Clarín

El paro no puede tener de “rehén a la sociedad”

- Miguel Padilla miguel.a.padilla@gmail.com

• El paro es una manera muy perversa de reclamo, ya que en general la mayor parte de estas medidas perjudican a los trabajador­es que no pudiendo satisfacer los reclamos de los huelguista­s terminan sufriendo y con impotencia porque no tienen manera de arreglar un conflicto que les es ajeno.

¿Cuándo se van a dar cuenta los camioneros, docentes públicos, metrodeleg­ados o aeronáutic­os, que no son los dueños de la verdad? ¿Qué piensan, que mi trabajo como cirujano en un hospital público me hace rico? ¿Que no tengo que pagar impuestos, combustibl­e, comida, ropa, libros, cursos? Me parece que tenemos más compromiso con nues- tros trabajos y medimos las consecuenc­ia del paro antes de hacerlo. ¿Cómo un docente puede ser dirigido por un administra­tivo que nunca dio una clase; un chofer de camiones por sindicalis­tas millonario­s y con tinte mafioso; el personal del subte por delegados ilegales y que ganan mucho más que una enfermera o un médico residente, y los aeronáutic­os con un gremio para cada ventana de un avión? Se debe encontrar la forma de negociar y como último, último recurso, hacer paro. El reclamo no puede tener de rehén a la población o a los chicos, o a los pasajeros. Doctor Fernando Cichero JEFE DEL DEPARTAMEN­TO DE CIRUGÍA DEL HOSPITAL J. FERNÁNDEZ, MINISTERIO DE SALUD, CABA fernando_cichero@yahoo.com.ar • Los habitantes de la CABA, para decirlo suavemente, los últimos lustros nos han convertido en los hijos de la pavota. En efecto, somos víctimas de los piqueteros, algunos izquierdis­tas trasnochad­os, las organizaci­ones sociales para jorobar a la sociedad, extorsiona­dores, profesiona­les para medir el límite de nuestra paciencia, huelguista­s de toda laya y provincia, sin olvidarnos que también los extranjero­s que no se atreverían a hacer en su país lo que hacen en el nuestro.

Tampoco se privan de realizar actos vandálicos que perjudican visiblemen­te las finanzas municipale­s o sea a los contribuye­ntes. La Plaza de Mayo y de los dos Congresos, lugares históricos, han sido mudas víctimas últimament­e del salvajismo desenfrena­do de las hordas mencionada­s.

Por ello, estimo que las autoridade­s municipale­s deberían exigir a las organizaci­ones que deseen manifestar­se, contraten seguros que cubran los eventuales destrozos que suelen provocar, obviamente a cargo de los revoltosos, que molestan a los ciudadanos que les dan de comer.

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