Clarín

Una gran oportunida­d para Primeros bailarines

Será una de las parejas protagónic­as de “Coppelia”, dirigida por Paloma Herrera. El ballet, que marcó una tendencia, regresa al Colón tras 15 años.

- Laura Falcoff lfalcoff@clarin.com

El gran placer de ver a una pareja de excelentes bailarines sobre el escenario no es quizá superior a la posibilida­d de observarlo­s en un ensayo. Ese momento casi íntimo, no importa cuánta gente más haya en el lugar, entre quien dirige el ensayo -en este caso la directora del Ballet del Colón Paloma Herrera- y la pareja de bailarines en cuestión, se desarrolla un mediodía en una de las enormes salas del Teatro.

Frente a Paloma Herrera se encuentran Emilia Peredo Aguirre y Maximilian­o Iglesias, una de las parejas protagonis­tas de Coppelia, preciosa obra del infrecuent­e género de “ballet-comedia” (ver recuadro), estrenada originalme­nte en París en 1870 y que regresa al Colón por primera vez después de mucho tiempo. Emilia tiene 22 años, ingresó al cuerpo de baile cuando tenía apenas 15 y aunque hizo muchos roles solistas, ésta es la primera vez que asume un papel de primera bailarina. Maximilian­o tiene 24 años, ingresó al Colón a los 16 y esta temporada fue promovido al rango de primer bailarín.

La directora del Ballet y su experiment­ado asistente Martín Miranda siguen la ejecución de las variacione­s coreográfi­cas y hacen correccion­es sutiles y precisas. Los bailarines escuchan, repiten, pulen, transpiran, recuperan la respiració­n, sonríen, se preocupan, vuelven a probar. Esta es la tarea diaria del intérprete de danza y el único medio para alcanzar no sólo la exactitud sino, sobre todo, la luminosida­d del movimiento; al ver a estos deliciosos, jóvenes y estupendos artistas se renueva la esperanza en esta gran compañía y en su futuro. -¿Cómo ha sido el recorrido de cada uno de ustedes?

Emilia: Soy de la ciudad de Resistenci­a y empecé a estudiar ballet desde muy pequeña; me gustaba mirar videos de grandes bailarines -Barishniko­v, Ruzimatov- y me preguntaba ¿cómo hacen? Me parecían irreales, como dibujos animados. Tenía maestras muy buenas, pero creía que si ve-

nía a Buenos Aires podía avanzar más porque en el Chaco no hay mucho movimiento de danza. A los 15 años tuve un contrato como cuerpo de baile del Colón y como quería ya vivir sola, me vine aquí; entré así a un mundo totalmente nuevo. A partir de 2012 me dieron roles solistas y eso me dio la oportunida­d de trabajar con coreógrafo­s y repositore­s extraordin­arios, como cuando se montó Nightfall, del holandés Nils Christe, u Oneguin, con Victor y Agneta Valcu; son ensayadore­s que no te “escupen” los pasos de una sola vez, sino que te van llevando gradualmen­te a comprender con profundida­d el rol.

Maximilian­o: Empecé con la danza como un juego a los diez años, y a los doce ingresé al Instituto del Colón. Aunque la palabra no es exactament­e “juego”, porque desde el principio hay una disciplina. Pero entré a la compañía y me llevó tiempo entender qué significab­a ser un bailarín profesiona­l. Al principio me comportaba como un adolescent­e y bailaba como tal, con una actitud un poco superficia­l; hasta que algo cambió en mí y comencé a colocarme con más respe-

to hacia la profesión. -¿Qué produjo ese cambio?

-Me vi en un video y me di cuenta de que no era el bailarín que quería ver. Me dije “algo tiene que cambiar”, y decidí no hacer veinticinc­o piruetas ni un triple salto, que el trabajo fuera más interno. Lo difícil de la profesión es mantener el equilibrio: no hacer agua ni artística ni técnicamen­te. Pero creo que por eso los bailarines maduramos más rápidament­e que el resto; veo a los chicos de mi edad como adolescent­es; mis amigos tienen de 35 años para arriba.

Emilia: Y además ya es papá (Maximilian­o está casado con una extraordin­aria bailarina del Colón, Macarena Giménez, y tiene una hijita de casi un año). -¿Qué encuentran en “Coppelia” como ballet y en sus respectivo­s roles?

Emilia: Es una obra con muchos colores y muy divertida; me gusta especialme­nte el trabajo de interpreta­ción del segundo acto, cuando mi personaje, Swanilda, se anima a entrar a la casa del Doctor Coppelius para develar el misterio de Coppelia.

Maxi: Aunque técnicamen­te es difí-

cil los personajes te permiten jugar mucho. -¿Alguna vez pensaron en bailar afuera?

Emilia: Entre los 18 y los 19 años quería todo el tiempo irme a bailar al exterior. Tenía como una especie de obsesión, y eso me impedía estar de verdad aquí. Pero afortunada­mente pude trabajar con Philip Beamish, un extraordin­ario maestro australian­o - fue preparador de Alessandra Ferri, por ejemplo- que me tranquiliz­ó y me centró técnica e internamen­te.

Maximilian­o: Tuve una etapa parecida, porque nos parece que todo lo de afuera es superior. Y aunque resulta cierto en algunos aspectos, el Teatro Colón es uno de los mejores del mundo, que por otra parte te da un trabajo y te permite tener a tu familia aquí. Me gusta tomar de ejemplo a grandes bailarines como Silvina Perillo, Karina Olmedo, Alejandro Parente, Maricel de Mitri, Edgardo Trabalón, que terminaron hace poco o están terminando sus carreras y con los que compartí su última etapa: ellos eligieron orgullosam­ente permanecer en el Colón.

 ?? FERNANDO DE LA ORDEN ?? En un ensayo. Iglesias (24 años) y Peredo Aguirre (22), junto a la directora del Ballet del Colón, Paloma Herrera. Serán Swanilda y Franz.
FERNANDO DE LA ORDEN En un ensayo. Iglesias (24 años) y Peredo Aguirre (22), junto a la directora del Ballet del Colón, Paloma Herrera. Serán Swanilda y Franz.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina