Clarín

Los chicos juegan a la pelota donde antes desfilaban tanques

La canchita de Putin. Una buena idea.

- Pablo Calvo pcalvo@clarin.com

Fue una primicia internacio­nal de El Colado, un personaje que vino colgado del estribo al Mundial: en la Plaza Roja había lugar para tres canchas de fútbol. No se sabe si los servicios secretos rusos tomaron el dato de aquella crónica, pero el presidente Vladimir Putin dio el puntapié inicial en una canchita que se acaba de montar ¡al lado del Mausoleo de Lenin!

Puede que sea la fiebre mundialist­a y la celebració­n de Rusia por llegar a los cuartos de final, o quizás la cercanía que Putin ha mostrado con el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, pero los dos estuvieron en la jornada inaugural del “Parque del Fútbol”, montado en el preciso lugar donde coronaban a los zares.

Con vista a la muralla del Kremlin donde están sepultados el cosmonauta Yuri Gagarin y el ex dictador Iósif Stalin, pudimos allí jugar al metegol, al “fútbol-ping pong” y patearle a un arquero literalmen­te de madera, porque era una silueta que se recostaba hacia un lado o hacia el otro según el pateador, más efectivo que muchos de los arqueros que pasaron por la fase de grupos.

Hace unos días, Putin entró a la cancha, se quitó el saco y pateó al arco pa- ra dejar inaugurado el parque. De arquero le pusieron un muñeco inflable, pero era un gesto del presidente hacia los dos millones de hinchas y periodista­s que llegaron a Rusia desde todo el planeta.

Lo acompañaro­n el ex goleador brasileño Ronaldo, los españoles Iker Casillas y Carlos Puyol y el alemán Lothar Matthäus, leyendas cercanas a la conducción de la FIFA.

Y la canchita de césped sintético se pobló de desafíos de chicos que -se lo contarán a sus nietos- tuvieron el privilegio de jugar partidazos en la Plaza Roja, que terminaban por ejemplo 6 a 1 y 9 a 2. Gambetas e ilusiones en un lugar donde hace no tanto tiempo desfilaban misiles antiaéreos, no está mal la movida.

Claro que el fútbol y los personajes que lo rodean todavía tienen bastante para corregir. Por estas horas, sin ir más lejos, merodea por la tribunita del Parque del Fútbol un falso Zinedine Zidane, que hace jueguitos y se saca fotos con los niños, pero después les pide unos rublos a las mamás... ¡atrás, capitalism­o ventajero, que esto fue el corazón de la Unión de Repúblicas Socia- listas Soviéticas! Encima, el atorrante, que tiene un parecido extraordin­ario con el astro francés, es malísimo con la pelota y si le pedís que cante La Marsellesa, no emboca ni la oración contra la tiranía, ¡basta de engaños!

Mientras pasábamos los controles de seguridad que hay en la entrada de la canchita sobre la Plaza Roja me encontré con Dunga, ex campeón mundial y ex DT de Brasil, que enseguida me preguntó: “¿Qué pasó con la Argentina? Messi es muy bueno, pero nunca funcionaro­n como equipo. Y en defensa, eso sí que es increíble, ¿cómo no llamaron a Walter Kannemann? Es cierto que no es un habilidoso con la pelota, ¡pero no lo pasa nadie!”. Me dejó desconcert­ado, pero quizás tenga razón.

Pasé otra vez por la canchita de Putin pasada la medianoche, tal vez para empezar a despedirme de este lugar maravillos­o que es Patrimonio de la Humanidad. Todo estaba calmo, pero de repente, como una luz cegadora, se presentó la Luna, llena, como una pelota, que iluminaba este pequeño rincón de escritura que ya pertenece a mi corazón. ■

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