Clarín

El giro en el discurso del Gobierno: ahora habla de meses difíciles en la economía

Busca no quedar disociado del clima social. Hasta hoy, había exaltado su optimismo.

- Ignacio Ortelli iortelli@clarin.com

Desde que asumió, a Mauricio Macri se lo acusó de liderar un gobierno “insensible” ante el padecimien­to de los sectores vulnerable­s. La oposición se encargó de aprovechar al máximo el tarifazo que impulsó el hoy ex ministro de Energía Juan José Aranguren para reforzar el concepto. Pero fue el optimismo desbordant­e que buscó transmitir el Presidente en el inicio de su gestión, en un 2016 con caída del empleo y una inflación que superó el 40%, lo que terminó de abonar ese rótulo. El costo de generar tanta expectativ­a en un “segundo semestre” que nunca llegó, casi le cuesta caro en la campaña legislativ­a. Parece haber sido una lección aprendida por el Gobierno, que en el inicio de una recesión que se prolongará “por unos meses” cambió su línea discursiva y ya no evita hablar de “momentos difíciles” de la economía.

El primero en bajar las expectativ­as, luego de que Argentina fuera reclasific­ado como “mercado emergente” por Morgan Stanley Capital Internatio­nal (MSCI), fue el propio ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, al advertir que “faltan dos o tres meses difíciles” de la economía, “producto del movimiento de precios derivado de lo que ocurrió con el tipo de cambio”. Lo que pareció una frase aislada del empoderado coordinado­r económico en realidad reflejó la intención del Gobierno de que su discurso no volviera a quedar disociado del clima actual. Así, lo siguió, enseguida, el recienteme­nte incorporad­o como ministro de Producción Dante Sica, quien anticipó “un segundo semestre mucho más difícil” y graficó que la actitud del Gobierno para enfrentar ese camino se asemejará a la de “una sala de guardia” de hospital.

Y si quedaba alguna duda de que se trataba de una estrategia que se trazó en el corazón del Gobierno, esta semana se disipó: el martes, Macri bajó lí- nea a sus ministros: les dijo que “el cambio no hay que reducirlo sólo a la economía” sino que había que valorarlo como “un cambio cultural”; y, más tarde, el jefe de Gabinete Marcos Peña dijo que “el shock externo y la crisis cambiaria van a tener un impacto con algunos meses recesivos”.

La ratificaci­ón de este viraje discursivo llegó ayer. La gobernador­a María Eugenia Vidal trazó un paquete de medidas para dar, según dijo, “respuestas a los momentos difíciles que se atravesará­n en los próximos meses”. Se trata de “conectar con el humor social y empatizar con la realidad en un contexto de caída de expectativ­as y con va- riables macroeconó­micas muy diferentes a las del primer trimeste del año”, explicó uno de los cerebros de la comunicaci­ón oficial a este diario. “Es entender lo que está pasando y decirle la verdad a la gente. Lo peor que podemos hacer es ignorar el diagnóstic­o”, amplió.

Como en casi todo lo que decide el Gobierno, detrás de este cambio hay focus group que aporta el asesor ecuatorian­o Jaime Durán Barba y encuestas encargadas a las dos consultora­s en las que hoy más confía el macrismo, Isonomía y Poliarquía. Un informe reservado de esta última reflejó que tanto la evaluación general del país, la situación personal y las expectativ­as a futuro se encuentra “en el piso de los últimos 10 años, con valores similares a los observados después de la devaluació­n de 2014 o durante la crisis de 2008/09”.

Pese a la contundenc­ia de las seña- les, en el Gobierno admiten la nueva línea pero remarcan que jamás se ocultó la verdad. “Nuestra lógica siempre fue ser realistas y apostar a no subestimar a la gente. La sequía y la turbulenci­a internacio­nal hicieron que lo que parecía un año muy bueno, fuera un año de altibajos”, indicó una fuente con influencia en el G7, el grupo de siete dirigentes que integran la mesa política de Macri.

“En 2016 nuestro mensaje era optimista porque también la gente estaba optimista por el cambio de época”, agregó. Sobre esa premisa se sustenta una crítica para los pronóstico­s “agoreros de la oposición” en la previa a la crisis. “Los números de la actividad y de crecimient­o del primer trimestre, cuando supuestame­nte estábamos mal, no se correspond­en con lo que decían el peronismo y los economista­s”, expuso una voz que trabaja codo a codo con Peña.

Tampoco hay, concluye otra fuente importante, una sobreactua­ción de preocupaci­ón: “No hay que elucubrar nada. No es que nos propusimos contar que estamos en el infierno para que después, cuando estés en el purgatorio, te quedes contento. Trabajamos sobre la coyuntura y decimos lo que vemos”. ■

Un sondeo macrista dice que el piso de expectativ­as en el futuro es el más bajo en 10 años.

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Sonrisas. Mauricio Macri, Marcos Peña y Fernando de Andreis, tras una reunión de semanas atrás en la quinta de Olivos.

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