Con un fuerte discurso anti corrupción, López Obrador se aproxima al triunfo
Los sondeos lo ubican 20 puntos arriba del conservador Ricardo Anaya para los comicios del domingo.
Con un insistente discurso anticorrupción, un tema que a los mexicanos preocupa tanto como la violencia narco que se apoderó del país, el candidato de centro-izquierda Andrés Manuel López Obrador se reafirma como el gran favorito a ganar las elecciones presidenciales del domingo próximo.
La gran mayoría de los mexicanos reclama una y otra vez “cambios”, “dar vuelta la página”. Hartos de la corrupción y la violencia, los mexicanos le están dando la espalda a los candidatos de los partidos tradicionales, que gobernaron durante casi un siglo.
Con 64 años, López Obrador, conocido por sus iniciales como AMLO, parece capitalizar bien ese hastío en su tercer intento por alcanzar la presidencia mexicana con una coalición encabezada por su Movimiento Regeneración Nacional (Morena), tras un gobierno saliente que no logró cumplir su promesa de paz y transparencia.
Estos seis años de gobierno de Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que go- bernó ininterrumpidamente desde 1929 hasta el año 2000, estuvieron marcados por reformas importantes -no exentas de polémica- y varios escándalos de corrupción y denuncias de violaciones a derechos humanos en la lucha contra el narcotráfico.
Según las últimas encuestas, López Obrador tiene una intención de voto del 51%. Le sigue Ricardo Anaya con 27%, impulsado por el conservador Partido Acción Nacional (PAN), en alianza con el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano. El candidato del oficialista PRI, José Antonio Meade, aparece tercero con 19%, y con muy pocas posibilidades de escalar.
Si se cumplen los pronósticos, los retos para López Obrador son gigan- tescos: además de combatir la corrupción, deberá cumplir su promesa de “poner en su sitio” al presidente estadounidense Donald Trump, quien amenazó con romper el Tratado de Libre Comercio con México porque el país latinoamericano no es lo suficientemente duro con la inmigración irregular. También está el conflictivo tema de los carteles de la droga, que hasta ahora no hubo política adecuada para combatirlos.
Ayer López Obrador realizó su último acto de campaña en el emblemático Estadio Azteca. Sus rivales y críticos sostienen que si gana este domingo impulsaría un gobierno “populista como el de Hugo Chávez” en Venezuela. Pero en las últimas semanas AMLO y sus allegados han buscado desmarcarse de propuestas radicales en asuntos claves para la economía.
Alfonso Romo, empresario y asesor de López Obrador, se encargó de aclarar esta semana que el equipo del veterano izquierdista ya no tiene posiciones fundamentalistas en temas vitales de la economía del país, como la reforma energética, rumbo a la elección presidencial del domingo. “Ya no estamos tomando posiciones tan radicales”, dijo. “Sí hay sectores en Morena y en el equipo que son más fundamentalistas, hay unos que todo para la derecha y todo para la izquierda. Nosotros estamos con una postura correcta, que media entre las dos”, señaló.
Romo prometió que, de ganar las elecciones, el equipo del candidato revisará los contratos que se han asignado tras la histórica reforma que abrió el sector a la iniciativa privada por primera vez en más de 70 años. Si no hay mancha de corrupción, se espera que las licitaciones continúen, subrayó. Agregó que la reforma energética y la construcción del polémico aeropuerto de Ciudad de México son temas en los que López Obrador ha cambiado de parecer al escuchar a sus asesores. “Primero cancelo el aeropuerto, y ahora vamos a licitarlo. Canceló la reforma energética, y ahora la vamos a revisar”, apuntó, mostrando los cambios de postura. Por eso, dijo, “ahora los mercados están tranquilos”.
López Obrador, el ex alcalde de Ciudad de México, quedó en segundo lugar en las elecciones presidenciales de 2006 y 2012, y no ha dejado de recorrer el país desde que se lanzó por la Presidencia. Todo presagia que en esta oportunidad llegará finalmente al poder.
En México no hay segundo vuelta y triunfa el candidato que más votos obtuvo. Pero el ganador solo gobernará un período de seis años, ya que no hay reelección. ■