El Banco Central volvió a intervenir en el mercado, pero el dólar llegó a $ 29,57
A los 150 millones que subastó Hacienda, se agregaron otros 300 millones que decidió sobre la marcha vender el BCRA para atenuar la disparada del tipo de cambio, que rozó los $ 30.
En otra jornada de incertidumbre financiera, el BCRA vendió US$ 450 millones para contener la presión de la divisa estadounidense. El dólar minorista cerró a $ 29,57 y el mayorista lo hizo por debajo de $ 29. Además de la volatilidad externa, en el mercado esperan señales de racionalidad política por parte del Gobierno y la oposición. El riesgo país trepó a 595 puntos.
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El peso volvió a sufrir una sensible devaluación contra el dólar y ayer se acercó a los $ 30 pesos, aunque terminó cerrando a $ 29,57 en el mercado minorista y a $ 28,92 en el mercado mayorista. Es una suba del 45% desde que arrancó la crisis cambiaria, el 23 de abril.
El Gobierno vendió ayer divisas por dos vías diferentes. El ministerio de Hacienda se desprendió de 150 millones de dólares -fondos que utiliza para financiar el gasto público- mientras que el Banco Central, en el momento más caliente de la rueda, decidió intervenir lisa y llanamente ofreciendo 300 millones de dólares. Esta última operación, decidida sobre la marcha por el organismo que conduce Luis Caputo, fue la que lo- gró hacer retroceder el precio del dólar cuando se encaminaba a superar, como se dijo, los 30 pesos por unidad, un valor impensado tan solo unos días atrás.
La demanda de dólares tiene varias fuentes, pero sobre todo dos: empresas con excedentes de pesos, e inversores que están desarmando posiciones en Lebacs porque ni siquiera una tasa del 47% anual les resulta tentadora para seguir manteniendo sus colocaciones en pesos.
También hay demanda minorista - sobre todo con los pesos del medio aguinaldo- pero es una porción minoritaria. Y además, inversores que venden títulos públicos (en pesos o incluso en dólares) para hacerse del billete. Pero lo importante es que esta demanda no logra ser abastecida por la oferta de dólares, aunque ayer el volumen de liquidaciones del sector privado superó los 600 millones de dólares.
A la economía le faltan los 8.000 millones de dólares del campo -por culpa de la sequía- y eso se nota.
Además, el productor que necesita liquidez prefiere tomar deuda en pesos porque cualquier tasa es atractiva si piensa que el tipo de cambio va a seguir subiendo.
El Gobierno tiene que atravesar el desierto hasta que lleguen los dólares de la cosecha fina, y eso recién ocurrirá hacia fines de 2018.
Mientras tanto, enfrenta un escenario desafiante donde los activos argentinos parecen quemar en manos de los inversores.
En el marco del acuerdo firmado con el FMI, el Gobierno tiene límites muy estrictos para intervenir en la plaza cambiaria. Hay 7.500 millones que se irán vendiendo de a 100 o 150 millones por día por parte del ministerio de Hacienda, que son fondos destinados a financiar el gasto público. De hecho, las subastas diarias aumentaron de 100 a 150 millones por- que el Gobierno tiene que pagar salarios y aguinaldos de la administración pública nacional. Ayer ya se dudaba de que las subastas vuelvan a los 100 millones diarios.
Por otra parte, el FMI expresó claramente que no quiere que los dólares que fueron al Banco Central financien la dolarización de portafolios. Pese a ello, ayer el BCRA debió salir a frenar la escapada, aunque con una cifra bastante acotada. Recordar que dos días antes de su renuncia al BCRA, Federico Sturzenegger se desprendió de casi 1.000 millones de dólares, aun con el acuerdo firmado con el FMI.
Bajo la consigna de “libre flotación”, el Gobierno enfrenta el escenario de dejar correr el dólar hasta que ya resulte demasiado caro para los compradores. Nadie se anima a dar un pronóstico de cuál es ese precio, desde ya.
Los funcionarios nacionales confían en que si el apretón monetario se sostiene -tasas altas, cero pesos de financiamiento desde el BCRA al Tesoro, recorte del gasto- en algún momento la demanda debería tender a perder fuerza.
Eso es lo que debería ocurrir en un escenario más o menos lógico. Pero lo que se sabe es que cuando el mercado entra en una dinámica de miedo, los libros y las valuaciones lógicas quedan de lado. Por eso nadie se anima a determinar cuándo parará la corrida. Hasta entonces, lo que dominará el escenario será la incertidumbre. ■