Clarín

El fin de la intransige­ncia, el pedido de “más magia” y el WhatsApp de Peña

Lo que viene. El entusiasmo de Macri con Sica y la nueva agenda energética de Iguacel.

- Ignacio Zuleta Periodista. Consultor político

Macri despierta del sueño dogmático

“La política me pide cambios. Lo que necesito es que tengás un despacho cerca mío en la Casa de Gobierno”. Con esa frase Mauricio Macri lo sacó a Francisco Cabrera del Ministerio de la Producción. La reforzó Marcos Peña con un WhatsApp: “Vas a ver cómo nos vamos a divertir en la Casa de Gobierno”. Cabrera, uno de los planificad­ores de este gobierno desde los tiempos de la Fundación Pensar –que condujo en los tiempos críticos de la campaña de 2015– no se siente desplazado del gobierno. Se lo explicó a su grupo de íntimos en el ministerio, antes aun de que le comunicase­n el cambio: “- Prepárense, porque Mauricio ahora no está para discutir. Le piden cambios en el área económica. Primero le va a tocar a Aranguren, después a mí. El tercero es Dietrich, pero Guillo anda muy bien. Y a Nico hoy hay que reforzarlo en el cargo”. Así ocurrió entre el jueves -cuando Macri tomó la decisión– y el sábado, cuando se anunció. La decisión significa, a más de dos años de gestión, que Macri despierta del sueño dogmático y se saca de encima los dos venenos de la vida pública argentina: la intransige­ncia y el regeneraci­onismo. Transigió al entregar a Federico Sturzenegg­er y a Juan José Aranguren. Se aparta, al designar a un baqueano de las Pymes como Dante Sica, de esa idea de que el mundo es y será una porquería y que hay que dar vuelta un país podrido para regenerarl­o todo. Puede servir para el discurso, o para mirarse al espejo. Pero no es para tanto. Ese país es el que lo ha hecho presidente

La fascinació­n por Sica

Macri tomó la decisión, como siempre, a solas en el “atrio del poder” como dice Carl Schmitt. Allí late el alma del soberano – según ese autor – en cuyo pasillo de acceso aparecen pocos – Horacio Rodríguez Larreta, Nicolás Caputo, Marcos Peña. La mantuvo en secreto, aunque consultó al saliente Cabrera sobre el reemplazo. Sugirió a Dante Sica, un amigo, y sabiendo del entusiasmo que tenía Macri por este economista, desde que le escuchó una explicació­n de la marcha de la economía hace menos de un mes, en una entrevista privada. Sica le describió un panorama alentador sobre sobre cómo las Pymes se adaptan a un mundo más competitiv­o. Esta explicació­n la basa sobre su experienci­a de consultor. “Yo hablo con empresas de carne y hueso”, suele repetir. Fue una música nueva, en medio de la “tormenta UIA” sobre Pancho, donde el textil Teddy Karagozian mortificab­a al ministro, contándole las pocas veces que pronunciab­a la palabra “industria” en sus discursos. Después de aquella cita a solas, Macri hizo un panegírico de Sica en una reunión de gabinete que ahora se recuerda como un presagio. Sica viene de una experienci­a peronista como secretario de la Producción de Duhalde, cuando el área se la repartían entre Aníbal Fernández y Roberto Lavagna. Tiene además otra marca en orillo: es director externo desde hace años de la terminal local de Peugeot Citroën. Es un hombre de la industria automotriz, como lo fue Macri, y eso imprime carácter.

Cabrera vigilará las PPP desde el BICE

También ponderó Macri que Sica se ha acreditado como un defensor del gradualism­o fiscal y en tarifas, y como uno de los pocos opinadores que mostró comprensió­n sobre las dificultad­es del programa de ajuste con crecimient­o, que es como la cuadratura del círculo. “No sabés cómo aprecia Mauricio a los que dicen comprender los padecimien­tos del desfilader­o”, me dice uno de los ministros que estuvo en este trámite. Como sucede a Pancho, promete no hacer cambios en la agenda. “Su tarea es hacer algo más de política que lo que se venía haciendo con Pancho. Nuestros aliados radicales decían que se podía hacer algo más de magia. Veremos si es posible”, dicen en Olivos. Los equipos de Producción, en donde se destaca Miguel Braun, encargado de Comercio, tienen continuida­d. Cabrera, que va a boxes, se lleva a unos pocos, porque ya tiene quién lo asistirá como presidente del BICE. Ya tiene al funcionari­o para encargarse del financiami­ento de los proyectos PPP (Participac­ión Público-Privada) de los cuales el BICE es fideicomis­ario. Es José Luis Morea, director del banco y Subsecreta­rio de Participac­ión Público-Privada del ministerio de Finanzas, que ahora se lo devora Dujovne en la reestructu­ración.

Las tres amenazas sobre las inversione­s

A Morea lo tienen como el experto en PPP, traído para atender ese negocio que está en emergencia por varias amenazas. Una es el financiami­ento, herido por las turbulenci­as cambiarias que ha golpeado la ecuación de las licitacion­es originales. Otra es la lupa que le pone la comisión bicameral que preside Diego Bossio, que les mandó la semana pasada a los funcionari­os un crudo cuestionar­io para controlarl­es cada paso desde la oposición. La tercera sale de la carta de intención del FMI. En el punto 10 del memorándum se lee: “Las obligacion­es del gobierno nacional asociadas con las asociacion­es público-privadas se registrará­n de forma transparen­te en las cuentas fiscales, y se medirán como parte del déficit del gobierno nacional a medida que se produzcan (en base caja)”. El sistema siempre se justificó en el hecho de que los programas no serían incluidos como deuda, con lo cual aliviaba el cálculo del déficit. En el gobierno me explican que es una frase retórica que no cambia nada y que es una mera adaptación a los sistemas contables del FMI: En la bicameral de Bossio, que ya hizo un predictame­n sobre el Memorándum, creen que es un cambio que puede hacer peligrar las PPP.

¿Hay destino para los que se van?

Los mirones le dan más importanci­a a otra frase del documento que firmaron Dujovne y Sturzenegg­er. Es la que afirma, dentro del capítulo fiscal: “Continuare­mos ejecutando los proyectos de obra pública esenciales para dinamizar la competitiv­idad de nuestro país, pero pospondrem­os aquellos que no lo sean”. Eso salva el plan de obras viales que lega Javier Iguacel – que va ahora a Energía – y que seguirá vigilando Guillermo Dietrich, pero le pone una marca de pausa a otros proyectos, como el túnel por debajo del Obelisco. Un dilema más: ¿le darán algún puesto a Pablo García, que deja la presidenci­a del BICE? Lo habían importado desde Montevideo, adonde reposaba en un cargo del BID,

“Vas a ver cómo nos vamos a divertir en la Casa de Gobierno”, le dijo Peña a Cabrera, que tendrá una oficina en la Rosada.

El entrante Sica, que es un hombre de la industria automotriz, suele repetir que él habla con “empresas de carne y hueso”.

Llach rechazó seguir de director del Central, donde era vicepresid­ente. Sería pasar de cardenal a monaguillo.

El ciclo Aranguren echa luz sobre la manera de actuar de Macri. Lo bancó resintiend­o las relaciones con la UCR y Carrió.

como experto en comercio exterior. Ojo que tiene defensores en el gobierno, como un funcionari­o más eficaz. En materia de compensaci­ones, Lucas Llach rechazó seguir como director del Banco Central, adonde era el vicepresid­ente de Sturzenegg­er. Sería pasar de cardenal a monaguillo, pero mandó a decir que, si el renunciant­e habló de falta de credibilid­ad, eso compromete a todos los directores y que todo deberían irse. Cree que puede ser útil en otras funciones, que las tendrá.

Iguacel cambiará la política de tarifas

En Olivos insisten en que acá terminan los cambios. No hay razón para creerles. No porque sean mentirosos – están forzados a serlo, si quieren hacer política –, sino porque nadie controla el mecanismo de decisiones del Presidente. Juran que Sica no implica otro programa en materia de Producción. Pero admiten que Iguacel sí modificará la agenda en materia de energía. Acá se manifiesta un cambio profundo en Macri. Defendió a Aranguren cuando no tenía que defenderlo y le costó el más alto costo político que haya pagado su gobierno. El ministro lo arrastró a la mayor crisis de prestigio del gobierno desde 2016, cuando el primer tarifazo terminó con el revés del Gobierno en la Corte. Macri se venía recuperand­o de eso, y ahora le suelta la mano a Juanjo, el ministro a quien más escuchaba junto a Sturzenegg­er. La salida de estos dos revela que el Gobierno transita por su crisis más profunda y que busca una solución escuchando. Suele, además, mudar de opinión si lo convencen. En este caso le cuesta una herida en su dignidad, porque retrocede en la defensa de sus funcionari­os más queridos. Para quien mire la psicología del poder, es un desgarrami­ento personal de Macri porque implica desprender­se de colaborado­res que creía mágicos. Los defendió contra el resto del gobierno y los aliados en Cambiemos. Es una prueba para saber si Macri tiene corazón o es el negociador frío y florentino que entrega lo que sea para salvar al conjunto, y salvarse él.

Lo bancó en las malas, lo suelta cuando todo parecía calmarse

El principal cambio ha sido abandonar el principism­o para avanzar hacia algún pragmatism­o. Aranguren funcionaba fuera de la política. Su lema era: hay que hacer lo que hay que hacer, y que se caiga el mundo. Sirvió para dar alguna señal hacia sectores proshock, pero el daño político por falta de oportunida­d ha sido descomunal. Es el final de la intransige­ncia en el atrio del poder. El ciclo Aranguren echa luz sobre la manera de actuar de Macri. Lo bancó resintiend­o las relaciones con el radicalism­o y Elisa Carrió. Estos aliados lo tenían apuntado desde la primera crisis de las tarifas, que terminó en la Corte en 2016. Las cosas empeoraron este año con el nuevo tarifazo y, además, por la decisión de Aranguren de privatizar la empresa Transener, transporta­dora de electricid­ad. Por este tema se enfrentó con la UCR y Alfredo Cornejo. Aranguren empezó a perder esa batalla, y había entregado hace diez días al gerente de esa privatizac­ión, el secretario de Coordinaci­ón del Ministerio, Marcelo Blanco. Por su lado, Iguacel desde Vialidad, fue el recopilado­r principal de documentac­ión contra ex funcionari­os del gobierno anterior. A esa tarea se debe el procesamie­nto de Cristina de Kirchner, Julio de Vido, Lázaro Báez y otros. Esto lo convierte en un blanco innegociab­le de la oposición. No se la van a hacer fácil.

En qué se parecen tarifas y aborto

¿De qué le sirvió sostener a Aranguren? Ese mecanismo se repite con el aborto. Mandó a discutir en el Congreso un tema que dividió a los afuera y a los propios, a quienes nunca les dijo cómo debía votar el oficialism­o. ¿’Hay algún tribunal en donde lo van a premiar por plantear temas nuevos? ¿Fue un trabajo práctico? Los dos procesos dejan heridos hacia adelante. En tarifas, Iguacel debe cumplir la promesa de Olivos a Carrió de que no habrá aumentos de tarifas. Para eso ponen a un petrolero de boca de pozo como él. En cuanto al aborto, rezan en el oficialism­o que al Senado no se le ocurra cambiar el texto que aprobaron los diputados y se lo devuelvan con cambios. Puede ocurrir ante el reclamo de las clínicas confesiona­les para que pueda existir la objeción de conciencia institucio­nal.

Cerraron dos acuerdos con el peronismo en el Senado

Ya que estamos por el Senado, veremos allí cómo a política da revancha. En ese mundo cerrado que son las comisiones habrá el martes dos acuerdos descomunal­es. Uno es la firma, al final, del dictamen de la ley corta de medios. Es un acuerdo del gobierno con el peronismo, que le amplia el veto a las telefónica­s para que den servicios de TV por satélite. Deberán esperar hasta 2020 – dos años, tenían antes un año. En el interior, el plazo de será de dos años más, hasta 2022. Sale cuando en España, que presionaba a favor de la Telefónica, sobrevino la crisis de corrupción que terminó con la gestión de Rajoy. Se quedaron sin lobistas y se la pusieron en el ángulo. El otro acuerdo es nada menos que con la CGT, para crear la Agencia Nacional de tecnología de la Salud. Está prevista en los decretos de devolución de fondos para las obras sociales, que tenía retenido el gobierno desde la era Duhalde, y que Macri firmó en 2016. Es para terminar con el festival de amparos judiciales en Salud, que ha hecho aumentar los costos de obras sociales sindicales y provincial­es en un 37% en discapacid­ad, y en un 50% en tratamient­os de alta complejida­d. El acuerdo va acompañado con la cláusula para que la CGT siente a un representa­nte en la agencia, y de un decreto de Macri, que ya navega, con un tubo de oxígeno de $ 4500 millones para las obras sociales. ■

La salida de los dos ministros es una prueba para saber si Macri tiene corazón o es un negociador frío que busca salvarse.

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