El paro no puede tener de “rehén a la sociedad”
• El paro es una manera muy perversa de reclamo, ya que en general la mayor parte de estas medidas perjudican a los trabajadores que no pudiendo satisfacer los reclamos de los huelguistas terminan sufriendo y con impotencia porque no tienen manera de arreglar un conflicto que les es ajeno.
¿Cuándo se van a dar cuenta los camioneros, docentes públicos, metrodelegados o aeronáuticos, que no son los dueños de la verdad? ¿Qué piensan, que mi trabajo como cirujano en un hospital público me hace rico? ¿Que no tengo que pagar impuestos, combustible, comida, ropa, libros, cursos? Me parece que tenemos más compromiso con nues- tros trabajos y medimos las consecuencia del paro antes de hacerlo. ¿Cómo un docente puede ser dirigido por un administrativo que nunca dio una clase; un chofer de camiones por sindicalistas millonarios y con tinte mafioso; el personal del subte por delegados ilegales y que ganan mucho más que una enfermera o un médico residente, y los aeronáuticos con un gremio para cada ventana de un avión? Se debe encontrar la forma de negociar y como último, último recurso, hacer paro. El reclamo no puede tener de rehén a la población o a los chicos, o a los pasajeros. Doctor Fernando Cichero JEFE DEL DEPARTAMENTO DE CIRUGÍA DEL HOSPITAL J. FERNÁNDEZ, MINISTERIO DE SALUD, CABA fernando_cichero@yahoo.com.ar • Los habitantes de la CABA, para decirlo suavemente, los últimos lustros nos han convertido en los hijos de la pavota. En efecto, somos víctimas de los piqueteros, algunos izquierdistas trasnochados, las organizaciones sociales para jorobar a la sociedad, extorsionadores, profesionales para medir el límite de nuestra paciencia, huelguistas de toda laya y provincia, sin olvidarnos que también los extranjeros que no se atreverían a hacer en su país lo que hacen en el nuestro.
Tampoco se privan de realizar actos vandálicos que perjudican visiblemente las finanzas municipales o sea a los contribuyentes. La Plaza de Mayo y de los dos Congresos, lugares históricos, han sido mudas víctimas últimamente del salvajismo desenfrenado de las hordas mencionadas.
Por ello, estimo que las autoridades municipales deberían exigir a las organizaciones que deseen manifestarse, contraten seguros que cubran los eventuales destrozos que suelen provocar, obviamente a cargo de los revoltosos, que molestan a los ciudadanos que les dan de comer.