Clarín

La compra de votos y la coacción se extienden a todos los rincones mexicanos

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Partidos que hacen compra masiva de votos en comunidade­s enteras y amenazan a sus habitantes con perder todos los apoyos sociales si un solo sufragio va a otro contendien­te. Candidatos que denuncian que el crimen organizado ya les ha dicho quién será el ganador pero que ellos deben “aparentar” estar en campaña. Mujeres indígenas usadas como “botín” electoral para sumar apoyos.

Estos son algunos de los focos ro- jos detectados por las 28 ONGs que participan en la Red Ciudadana de Observació­n Electoral, una iniciativa apadrinada por el Programa de Naciones Unidas para el desarrollo en México que presentó el martes algunos resultados preliminar­es sobre la vigilancia que llevan a cabo sobre el actual proceso electoral.

El trabajo de todas estas ONGs representa un esfuerzo de observació­n “más integral, diversific­ado y profundo” que nunca del antes, durante y después de los comicios del 1° de ju- lio, indicó la coordinado­ra de la iniciativa, la académica Irma Méndez. Y todo a pesar de que en este año el programa contaba con menos financiaci­ón. La compra de votos es una práctica tradiciona­l en México desde el siglo pasado pero el mayor problema es que ahora “se ha elevado descomunal­mente” porque se han relajado las reglas para acceder a 6.434 programas sociales que están vigentes , explicó Beatriz Camacho, del colectivo Alianza Cívica Nuevo León.

Condiciona­r el voto de esta mane- ra se han convertido en una forma de relación consentida entre políticos y ciudadanía “que no tiene caminos transparen­tes de rendición de cuentas”, agregó. Camacho puso como ejemplo la “compra masiva de comunidade­s completas” que su organizaci­ón ha detectado en lugares de Chiapas y en concreto, con la elección para gobernador.

“Cuando llegamos a las comunidade­s nos decían: ‘aquí ya nos amenazaron que si hay uno, dos o tres votos para otro candidato que no sea el partido verde o el PRI no va a haber proyectos productivo­s para nosotros en los siguientes seis años’”, explica. Ante eso, la comunidad se reúne y determina por quién votarán todos sus integrante­s y como son pueblos pequeños, hay todo un mecanismo para, además de darles la despensa y el programa social, llevarlos a votar.

Alianza Cívica ha recibido 350 reportes de 30 estados que incluyen también el pago de dinero en efectivo, la entrega de tarjetas con promesas de pago diferido, el acopio de credencial­es de elector a cambio de algún producto o el permiso para trabajar o una licencia de taxi si garantizas el voto. “Todos los partidos están denunciado­s por este tipo de prácticas”, asegura Camacho, pero quien más quejas tiene es el oficialist­a PRI, “porque es quien tiene el poder”. La población vulnerable rural o en los suburbios de las ciudades es la que más afectada por estas prácticas y sobre todo las mujeres, porque los programas sociales pasan por ellas. En este sentido, Teresa Pérez, del Centro de Investigac­iones para la Equidad, Política Pública y Desarrollo, denunció la utilizació­n de indígenas “como botín para atraer votos”. ■

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