Clarín

Crónica de una noche helada entre mates, plegarias y “empanades”

Vigilia frente al Congreso. Del lado verde se improvisar­on campamento­s y hubo locro en la carpa de las actrices. Del lado celeste se armaron cadenas de oración.

- Julieta Roffo jroffo@clarin.com

Es Rodríguez Peña y Rivadavia y faltan veinte minutos para la medianoche. El calendario dice otoño pero esta noche de miércoles dice invierno. Maia levanta un aislante de esos que separan el cuerpo de lo frío que está el piso y que parecen forrados con papel de aluminio. Es un faro improvisad­o para que sus amigas, dispersas entre la Plaza de los Dos Congresos y la vereda de enfrente, se reúnan. Están buscando dónde desplegar esos aislantes, dónde sostener la espera de las horas que faltan para que los diputados voten por la legalizaci­ón del aborto.

Del lado verde de las manifestac­iones, donde se concentran quienes están a favor del proyecto de ley, Callao está ocupada. Entre Rivadavia y Perón es casi imposible caminar. Desde ahí hasta Corrientes, y en Rodríguez Peña o Riobamba, hay un poco -no mucho- más espacio. Algunas pruebas: la fila para hacer pis en una estación de servicio, la espera para comprar una gaseosa o una cerveza en un kiosco, el amontonami­ento en el bar que vende minutas y transmite en vivo la sesión de la Cámara Baja, las varias centenas de adolescent­es que escuchan a los legislador­es en una pantalla sobre Rivadavia, los empujones involuntar­ios de cuando la calle no es tan ancha como su afluencia.

En Entre Ríos e Hipólito Yrigoyen, unas veinte personas rezan en ronda. Están parados, algunos cierran los ojos, una mujer sostiene un póster con una imagen de la Virgen María y un hombre abraza a sus dos hijos, uno de cada lado. Sandra, sentada contra las vallas que separan a los manifestan­tes del Congreso, pregunta si Carrió llegó al recinto. “Siempre falta, hoy tiene que venir así vota en contra”, dice, en relación a la diputada de la Coalición Cívica. Revisa su celular, conectado a un cargador portátil: allí están los horarios en los que sus compañeros de la capilla San Cayetano, de City Bell, rezarán un rosario en sus casas.

La pantalla que transmitía la sesión de Diputados en el escenario de Entre Ríos y Moreno se apagó: quedaban delante de ella una cincuenten­a de per- sonas. Después de terminado el acto del lado celeste de estas calles, conducido por Viviana Canosa y en contra de que el aborto sea legal (ver aparte), la desconcent­ración fue rápida y casi total, aunque quedaron algunos manifestan­tes dispuestos a pasar la noche. Llenar un termo con agua caliente cuesta diez pesos y se vuelve no sólo una forma de levantar la temperatur­a mate mediante, sino de mover un poco el cuerpo y combatir el frío.

Sobre Rivadavia armaron su gazebo de colores un gran número de actrices. Son unas 80, entre ellas, Muriel Santa Ana, Dolores Fonzi, Luisa Kuliok, Valeria Bertuccell­i, Inés Estévez, Calu Rivero y Dalma Maradona. Cada una llevó algo para comer. Bizcochito­s, tartas, bolitas de espinaca. Flor de la V avisó que llevaría locro: cayó con una cacerola enorme. Las demás llevaron sus casuelitas. Están sin televisión, ni señal de Internet. Tres de ellas lograron autorizaci­ón para ingresar al recinto al momento de la votación.

“¡Empanades!”, grita una vendedora sobre la avenida Callao, a una cuadra del escenario montado por la Cam- paña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. El guiño al lenguaje inclusivo genera risas. En el cordón de la vereda, un grupo de amigas de Lanús repasa el inventario: jarros térmicos, polainas de lana, medias de repuesto y toda la yerba que tenían a mano. “Hay que estar en la calle: que los diputados sepan que estamos en la calle”, dice Camila, de 19 años y con las mejillas verde brillante.

“Hay que poner el cuerpo y ponerlo con coherencia: ser pacífico en la manifestac­ión. Estoy acá porque, así como está, el proyecto plantea humanos de segunda porque estamos discutiend­o cuándo empieza a valer una vida”, dice Francisco, de 29 años, con termo debajo del brazo, bufanda y una ronda de mate que se le improvisa alrededor porque tiene agua caliente. Detrás suyo, un hombre levanta un cartel: “Nadie menos”.

Del otro lado, del verde, también abundan las rondas de mate. “Tu voto en contra para nuestro derecho será mi voto en contra para vos”, dice un cartel. Es una advertenci­a: no van a renunciar al aborto legal. ■

 ?? ANDRÉS D’ELIA ?? Abrigados. Miles de jóvenes pasaron la madrugada frente al Congreso. Hubo una mayor concurrenc­ia entre los que apoyaban la ley.
ANDRÉS D’ELIA Abrigados. Miles de jóvenes pasaron la madrugada frente al Congreso. Hubo una mayor concurrenc­ia entre los que apoyaban la ley.

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