bien en el mercado y que el sacudón era pasajero. Macri piensa que la crisis fue mayor por la mala gestión del BCRA. Y ya hacia fines de mayo había dejado de confiar en Sturzenegg­er. Fue cuando se debatía una salida al megavencim­iento de las Lebac.

Sturzenegg­er negoció con los banqueros y fracasó. Al día siguiente, el Presidente decidió que las negociacio­nes quedaran en manos de Luis Caputo. Caputo resolvió el problema: se entendió con los banqueros que aceptaron renovar el 100 % de las Lebac. Fue ahí cuando Macri resolvió poner como interlocut­or del siste- ma bancario a Caputo. El ex ministro de Finanzas también desplazó a Sturzenegg­er hace dos semanas, cuando el Gobierno le comunicó a los banqueros el detalle del acuerdo del FMI.

El aumento del dólar, ayer, obedeció al clima de versiones sobre la salida de Sturzenegg­er. También, a una cuestión concreta: Argentina se comprometi­ó con el Fondo Monetario a no usar reservas para frenar la corrida cambiaria. Ese compromiso está contenido en el “memorándum de entendimie­nto” entre la Casa Rosada y Washington. En sólo 4 párrafos – al final de la página 13 – el Banco Central pactó no intervenir en el mercado de divisas.

El texto afirma: “Nos proponemos limitar ventas de reservas, en períodos en que haya disfunción del mercado”. Y agrega : “Incluso en esos casos – de corridas – planeamos absorber las presiones externas a través de un tipo de cambio flexible y ventas de divisas muy limitadas para acomodar las presiones del mercado cambiario”. En otras palabras : el BCRA limita su intervenci­ón y eso lleva a especular con un dólar creciente. Esto ocurrió ayer. El acuerdo – además – limita muy fuerte a la autoridad monetaria: el BCRA debe reducir su intervenci­ón en el mercado contado, pero también en el futuro. Es decir: se queda sin herramient­as.

También, porque desde el inicio desde Washington se habló de un dólar a 28 pesos y nadie desmintió el reclamo de los tecnócrata­s del Fondo: Alejandro Werner y Roberto Cardarelli. Los banqueros tuvieron la informació­n confidenci­al hace una semana y fue inmediato : después de la firma del acuerdo, en lugar de haber euforia comenzó la demanda de billetes. Ahora la apuesta del Gobierno es intervenir a través de la Tesorería con los dólares del FMI: los recibirá recién el miércoles. En el medio habrá tres eternas jornadas cambiarias.

También influye en la intranquil­idad del mercado una cuestión central: la letra chica de los documentos firmados con el FMI indican que el ajuste fiscal y el programa financiero son muy exigentes. Obligarán a un manejo impecable para que se concrete. Ambas cuestiones -y el límite cambiario- ponen a prueba la posibilida­d de cumplir con el acuerdo con el FMI. ■

Macri reordena el área económica: le otorga más poder a Dujovne y con Caputo, tiene el beneplácit­o de banqueros y mercados.

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