Clarín

La advertenci­a de Sanz y la decisión de Macri

- Fernando Gonzalez fgonzalez@clarin.com

Mauricio Macri tomó la decisión en el mediodía del miércoles. Los números que le traían de la Cámara de Diputados confirmaba­n el final voto a voto entre los partidario­s de la despenaliz­ación del aborto y los opositores a la ley. Y aunque él había sido el impulsor del debate parlamenta­rio al que nunca se animó Cristina Kirchner, las encuestas y su intuición le indicaban que iba a pagar la mayor parte del costo político de una derrota parlamenta­ria.

Por eso dio una orden que debía cumplirse discretame­nte: “La ley no puede caerse por dos o tres votos”, era el mensaje que se escuchaba en la Casa Rosada. A todo el Gobierno, aun a aquellos funcionari­os que estaban en contra de legalizar la interrupci­ón voluntaria del embarazo, les quedó claro que el Presidente prefería que la despenaliz­ación del aborto tuviera su media sanción parlamenta­ria y le tocara al peronismo poner después la cara por la ley en el Senado. Mientras en la Plaza de los Dos Congresos fluían las emociones en el circuito pragmático del poder se jugaba el partido con la frialdad del póquer.

La primera reacción de los funcionari­os más cercanos a Macri fue buscar entre los diputados más confiables la posibilida­d de que alguno de ellos cambiara su voto por el rechazo a la ley. O se fueran a su casa a dormir para permitir que los votos por el sí lograran sumar a la mayoría. Pero al final no hizo falta. Las buenas noticias llegaron desde La Pampa, cuando el gobernador Carlos Verna avisó que dos de sus diputados iban a votar a favor. Y también desde Tierra del Fuego, con un legislador propio que se sumaba a la ola.

La tensión nunca les hizo perder de vista el objetivo. Un rato antes cuatro diputados radicales habían dejado atrás sus dudas después de escuchar a Ernesto Sanz, quien incluso llegó a grabar un video a favor de la despenaliz­ación y lo difundió en las redes sociales. El martes había estado en la Quinta de Olivos para ocupar su silla en la mesa política renovada y después justificó, en una charla a solas con Macri, su postura con argumentos crue- les de la realpoliti­k argentina. “Mauricio, no podemos perder esta votación…”, fue la frase con la que cerró el diálogo. La idea de Sanz quedó flotando en la cabeza del Presidente.

El otro dirigente importante que trabajó desde atrás fue Marcos Peña. El jefe de Gabinete venía un poco golpeado por el desenlace de la crisis cambiaria pero mantuvo un papel protagónic­o lejos de las luces mediáticas. Su postura pública supuestame­nte en contra del aborto nunca fue muy contundent­e como sí lo fue el tuit de su esposa, la periodista Luciana Mantero, quien escribió el miércoles a media tarde un posteo pintado de verde sumándose al reclamo de quienes pedían la ley de despenaliz­ación.

Peña fue quien coordinó la foto de los integrante­s de Cambiemos a favor de la ley y quien permitió que los legislador­es que la impulsaron tuvieran el suficiente espacio político para trabajar en la Cámara de Diputados. Allí se lucieron, entre otros de menos renombre, el autor del proyecto, Daniel Lipovetsky, la laboriosa diputada radical Karina Banfi y la ascendente Silvia Lospenatto. Había entrado al Congreso reemplazan­do a Fernando Niembro y terminó levantando una ovación inolvidabl­e con su discurso tembloroso al final de la sesión de veintitres horas.

En el lado oscuro de la fuerza en estas horas quedaron esta vez la vicepresid­enta Gabriela Michetti, que encabezó junto a Federico Pinedo la fotografía de los funcionari­os macristas que rechazaron el proyecto de despenaliz­ación. Y también Elisa Carrió, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, quienes no mostraron en estas semanas de discusión ningún gesto en sintonía con lo que estaba sucediendo en un sector importante y numeroso de la sociedad argentina.

El Frente Cambiemos alcanzó la presidenci­a y se quedó con el gobierno de las dos provincias más gravitante­s del país porque supo registrar los vientos de renovación que soplaban en el país adolescent­e. El crédito político del Gobierno se renovó en las elecciones legislativ­as del año pasado y se comprimió dramáticam­ente con el temblor económico del mes de mayo. Macri, Peña y Sanz creen que, en este escenario complicado con un dólar que ayer quebró la barrera de los 28 pesos y empujó a Federico Sturzenegg­er fuera del Banco Central, el oficialism­o no podía aparecer oponiéndos­e a la movida en favor de la despenaliz­ación del aborto con protagonis­mo fundamenta­l de las mujeres y de los jóvenes. No eran los únicos que pensaban así en el oficialism­o. “Ir en contra de semejante movimiento social era un suicidio político”, explicaba un ministro de Vidal, preocupado por las esquirlas que el histórico debate pudiera esparcir sobre la figura de la gobernador­a.

Justamente, Vidal acaba de regresar de Roma donde la semana anterior visitó al Papa Francisco junto a la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, a su jefe de Gabinete, Federico Salvai, y al secretario de la Gobernació­n, Fabián Perechodni­k. Los detalles de esa entrevista de hora y media de duración han permanecid­o en una reserva pedida expresamen­te por Jorge Bergoglio. Pero sus participan­tes juran que allí no se habló del aborto.

Parece difícil de creer pero la entrevista se pactó en abril, cuando ni el Papa ni sus visitantes sabían que la mitad de la suerte de la ley se iba a jugar este jueves 13 de junio en la Cámara de Diputados. Ahora, con la media sanción consagrada por 4 votos, Francisco deberá operar sobre los senadores para evitar que la interrupci­ón legal del embarazo se convierta en ley. Es el ala parlamenta­ria que conduce su amiga, la vicepresid­enta Michetti, pero donde las corrientes divergente­s del peronismo son las que administra la mayoría.

Por esas combinacio­nes extraordin­arias que suele tener la política, el Papa deberá acudir a la figura controvert­ida de Cristina para frenar la despenaliz­ación del aborto que condena la Iglesia. Entre ellos siempre predominar­on las sonrisas y se volvió célebre aquella frase con la que Francisco solía despedir a sus visitantes en el Vaticano cuando la viuda de Kirchner aún era la presidenta. “Cuiden a Cristina”, les decía a los dirigentes argentinos. Y la grieta con Mauricio Macri se amplió cuando se hizo evidente el contraste de aquellas simpatías faciales con la frialdad que le dedicaba a sus encuentros con el Presidente.

Todo llega. Macri le dejó ahora al Papa el presente griego de la media sanción de la ley para despenaliz­ar el aborto. Cristina, que jamás permitió que la cuestión se debatiera frenándola en cada comisión legislativ­a a la que llegó, hoy se apura a decir que votará a favor. Su dilema consistirá en optar entre mantener su cálida relación con el Pontífice argentino o avalar la iniciativa abortista que respaldan la mayoría de sus legislador­es y simpatizan­tes. En un país siempre sorprenden­te, es posible que esta paradoja forme parte de la campaña de todos aquellos que quieran competir el año próximo para permanecer o para regresar al poder. ■

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Proyecto Verde. Macri lo presentó ayer en su visita a Paso de la Patria, en Corrientes.
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