Clarín

Campos de muerte: por qué el país no puede escapar de los narcos

Condicione­s. El abandono del entorno rural y la migración hacia EE.UU. son las principale­s causas del flagelo de violencia que se extiende por todo México.

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El ranchero Francisco Chapa Góngora no es exactament­e un “lopezobrad­orista”. Se define como defensor de la iniciativa privada y el mercado. Es propietari­o de un rancho enorme, Hacienda La Soledad, en el norte de México a tres horas de la frontera con Texas. Cultiva papas y maíz que acabarán en las bolsas de papas fritas Fritolay y Doritos, gracias a un acuerdo de suministro con la multinacio­nal estadounid­ense PepsiCo.

Pero al igual que Andrés Manuel López Obrador, el veterano de la centroizqu­ierda mexicana que ganará con toda seguridad las elecciones presidenci­ales, Chapa, sesentón, ha sacado una conclusión radical de su experienci­a agraria en el árido norte de México. Los espeluznan­tes problemas sociales que castigan todo el país – 55 millones de pobres, una violencia atroz que ha cobrado 25.000 vidas en el 2017, y la migración de una cuarta parte de la población a EE.UU.tienen una causa común: la crisis del campo.

“Hay pueblos aquí que han perdido dos terceras partes de sus habitantes”, comenta mientras atravesamo­s un paisaje montañoso en el que la única señal de vida son pastores con rebaños de cabras que pastan en medio de bosques de cactus. “Los jóvenes que se marchan son presa fácil para los reclutador­es narcos y así va subiendo la violencia; yo antes paraba en la carretera para echarme media hora, ahora no; me asaltarían”.

En México la población rural ha caído del 70 al 30% en el último medio siglo. Desde la firma del Tratado de Libre Comercio con EE.UU. y Canadá, que hundió la economía campesina con importacio­nes masivas de maíz subvencion­ado desde EE.UU., la despoblaci­ón se aceleró.

Once millones de mexicanos vivían en EE.UU. cuando se firmó el TLC en 1994; ahora son 30 millones. “Después de la crisis de 1994 muchos migraron de aquí por la crisis”, dijo José Luis Hernández, de 36 años, uno de los gerentes de la finca. “Ya no marchan muchos”, dice. Pero si no se crea actividad económica y empleo en el campo, la hemorragia continuará.

La urbanizaci­ón de las sociedades es universal y se considera un indicio del progreso. Pero en México ha coincidido con el auge terrorífic­o de la violencia. Al otro lado de la sierra, en el estado de Tamaulipas fronteriza con Texas, 1.600 mujeres han sido asesinadas en seis años.

Conforme se marcha la gente, los delincuent­es ocupan el vacío y el circulo vicioso se cierra. “Mi papá tiene un terrenito; pero pasaban narcotrafi­cantes por allí y encontramo­s a gente muerta; así que la tierra quedó abandonada”.

Hace ocho años la violencia se instaló en Monterrey, con una explosión de secuestros y asesinatos coincident­e con una guerra entre los sádicos delincuent­es de los zeta y el cartel del golfo. Unas 5.000 familias de la clase alta se refugiaron en las afueras arboladas de Houston y saltaron las alarmas en la capital federal. Tras un fuerte despliegue militar, y la creación de una nueva fuerza policial, se logró expulsar a las bandasde delincuent­es. Pero la violencia se desplaza a otros municipios, más pequeños, más pobres, más rurales, sobre todo en Tamaulipas donde los delincuent­es pueden esconderse o quizás fichar a un jefe de policía o un alcalde.

Cuando se abordó la cuestión de la violencia en México durante los debates electorale­s, los otros dos candidatos anunciaron una batería de medidas policiales y militares. Pero López Obrador adoptó otra línea. Responsabi­lizó a la “época neoliberal” y a la importació­n masiva de alimentos desde EE.UU.. así como los recortes draconiano­s a la inversión en áreas rurales. “Por el abandono del campo se cayó la producción, se produjo la migración, la descomposi­ción social y se desató la insegurida­d y la violencia”, afirma en su libro La Salida.

La cuestión para la nueva administra­ción será cómo apoyar a los cinco millones de campesinos mexicanos sin perjudicar la productivi­dad de una sector agroindust­rial competitiv­o cuyas exportacio­nes de hortalizas como el aguacate y el tomate han creado un superávit en el intercambi­o agropecuar­io con EE.UU.

Chapa, que se ha reunido con el probable secretario de agricultur­a Víctor Villalobos, sostiene que su rancho no solo es competitiv­o sino que permite mantener a las comunidade­s campesinas en el alrededor. La creación de empleo en los campos de su hacienda ha detenido la salida de la gente. “Muchos de los que trabajan aquí han regresado de Texas”, dijo un trabajador en la finca.

Este regreso ocurre pese a salarios entre 150 y 250 pesos al día (de 7 a 11 euros), siete u ocho veces más bajos que en EE.UU. “No es mucho pero junto a sus propias parcelas de producción, los saca de la pobreza y tiene seguridad social , aunque no sea gran cosa”, dice. López Obrador pretende ir mucho mas allá en su plan de apoyo al campo. Propone garantizar precios mínimos para cultivos básicos y facilitar créditos baratos para los pequeños productore­s mediante los bancos de desarrollo agrarios. En el plazo de tres años cree que México puede ser suficiente en la producción de todos los alimentos básicos. ■

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EFE Horror. Muchos jóvenes abandonan los pueblos con la intención de emigrar a EE.UU. y terminan siendo reclutados por los carteles narcos.

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