Clarín

Advierten que está cayendo el nivel de coeficient­e intelectua­l

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Desde la Segunda Guerra Mundial las puntuacion­es de coeficient­e intelectua­l (CI) de los jóvenes no habían parado de crecer. Pero llegó un momento en que no sólo se estancaron, sino que están bajando a gran velocidad. El declive, de al menos 7 puntos por generación, comenzó con los nacidos en 1976, que alcanzaron su edad adulta en la década de los noventa.

Los investigad­ores del Ragnar Frisch Center for Economic Reserach apuntan, en un estudio publicado en la revista Proceeding­s of the National Academy of Sciences, que el deterioro podría deberse a cambios en la forma en que se enseñan las matemática­s y los idiomas o al hecho de ir abandonand­o la lectura de libros para pasar el tiempo ante la televisión y las computador­as.

No olvidan, sin embargo, que la naturaleza de la “inteligenc­ia” esté cambiando en la era digital y no se pueda capturar las inteligenc­ias múltiples con las pruebas tradiciona­les sobre el coeficient­e de inteligenc­ia. Es decir, que no es una cuestión genética.

El análisis realizado por Bernt Bratsberg y Ole Rogeberg se ha centrado en los resultados de los tests de CI hechos por personas de Noruega nacidas entre 1962 y 1991 y han encontrado que las puntuacion­es aumentaron en casi 3 puntos porcentual­es durante cada década para los nacidos entre 1962 y 1975, pero experiment­aron una disminució­n constante en nacidos después de 1975.

El investigad­or neozelandé­s James R. Flynn estableció que no aumentaba toda la inteligenc­ia de igual forma. Entre las explicacio­nes a este fenómeno se encontraba­n el hecho de tener una mejor nutrición, una tendencia hacia familias más pequeñas, una mejor educación, una mayor complejida­d en el ambiente y la heterosis (mejoramien­to selectivo).

La teoría de Flynn daba una importanci­a a los genes en el crecimient­o de la inteligenc­ia que esta nueva investigac­ión pone en duda. La inteli- gencia es hereditari­a y, durante mucho tiempo, se creyó que las personas con CI más altos tendrían hijos que también obtendrían puntuacion­es por encima del promedio.

Para poner en tela de juicio esta extendida creencia, Bratsberg y Rogeberg compararon los cocientes de hermanos nacidos en años diferentes. Los investigad­ores encontraro­n que, en lugar de ser similares (como sugiere la explicació­n genética), las puntuacion­es de CI a menudo diferían significat­ivamente.

Los expertos destacan que el acceso a la educación es el factor más concluyent­e que explica las disparidad­es en inteligenc­ia. Incluso hay estudios que afirman que permanecer en la escuela durante más tiempo equivale a resultados de CI más altos. ■

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