Una reacción moderada para no complicar aún más las cosas
Tal como ocurrió cuando el presidente Mauricio Macri anunció en febrero que desbloqueba el tratamiento en el Congreso de la despenalización del aborto, la Iglesia reaccionó con moderación ante la media sanción del proyecto en Diputados, consciente de que abrazarse a una posición muy dura sólo complicaría más las cosas. Porque resta la batalla final en el Senado. De hecho, en el comunicado difundido tras la votación, los obispos consideraron que la cámara alta “puede ser el lugar donde se elaboren proyectos alternativos que puedan responder a las situaciones conflictivas, reconociendo el valor de toda vida y el valor de la conciencia”.
Con todo, la Iglesia no se hace muchas ilusiones de lo que pueda pasar en el Senado, pese a los sondeos que arrojan proporcionalmente muchas más posiciones en contra que en Diputados. Lo dijo el obispo Alberto Bochatey, delegado del Episcopado ante el Congreso. “También parecía que los diputados lo iban a rechazar y sin embargo eso no ocurrió”, declaró. Para Bochetey, el problema no son las convicciones de los legisladores, sino la endeblez de esas convicciones: “Es lamentable dijo que un tema tan delicado quede a merced de la negociación política”.
Para Bochatey no hay dudas: hubo presiones de última hora no sólo sobre diputados que estaban indecisos, sino sobre otros que estaban en contra de la despenalización. Fue una referencia implícita a que en el tramo final del debate, ya en plenaa madrugada cambiaron su votos dos peronistas de La Pampa, un radical de San Luis y uno del PRO de Tierra del Fuego que, curiosamente, se había sacado una foto con otros legisladores y funcionarios de Cambiemos que se oponen. Bochetey dijo que a su juicio influyeron en la modificación de postura “la ideología o determinados intereses” que no especificó.
Ahora viene para la Iglesia el desafío del Senado y no está claro qué “proyectos alternativos” imagina. Los obispos dicen en el comunicado: “Tenemos la oportunidad de buscar soluciones nuevas y creativas para que ninguna mujer tenga que acudir a un aborto”. ¿Trabajar en la prevención? ¿Mejorar la educación sexual? ¿Promover el uso de anticonceptivos? ¿Acompañar a la mujer embarazada en situación de vulnerabilidad? ¿Facilitar la adopción?
¿O acaso sería más audaz y, pese a que dice que no hay ninguna mujer presa por hacerse un aborto, aliviarle o suprimirle a la embarazada la pena? O sea, una cierta despenalización, pero no la legalización. Las próximas semanas traerán la respuesta.
Lo cierto es que Macri, al desbloquear el debate del aborto y avanzar el protecto, sumó un tema más de fricción con la Iglesia y el propio Papa en momentos en que crece en el país la conflictividad social ante la cual el clero puede ser muy contenedor.