Escraches, insultos y abucheos: el rencor manda en la política de EE.UU.
Inmigración. La “mano dura” del gobierno de Trump desató fuertes reacciones de la oposición y de los ciudadanos de a pie.
La pugna política sobre el tema de la inmigración ha degenerado en insultos personales en Estados Unidos: el presidente Donald Trump ofende la capacidad intelectual de una legisladora, mientras los demócratas temen que su propia reacción contra el mandatario resulte contraproducente ahora que se avecinan las elecciones de medio término, en noviembre.
El carácter incendiario del discurso político ha llegado a niveles no vistos desde la campaña electoral de 2016, y la táctica republicana al parecer responde al menos en parte al deseo de animar a su base con miras a los comicios legislativos.
Trump ha desafiado activamente los límites del decoro político y se ha abocado a debates divisivos que se desarrollan en todas partes, desde restaurantes y canchas de fútbol americano a programas de televisión. La expulsión de la vocera presidencial Sarah Huckabee Sanders de un restaurante en Virginia, días atrás, cristalizó el descontento público hacia el gobierno, si bien los demócratas están divididos en cuanto a cómo responder a un presidente que contradice la conducta tradicional de un jefe de Estado.
También la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kirstjen Nielsen, una de las caras visibles de la retórica antiinmigrante del gobierno de Trump, recibió gritos e insultos cuando fue a cenar a un restaurant mexicano en Washington, la semana pasada. Una decena de activistas de los derechos civiles entró al local y abuchearon a la funcionaria durante casi diez minutos.
La tensión entre las organizaciones de derechos civiles y la Administración Trump se acrecentó la última semana a raíz de los más de 2.000 niños inmigrantes separados de sus padres en la frontera con México.
Trump respondió airadamente el lunes a la representante demócrata por California Maxine Waters, quien había declarado en una concentración política: “Si ven a alguien de este gobierno en un restaurante, en una tienda por departamentos, en una gasolinera, ¡vayan y generen una multitud y respóndanles con fuerza!”
Trump replicó en un tuit: “La congresista Maxine Waters, una persona con muy bajo cociente intelectual, se ha convertido junto con Nancy Pelosi, en el Rostro del Partido Demó- crata. Acaba de pedir que se agreda a los simpatizantes, de los que hay muchos, del movimiento Hagamos Grande a Estados Unidos. ¡Cuidado con lo que pides Max!”.
Otros demócratas se distanciaron de las palabras de Waters, al parecer conscientes de que esa línea dura podría perjudicarlos en las decisivas elecciones de noviembre.
“En los meses cruciales que se avecinan, debemos esforzarnos por hacer que este país sea lindo de nuevo”, tuiteó Pelosi, la dirigente de los demócratas en la cámara baja. Y agregó: “La diaria falta de civismo por parte de Trump ha provocado respuestas que son predecibles pero inaceptables. Vayamos avanzando, votando en las elecciones, logrando la unidad de costa a costa”.
El líder de los demócratas en el Senado, Charles Schumer, declaró el lunes en el recinto que “la mejor solución es ganar elecciones. Esa es una manera mucho más productiva de canalizar las legítimas frustraciones hacia las políticas de este presidente que estar hostigando a los miembros de su administración”.
Este lunes, unos 300 manifestantes recibieron en Los Angeles al fiscal general de EE.UU., Jeff Sessions, con una sonora protesta que se terminó con 23 detenidos y en la que le mostraron su rechazo al encarcelamiento de indocumentados. ■
La vocera de Trump y la ministra de Seguridad Nacional recibieron insultos en restaurantes.