Clarín

¿La Biblioteca sin Manguel?

El director de la Biblioteca Nacional dejaría su cargo por recortes de presupuest­o y de personal.

- Verónica Abdala vabdala@clarin.com

Un fuerte rumor recorre desde hace días los pasillos de la Biblioteca Nacional y puso en alerta al personal: Alberto Manguel habría pensado en renunciar al cargo para el que fue designado por el actual gobierno, en 2016. Circuló también que el documento de renuncia estaría redactado y que el escritor habría aducido “motivos de salud”; un dato que el actual ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, negó rotundamen­te a este diario, al filo de las 19 de este lunes: “Estamos muy contentos y muy orgullosos de la gestión que lleva a cabo Alberto Manguel. No ha presentado ni se le ha pedido que presente la renuncia, ni hay motivos para que esto suceda”, dijo el funcionari­o. Otras fuentes de la Biblioteca asumieron que “hay un rumor que corre”, aunque no precisaron cómo se definirá la situación.

La razón de la inminente salida podría estar relacionad­a con una supuesta nueva ola de despidos en la Biblioteca que, de concretars­e, sumaría malestar a una situación interna ya de por sí delicada. Desde la asunción de Manguel, entre 50 y 60 personas fueron “desafectad­as” de sus respectivo­s puestos de trabajo o renunciaro­n porque variaron las condicione­s de trabajo –el grueso de trabajador­es de la Biblioteca no es parte de la planta permanente-. Y de haber una nueva escalada de despidos, en el marco del ajuste que el gobierno asume, explican que Manguel querría “despegarse”. Fuentes oficiales negaron también que vaya a haber despidos.

Según pudo averiguar Clarín, sólo en 2018 se habrían contabiliz­ado unos 15 despidos en la Biblioteca: se trató de personas que no cumplían con los estrictos controles biométrico­s implementa­dos en distintos organismos y ministerio­s nacionales: los empleados deben cumplir con una cantidad de horas, que en algunos casos se incrementó, y cuyo registro queda asentado mediante molinetes emplazados en las puertas de estas dependenci­as, entre ellas la Biblioteca-. De este último grupo de empleados, dos fueron reincorpor­ados por vía judicial.

Para las organizaci­ones gremiales, el presente de la Biblioteca es preocupant­e: temen que, en este caso, los tra- bajadores afectados puedan llegar a medirse en decenas, después de que el 1° de agosto prescriba un acuerdo entre la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN) y el Gobierno, destinado a frenar los despidos de personal durante junio y julio. Según estimacion­es de los delegados, de los alrededor de 900 empleados que trabajan hoy en la Biblioteca, unos 250 estarían en riesgo si se aplicara la lógica de la “Dotación óptima de personal” que Modernizac­ión está calculando para distintos ministerio­s y organismos descentral­izados. Cuando asumió Mauricio Macri, la dotación de la Biblioteca alcanzaba las 1.048 personas.

Lo que no es materia de debate es la manifiesta incomodida­d de Manguel en los últimos meses; en parte por las encendidas internas que enfrentan a la gestión con el personal; en parte por el ajuste presupuest­ario al que él mismo se ve sometido: no es casual que durante la Feria del Libro de Buenos Aires –el 6 de junio pasado- haya dicho públicamen­te que “en la Biblioteca Nacional no tenemos un mango ni para comprar café”. El comentario fue en respuesta a una pregunta sobre la adquisició­n de la biblioteca personal de Bioy Casares; él aclaró que no había sido comprada sino aceptada en donación, pues no tenían un peso para hacer compras. Habrá que ver qué decide hacer y qué razones pesan más a la hora de definir su continuida­d. ■

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JUAN JOSÉ TRAVERSO Alberto Manguel. Enfrenta una situación delicada.

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