En el sector celeste rezaron de rodillas y cantaron el Himno

A las 9.51, cuando explotaron los bombos y los gritos de alegría de los miles de manifestantes que esperaban la aprobación de la legalización del aborto, desde el sector que rezaba por lo contrario, respondieron cantando el Himno Nacional argentino. Lo hicieron con solemnidad. Después, gritaron “¡Sí a la vida, si a la vida, sí a la vida!”. Muchos se largaron a llorar, otros se arrodillaron. También estaban los que aseguraban que acá no se terminaba el asunto. Que lo del aborto legal todavía está lejos.

“Tenemos el Senado”, dijo Raúl Magnasco a Clarín. El director de la Fundación Más Vida había levantado la carpa gigante y ahora se recluía en su auto: “Todo se dio vuelta por tres diputados de La Pampa. Hubo muchas negociaciones políticas, pe- ro vamos a seguir trabajando, porque nosotros no nos limitamos a luchar contra una ley sino a concientizar gente. Esto es solo la media sanción, nos queda el Senado y la Justicia, porque podemos hacer planteos de anticonstitucionalidad”.

Algunas chicas se habían puesto los pañuelos celestes característicos de quienes aseguran velan por “las dos vidas” cubriéndose el rostro. Sólo se veían sus ojos llorosos.

Cecilia Tato, de 41 años, pedía terminar con “la hipocresía de este feminismo barato. ¿De dónde se creen que salen embriones? De nosotras, no de una cigüeña”. Un hombre me- nos exaltado, llamó a la calma. “seguiremos luchando, pero que todo sea en paz y alegría. Bendecimos a nuestros oponentes”. A las 9 de la mañana, poco antes de la votación, la desolación en la “zona celeste” ya era total. Había muy pocas personas, ya se habían levantado los baños químicos, nada quedaba del escenario. Sólo había un vendedor de pañuelos celestes en la esquina de Hipólito Yrigoyen y Entre Ríos que no podía venderle pañuelos a nadie. Las banderas también se habían ido, los carteles estaban apilados en el piso. Un pequeño grupo rezaba frente a un altar.