En el deporte argentino se encendió una alarma para el ciclo olímpico
“Hay que corregir de todo un poco”, le dijo a Clarín el jefe de la delegación argentina en los Juegos Sudamericanos.
Los Juegos Sudamericanos se cerraron hace 20 días en Cochabamba. Pasaron la vorágine y la adrenalina. Y con más frialdad es tiempo del análisis cuantitativo y cualitativo del rendimiento argentino, porque la cita de Bolivia fue el primer escalón de la pirámide del ciclo olímpico que seguirá en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 y concluirá en Tokio 2020.
Quedaron algunas sensaciones positivas y también una preocupación por lo que viene, porque la cosecha de medallas y las actuaciones de los atletas no fueron las esperadas y ya se admite que se encendió una alarma de cara a la cita continental del año próximo y a la de los cinco anillos en Japón.
Argentina llevó a Bolivia una delegación de 535 deportistas, la segunda más numerosa detrás de los 622 del anfitrión. Por eso y porque Brasil, la gran potencia de la región, compitió con un equipo de 315, la misión celeste y blanca estaba ilusionada con recuperar el primer lugar del medallero, que había ganado por última vez en Buenos Aires 2006.
No pudo ser. Argentina quedó cuarta, con 42 oros, 60 platas y 63 bronces, detrás de Colombia (94-7471, con 461 atletas), Brasil (90-58-56) y Venezuela (43-59-55, con 398).
Claro que además de quedar afuera del podio, la delegación nacional cerró la edición de los Odesur con menor cantidad de medallas doradas en su historia, ya que se bajó el número de Santiago 2014, que con 46 oros, 57 platas y 56 bronces era hasta este año la más exigua de la historia.
“No fue la actuación que esperábamos. Por un oro quedamos en el cuarto lugar detrás de Venezuela y tendríamos que haber terminado como mínimo terceros y hasta haber peleado el segundo puesto. Hay medallas que no conseguimos y que no deberíamos haber perdido. Pero nunca es fácil subirse a un podio”, analizó Diego Gusmán, jefe de la misión argentina, en dialogo con Clarín. Y aclaró: “Esto nos enciende una alarmita pensando en Lima 2019. Hay muchos deportes que en los Panamericanos son clasificatorios a los Juegos Olímpicos y hay que corregir de todo un poco”.
Desde los fríos números, el cuarto puesto en el medallero tiene una explicación simple. En el Comité Olímpico Argentino se sentían confiados en que los deportes de equipo aportaran oros al medallero. Pero sólo el hockey sobre césped -en sus dos ramas-, el vóleibol masculino y el waterpolo cumplieron las expectativas.
Y aunque disciplinas como el remo (6 oros y 8 platas), el tiro (5-2-1), el atletismo (4-1-7) y la esgrima (3-4-4), por nombrar algunas, hicieron muy buenos Juegos, Argentina extrañó los habituales aportes del yachting (1-12), el karate (1-0-4) y el boxeo (0-2-1), entre otros deportes que no pudieron repetir en Cochabamba los éxitos de pasadas ediciones de los Odesur.
Ni hablar de la natación, que por no contar con el apoyo económico oficial para hacer una preparación en la altura, esa que algunos deportes igual llevaron a cabo a cargo de sus federaciones, no llevó a sus mejores exponentes y se despidió sin medallas en las pruebas de pileta.
La falta de adaptación que tuvieron muchos atletas para competir en los 2.558 metros de Cochabamba pudo haber jugado un papel importante en el rendimiento final. En varios deportes se vio a argentinos que terminaron al límite físico.
Aunque Gusmán afirmó: “Salvo Bolivia, estábamos todos los países en las mismas condiciones. La altura afectó el rendimiento de algunos atletas, pero no fue determinante. El remo hizo una adaptación de semanas y sin embargo Chile nos sacó ventajas, cuando siempre habíamos estado arriba. El canotaje hizo la mis- ma adaptación y le fue bárbaro. Pero el remo chileno viene haciendo las cosas serias y acá aún nos peleamos por el Camino de los Remeros. Eso nos da otra idea de que hay cosas que tenemos que cambiar, porque sino...”.
¿Qué estima el dirigente que hay que corregir? “Muchas cosas a nivel dirigencial: hay que renovar planteles, ser un poco más profesionales en el trabajo de las federaciones y en las elecciones de los jefes de equipo, que tienen que estar a la altura. Y obviamente los deportistas también tienen que poner lo suyo. No puede ser siempre 'necesito, necesito, necesito...' A veces cuando tienen que dejar todo, no lo hacen. Pero es el común denominador del país”, reflexio- nó la cara máxima de la delegación.
En Cochabamba, la superioridad numérica de la delegación nacional no se pudo traducir en más medallas y Argentina se quedó por tercera edición consecutiva a un paso del podio. Ese cuarto lugar en el medallero general fue un llamado a la autocrítica pensando sobre todo en Lima 2019, porque Tokio 2020 es otra historia frente múltiples potencias.
Aunque algunas buenas actuaciones de jóvenes atletas invitan a ilusionarse, hay mucho que trabajar para el futuro cercano. Y para que dentro de cuatro años, en Asunción 2022, la bandera celeste y blanca vuelva a flamear en lo más alto a nivel sudamericano. ■