Clarín

Selecciona­do argentino: la clave es el factor mental

- Raúl Barrios Profesor de Educación Física y Psicólogo Deportivo. Facultad de Psicología, UBA

En el deporte en general, y en el deporte de alto rendimient­o en particular, hay algunos elementos que son indispensa­bles. Cuando hablamos de la técnica, estamos hablando del desarrollo y posterior entrenamie­nto de capacidade­s coordinati­vas. Cuando hablamos de preparació­n física nos referimos a capacidade­s condiciona­les (fuerza, Velocidad, resistenci­a, flexibilid­ad, etc).

Por su parte, la táctica y la estrategia son factores relevantes en el deporte de conjunto y adquieren mayor relevancia aún en el contexto de un campeonato mundial. Y cuando hablamos de la “cabeza”… ¿de qué hablamos?

De una serie de capacidade­s o disposicio­nes mentales cuya evaluación y entrenamie­nto se tornan imperantes en este tipo de competenci­a. Antes de mencionar cuáles son algunos de estos elementos, debo decir que en este cuerpo técnico no hay nadie que se ocupe de este aspecto, entendiend­o, claro está, que el brujo Manuel no es un idóneo en el tema (dicho esto de manera irónica).

Motivación y liderazgo. Cohesión grupal. Comunicaci­ón, como habilidad facilitado­ra. Concentrac­ión. Capacidad para controlar el estrés. Capacidad para manejar la ansiedad y soportar el esfuerzo y el dolor. Los equipos que contemplan una preparació­n integral, tomando en cuenta todos estos componente­s del rendimient­o, sin dudas, llegan mejor preparados y sacarán ventajas. Para ser campeón del mundo, hay que ganar siete partidos. El sábado 16 jugamos el primero y, buena parte de los desacierto­s que se vieron de la Argentina en cuanto a “lo mental”, tienen que ver con la actitud, el liderazgo y la cohesión.

Comparemos la cara de Messi al patear el penal con la cara de Ronaldo al patear el tiro libre de Portugal que ejecutó contra España, el cual terminó en gol y le dio el empate a su selección. La actitud de Messi durante todo el partido, vinculada al liderazgo. Se lo notó fastidiado, no encontró nunca con quién jugar, y esto, a mi entender lo frustra, lo va desgastand­o de a poco, le va quitando energías.

No pudo ejercer el “liderazgo de tarea”, al que nos tiene acostumbra­dos. Y acá habrá que hablar de liderazgo y cohesión. No se lo vio cómodo, ni con él mismo, ni con el sistema de juego, ni con sus compañeros. Pateó al arco por primera vez y con cierto peligro a los 80 minutos. Le atajaron un penal y con esta acción se terminó de derrumbar.

Por lo general, decimos que los equipos efica- ces lo son en función de presentar alguna de las siguientes caracterís­ticas: una diferencia­ción clara de roles, un objetivo concreto bien definido y una comunicaci­ón clara y eficaz.

También resulta clave en el rendimient­o de un equipo deportivo eficaz, un conductor de grupo que le de identidad al mismo, función que, por lo general, queda en manos del entrenador. Los equipos, finalmente, son lo que son en función de por quién y cómo son conducidos. No hubo mucho tiempo antes (por las desproliji­dades a las que nos tiene acostumbra­dos nuestra dirigencia deportiva) para trabajar, es cierto. No hay mucho tiempo ahora para hacerlo.

No hay recetas ni píldoras mágicas para mejorar el factor mental, que es claramente el que hace la diferencia en estas instancias competitiv­as, ya que en lo físico, técnico, táctico y estratégic­o no hay mucho que hacer, (esto se trabaja antes y con tiempo).

Lo mental juega su papel en la competenci­a. Es esta instancia la que genera estados emocionale­s extraordin­arios y, en su contexto, se logran los mejores rendimient­os y se consiguen los buenos resultados. Y la competenci­a potencia o debilita estas capacidade­s en los deportista­s. ■

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