Clarín

Hallan un fósil que estuvo en la llanura pampeana mucho antes de lo que se creía

Se trata de un fémur de 700 mil años. Es de un tipo de perezoso cuyo último registro tenía 3 millones de años.

- Marcelo Bellucci mbellucci@clarin.com

Descubren en una cantera de San Pedro un fémur de tamaño excepciona­l, de 42 kilos de peso, casi completo, que perteneció a un animal llamado Pyramiodon­therium, un mamífero de talla gigantesca emparentad­o con los perezosos actuales, al que se pensaba desapareci­do desde hacía unos tres millones de años y del que se tenían pocos registros. A diferencia de los ejemplares más pequeños de su género, se especula que fue adaptan- do su volumen para hacer frente a los depredador­es de la llanura pampeana, cuando se unieron los continente­s de América del Norte con el Sur.

El último registro conocido de este género de perezosos proviene del Plioceno medio (3 millones de años), mientras que el fósil hallado tiene “tan solo” unos 700.000 años de antigüedad. Lo que significa que esta especie habría vivido unos 2 millones de años más de lo que se pensaba. “El fósil pasa a ser el ejemplar más moderno de su género”, señalan los especialis­tas del Museo de San Pedro.

“Venimos observando que la fauna provenient­e de esa época muestra cierto grado de gigantismo si se la compara con edades anteriores o posteriore­s de la prehistori­a de la región. Tal vez la competenci­a por nichos ecológicos, períodos prolongado­s de clima favorable o la presencia de ciertos predadores provenient­es, en su momento, de América del Norte, incentivar­on una tendencia al gigantismo de ciertos animales”, explica José Luis Aguilar, fundador del Museo Paleontoló­gico “Fray Manuel de Torres”, de San Pedro.

Tanto desde el Grupo Conservaci­onista de San Pedro, equipo que lo descubrió, como del Luciano Brambilla, investigad­or de la Universida­d Nacional de Rosario -encargado de estudiar la pieza encontrada- creen que se trataría de una nueva especie dentro del género, pero con una hechura descomunal, si se lo compara con sus congéneres más cercanos.

“La hipótesis es que los ejemplares de esta especie, a finales de la era ensenadens­e, fueron modificand­o su anatomía para hacer frente a la invasión de perros, zorros y tigres diente de sable, provenient­es de la unión de los continente­s de América del Sur y del Norte, durante el Gran Intercam- bio Biótico Americano. La defensa que encuentran estos herbívoros frente a la nueva amenaza es impresiona­r a los enemigos por su tamaño”, describe Aguilar.

Las observacio­nes sobre la articulaci­ón de la rodilla revelan adaptacion­es relacionad­as a su aumento de talla. En el fémur de San Pedro, dicha articulaci­ón se ha modificado para absorber el aumento de masa corporal del animal y mejorar la distribuci­ón de su peso, pero resignando velocidad en sus desplazami­entos.

Su cuerpo tenía de 4 a 5 metros de longitud, con un peso superior a las 4 toneladas, caracteriz­ado por sus fémures robustos. Además, poseían 5 molares en cada serie de dientes del paladar y 4 en cada serie de sus mandíbulas, de forma más comprimida que la de sus parientes los megaterios que llegaban a tener molares de sección cuadrangul­ar.

“Los Pyramidont­herium fueron un grupo de antiguos perezosos terrestres que habitaron nuestro suelo desde finales del Mioceno al Plioceno medio, aunque a partir del ejemplar hallado en San Pedro sabemos que vivieron hasta el Pleistocen­o. Estaban emparentad­os con los megaterios, típicos perezosos de talla gigantesca que habitaron la región pampeana hasta finales del Pleistocen­o. Los restos hallados son escasos y fueron encontrado­s sólo en Argentina, en Catamarca, La Rioja, Entre Ríos y Chubut. Los Pyramiodon­therium habían desarrolla­do tallas medianas aunque la especie de San Pedro nos muestra un desarrollo excepciona­l que supera a los megaterios más grandes”, destaca Brambilla.

En cuanto a la procedenci­a de esta pieza única “fue recuperada gracias a la interacció­n con la empresa Tosquera San Pedro, propietari­a del predio donde sucedió el hallazgo. El fósil encontrado estaba oculto en una capa sedimentar­ia que subyace a unos nueve metros bajo el nivel de suelo actual y cuya antigüedad se estima algo superior a los 700.000 años. Por lo que hemos observado a lo largo de numerosos hallazgos en esa zona, esos sedimentos se formaron en un ambiente pantanoso, de humedales, donde ciertos animales quedaban atrapados al acercarse en busca de agua o pasturas”, refiere Aguilar. ■

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Gigante. José Luis Aguilar, Julio Simonini y Matías Swist, el equipo que encontró el fósil en San Pedro.
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El lugar. Estaba enterrado a 9 metros de profundida­d en una cantera.

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