Adiós a Dante Caputo, el primer canciller de la democracia
Canciller. Dante Caputo murió ayer a los 74 años víctima de un cáncer. Impulsó el Mercosur y fue artífice de la paz con Chile.
Logró el acuerdo de paz con Chile e impulsó el Mercosur. En Clarín lo despide Rodolfo Terragno.
Era un pensador y un hombre de acción. Odiaba las antinomias y perseguía siempre la conciliación de lo que es, en apariencia, irreconciliable. Leía con la misma fruición la Suma Teológica y El Capital. Admiraba, en la cultura francesa, la capacidad de avenir al arte con la ciencia, a los clásicos con las vanguardias, a la urbe con la campiña.
Le gustaba conjugar tanto el pre- térito como el futuro imperfecto. Evocaba los errores del pasado y afirmaba, convencido, que íbamos a superarlos. Cuando advirtió que los errores se repetían, no cayó en el pesimismo. Sabía, como Bioy Casares, que “tanto el optimismo como el pesimismo son cuerpos extraños en la inteligencia”. Escribió, no sólo para la Argentina, “Gobernando el Futuro”, donde describió fracasos y desventuras, para diseñar después — como dice el subtítulo del libro— “escenarios latinoamericanos hacia 2020”.
Seducido por la cibernética, introdujo (tres años antes de que naciera Internet) la computación en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Su irrefrenable afán de unir lo que otros separaban lo hizo artífice de la paz con Chile de la asociación con Brasil. Se esforzó por promover el desarrollo social entre los “capitanes de la industria”, y llevó afuera sus esfuerzos por unir: en el Grupo Contadora, negociador de la paz en Centroamérica, y no hace tanto — como enviado de la OEA— en Haití y Nicaragua.
Claro que también tenía intransigencias. La democracia no es conciliable con la violación de los derechos humano. La moral no es conciliable con la corrupción. Contra esas herejías sabía luchar.
Era, además, un defensor de la democracia social y crítico del neoliberalismo y el populismo.
Enemigo de las dictaduras, le exigía a la democracia más que libertades cívicas y elecciones libres.
En 2005 escribió (y en 2018 reiteraba, actualizando las cifas) que “durante los 25 años de la espectacular vigencia de la democracia en Latinoamérica, el ingreso per capita ha crecido un mero 300 dólares, y la concentración de la riqueza ha aumentado.Aun en Chile, que ha tenido un fuerte crecimiento económico y reducido la pobreza a la mitad, y Brasil, que disminuyó el porcentaje de habitantes bajo la línea de pobreza en un tercio”,
La democracia sin equidad, sostenía, se negaba a sí misma.
Durante 31 años Dante y yo compartimos ilusiones y proyectos, ideas y trabajos, entusiasmos y desazones. Eso me autoriza a dar fe de su talento, su autenticidad y su nacionalismo (en el buen sentido de la palabra).
Dante Caputo fue un hombre infrecuente. ■