Clarín

La “biografía no autorizada” que merecían los hermanos Brontë

Ramos se despega de la historia oficial y subraya el papel de Branwell, el hermano varón desplazado.

- Sonia Budassi sbudassi@clarin.com

El barrio le parecía antiguo, inglés, pero era Belgrano R. En el caserón, donde vivía con sus padres, de prestado, la pequeña Laura Ramos usaba un piano como escritorio y tomaba una pluma, la mojaba en tinta, y copiaba frases; dibujaba letras. "Escribía cualquier cosa, no me importaba qué… lo que me fascinaba y me hacía temblar era la sensación de estar viviendo en los escenarios de mis sueños, de mis libros favoritos". Autora de los aclamados Buenos Aires me mata, Ciudad paraíso y Diario íntimo de una niña anticuada, la biografía Infernales. La hermandad Brontë, es una forma de regreso a ese feliz rincón de sombrío encanto infantil.

Laura Ramos se crió bajo el influjo de Jane Eyre de Charlotte Brontë, Cumbres borrascosa­s, de su hermana Emily, y "muchísima literatura inglesa, en general, la del siglo XIX”. Esta biografía, escrita con un sólido andamiaje investigat­ivo, pero con un estilo literario atrapante, podría ponerse en serie con la biografía criolla de Irene Chikier Bauer sobre Virginia Woolf. "Traté de escribirlo con el lenguaje con que suenan las Brontë en mi cabeza pero para equilibrar ese tono tenía que estar apoyada en la bibliograf­ía, porque si no iba a caer en una novela histórica".

En el proceso, descubrió que la historia "oficial" de Anne, Emliy y Charlotte era romántica, parcial y hasta edulcorada porque gran parte de la informació­n recién empezó a circular a fines del siglo XIX. Por ejemplo, ciertas excesivas cartas de amor, que Charlotte ocultó para guardar el buen nombre y honor familiar. También se soslayó que lejos estaba de ser Emily una "inocente" y mucho menos ignorante que no sabía qué escribía, sino una ávida lectora, traductora de, por ejemplo, Virgilio.

Pero, la omisión más escandalos­a en verdad, quizá sea la del único hermano varón, Branwell, poeta, a quien la hermanas dejaron al margen de la historia. La biografía de Ramos avanza sobre el eje de una gran traición y, en este sentido, también puede leerse con la tónica de las ficciones de sus personajes.

Escribe Ramos: "Es posible leer a las hermanas Brontë sin tener antes presente, como una especie de prólogo de autor, las circunstan­cias de su vida?".

-Escribís en diálogo con la versión de Elizabeth Gaskell, que es la fundadora del mito de santificac­ión de Emily, entre otras cosas...

-Sí, aunque la de Gaskell, no es una biografía, es una novela biográfica extraordin­aria, bellísima, que todavía se sigue editando.

-Es como el relato oficial, el más conocido ¿no?…

-La versión de Elizabeth Gaskell fue pensada por ella y Charlotte. Esa historia quedó como una estatua de piedra, gigantesca, en el mundo literario, sobre la vida de las Brontë. O sea, lo que todo el mundo sabe de la vida de las Brontë lo sabe por ella y esa versión fue repetida por las siguientes biógrafas, hasta fines del siglo XX, en que una biógrafa inglesa, Juliet Barker hizo una investigac­ión extraordin­aria pero como esas biografías inglesas: te cuenta cómo era la parroquia del padre Brontë, treinta años antes de que él llegara, los sermones del señor Brontë, cómo eran los pueblitos donde nacieron cada uno de los padres, los abuelos. O sea, una ilegible para un lector que no sea un académico. -No la alcanzaron a ver las escritoras posteriore­s que las admiraban.

-Era la única que había, y después hubo otras muy lindas, también muy buenas, a lo largo del siglo XX, pero que no tenían informació­n. Recién en 1916 el New York Times dio a conocer las cartas de amor desesperad­as y demenciale­s que Charlotte le había escrito a un pro- fesor. Ahora, a fin del siglo XX, en 2000, más o menos la National Portrait Gallery, de Londres, dio a conocer una pintura que pintó Branwell sobre sus tres hermanas, que se llamaba La pintura de la columna. Notaron que se salían unos pigmentos y aparecía una sombra. Era la de Branwell, él se había pintado… esa pintura era de cuatro personajes, no de tres. Que se hizo más alto que sus hermanas, cuando él era más bajo que Emily, o sea que los descubrimi­entos son muy recientes como para que las biógrafas del año 50 o 60 hayan podido contarlo, porque todo se fue descubrien­do de a poco -Y a vos, que desmantelá­s todos estos mitos, y proporcion­ás toda esta informació­n… ¿Qué es lo que más te sorprendió, que hubieras desconocid­o cuando arrancaste?

-Yo desconocía todo. Como todo el mundo. Lo que me shockeó mucho, cuando estuve en el museo en honor a ellas, es que el guardián me dijo despacito “ahí estuvo sentada la cocinera la semana pasada”. Yo no entendía bien… le digo “¿cómo?” Y él: “Sí, mi cuñada la vio”. El mito se está escribiend­o todo el tiempo. El pueblo las vampiriza porque vive de ellas. Porque el pueblo también se convierte en vidente. Ellas veían fantasmas, escribían sobre fantasmas, y el pueblo ve sus fantasmas. -Es la actualizac­ión del mito.

-Todo el tiempo. Así como los cuadros revelan los pigmentos antiguos, así como aparecen los escritos de Emily Brontë, aparecen los fantasmas de ellos actualment­e. Juliet Barker hizo esta investigac­ión y hubo crítica feminista y crítica en general que empezó a ver a las Brontë con otra mirada. Y ahí entonces podemos ver que Emily no era la ignorante muchachita, como Charlotte escribió “mi hermana Emily era una ignorante muchachita de campo, que no tenía ni idea de lo que estaba escribiend­o”. -Necesitaba justificar CumbresBor­rascosas. -Sí, porque cuando apareció la crítica estaba aterrada. Y dijo “qué es esto, es obra de un ser infernal, ni hombre ni mujer… esto es un escrito grosero, soez, basto, esto no lo puede escribir un ser humano, es un monstruo”. Entonces en un momento Charlotte decide reivindica­r el nombre de sus hermanas y escribe unas notas biográfica­s en donde dice que Emily nunca había salido de su casa, y que escribió ese libro quién sabe llevada por qué… Y sobre Anne, que había escrito la primera novela feminista de la historia, que es La inquilina de Wildfeld Hall, le dijo al editor: “Es una novela que yo no aconsejo publicar”. Dijo que Anne era una muchachita muy tímida, muy callada, muy religiosa. A Branwell no lo nombró.

-Leemos que Elprofesor de Charlotte le debía mucho a un texto de Branwell… ¿Cómo calificarí­as la influencia de él en las hermanas? -Como inspiració­n para todos los personajes masculinos de ellas. Ellas lo vampirizar­on de todas las formas posibles. Saquearon su literatura y vampirizar­on la vida de él, los sufrimient­os de él, su errar como poeta maldito y su errar de poeta romántico. La poética de él tiene mucho que ver con la poética de Lord Byron, que la de otros poetas románticos más oscuros de esa época, como Shelley… La cólera del señor Rochester es la cólera de Branwell, la cólera y lo tempestuos­o de Heathcliff son de Branwell. Y La inquilina de Wildfeld Hall, de Anne, tiene un personaje que se llama Hundington que es Branwell también. Y todos los otros personajes masculinos de Cumbres Borrascosa­s, malvados, también están inspirados en Branwell, porque Branwell, bueno, reunía en sí tantas cualidades para ser un poeta romántico… era petiso, miope... ■

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JUAN MANUEL FOGLIA Investigac­ión. Laura Ramos se metió en el corazón de la historia de la familia literaria.
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Casi un fantasma. El cuadro que pintó Branwell, el varón.

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